Autoría de 3:35 pm #Opinión, Jovita Zaragoza Cisneros - En Do Mayor • 2 Comments

¿Leer para qué y desde dónde? – Jovita Zaragoza Cisneros

¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: yo sólo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia, es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero, ¿no es quizá eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes… Quizá, por eso, la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. ¿Qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace, físicamente, más reales.

Gabriel Zaid

Entre todos los discursos que uno lee o escucha de personas que henchidas de pasión y elocuencia promueven el acercamiento a la lectura, a la que llenan de atributos, inspirados algunos en la ocurrencia más que en las bondades genuinas y profundas que encierra esta práctica, uno corre a refugiarse en la palabra de quien nos lleva a reflexionar sobre un acto que debiera movernos a ir más allá de la mera contemplación del mundo.

Leer por y con placer, pero también con el compromiso de una transformación interior que nos concilie con lo que somos y con lo que leemos. Leer para continuar creciendo y asumir el compromiso de conciliar la estética de la palabra escrita con la ética personal. En este sentido profundo de la acción de leer, el encuentro con la obra de don Gabriel Zaid es una suerte de revelación y de gozo para mente y espíritu.

Por entre el caos de los tiempos actuales, en que se ha agudizado la banalización y la masificación vendidas como colectividad o comunidad, me permito recomendar el acercamiento a la lectura de la obra de este intelectual mexicano, cuya templanza de espíritu ilumina lo nebuloso del horizonte que amenaza con quebrantar la resistencia de quienes nos negamos a que nuestro país, nuestro mundo, sea invadido por la chatarra que se promueve a través de las redes sociales y de los canales televisivos, donde han subido al escenario aquellos que requieren brillar entre la mediocridad.

Gabriel Zaid

Don Gabriel Zaid es de esos escritores que, desde la riqueza de su vida interior y grandeza intelectual, ha permanecido imperturbable al revoloteo banal de lisonjas y complicidades de quienes ejercen la escritura. Originario de Monterrey, Nuevo León (enero de 1934), es autor de grandes obras, en las que la poesía ocupa un lugar especial. Una voz templada, original y de escritura impecable. Uno de sus biógrafos más cercanos, Fernando García Ramírez, se dio a la tarea de compilar una parte significativa del trabajo literario, político y económico de Zaid. Bajo el título de Leer, nos presenta una estimulante interpretación de lo que representa para don Gabriel el acto de leer, y que va más allá de los libros: “Para Zaid la lectura es una actividad vital, creadora, liberadora y práctica que compromete a la totalidad de la persona”.

García Ramírez replantea en Leer la mirada y voz de este intelectual y humanista mexicano, uno de los más luminosos por la impecabilidad de sus ideas, su inspirada concisión y su elegante claridad, y cuya obra toda es testimonio del compromiso y la lucidez con los que uno de los más grandes pensadores de nuestro tiempo ha asumido el mundo. “Desde que empecé a leer”, dice Zaid, “la vida (lo que la gente dice que es la vida) empezó a parecerme una serie de interrupciones. Me costó mucho aceptarlas, y a veces pienso que sigo en las mismas. Que en vez de dejar el vicio, lo llevo a todas partes. Que si por fin salí a la realidad (lo que la gente dice que es la realidad) fue porque también me puse a leerla”.

Leer de Gabriel Zaid

En Leer, se encuentran integradas las ideas principales con las que Gabriel Zaid ha abordado lo literario, lo cultural, lo político y lo económico, desde su mirada penetrante y su ética personal, las de un intelectual y hombre de excepción.

“Lectura y realidad”, “Práctica de la lectura”, “Lectura, conversación y cultura” y “Leer la realidad”, son los cuatro apartados en los que García Ramírez nos ha sintetizado la valía de quien, a sus 88 años, continúa enriqueciendo y esclareciendo a este México que tiene en él a un escritor cuya palabra es oro, y sin duda lo coloca como merecedor del Premio Cervantes; sería un acto de justicia y reconocimiento a su inmenso talento y probidad. Un premio “destinado a distinguir la obra global de un autor en lengua castellana cuya contribución al patrimonio cultural hispánico haya sido decisiva”.

Ya es hora. Voto como lectora por Zaid.

Ernesto Sábato: La resistencia

Otro gran autor, cuya lectura recomiendo, es el premio Cervantes 1984, nacido en Rojas, Argentina, en junio de 1911, y fallecido en abril de 2011. Hablo de Ernesto Sábato, mayormente conocido por sus novelas El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador.

Pero aquí quiero citar un fragmento de su libro La resistencia, dado a conocer primero por el diario Clarín en el año 2000. Se trata de cinco breves cartas en las que Sábato, a sus 89 años, condensa su visión del mundo. Comparto unas líneas de la quinta, la que da título al libro, editado en papel en 2002:

En el vértigo no se dan frutos ni se florece. Lo propio del vértigo es el miedo, el hombre adquiere un comportamiento de autómata, ya no es responsable, ya no es libre, ni reconoce a los demás. Se me encoge el alma al ver a la humanidad en este vertiginoso tren en que nos desplazamos, ignorantes atemorizados sin conocer la bandera de esta lucha, sin haberla elegido. […] En el vértigo todo es temible y desaparece el diálogo entre las personas. Lo que nos decimos son más cifras que palabras, contiene más información que novedad. La pérdida del diálogo ahoga el compromiso que nace entre las personas y que puede hacer del propio miedo un dinamismo que lo venza y les otorgue una mayor libertad. Pero el grave problema es que en esta civilización enferma no sólo hay explotación y miseria, sino que hay una correlativa miseria espiritual.

Ernesto Sábato

Por último, volviendo al tema inicial, comparto aquí el mensaje íntegro que Ernesto Sábato pronunciara en Buenos Aires en 2004, durante la presentación del Plan Nacional de Lectura de su país.

Queridos chicos:

He venido hasta acá porque quiero hablarles de la educación, de los libros, de la importancia decisiva que tienen en la vida de los pueblos y de las personas, y de la que han tenido en mi vida.

Han pasado tantos años y sin embargo aún conservo el recuerdo de mi escuela de Rojas y de aquel colegio de mi adolescencia donde, igual que ustedes, fui conducido a los umbrales del pensamiento y de la imaginación. Con una mezcla de rigor y de ternura nuestras maestras y nuestros profesores nos enseñaron a buscar la verdad, a la vez que se iba formando nuestro espíritu con valores esenciales. Junto a los saberes que integran la educación básica, ellos nos transmitieron algo de la heroica epopeya del hombre. A menudo nos sentíamos extraviados ante aquellos acontecimientos cuyos motivos últimos, sin duda, sobrepasaban lo que podíamos comprender. Por esos relatos, llenos de peligro y de pasión, lograban suscitar nuestro asombro, que es la piedra angular de la verdadera enseñanza. En aquel tiempo, se forjaron las ideas esenciales que me acompañaron a lo largo de la vida, y se echaron las raíces de todo lo que tuvo que ser.

Por eso he venido hoy, especialmente, para hacerles un pedido: les quiero pedir a los chicos y a los jóvenes, con la autoridad que me dan los años, que lean. Yo también he leído de chico, y fueron los libros quienes me ayudaron a comprender y a querer la grandeza de la vida. Quienes sembraron en mi alma lo que luego los años pudieron expandir. Leía cuanto llegaba a aquellas bibliotecas de barrio, donde primero a través de libros de aventuras, y luego, porque un libro lleva, inexorablemente, a otro libro, a través de los más grandes de todos los tiempos, esos que nos entregan los abismos del corazón humano, y la belleza y el sentido de la existencia.

Leer les agrandará, chicos, el deseo, y el horizonte de la vida.

Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo. A través de ella puede filtrarse una novedad que aliente nuestro compromiso.

Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías.

Créanme, es necesario que nos dejemos todos empapar por la utópica búsqueda de una gran educación para nuestros chicos.

Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo: la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. Como supo señalar Simone Weil, su tarea es ‘preparar para la vida real, formar al ser humano para que él mismo pueda entretejer, con este universo que es su herencia, y con sus hermanos cuya condición es idéntica a la suya, relaciones dignas de la grandeza humana’.

Ernesto Sábato

Hasta aquí una muy sucinta mención a dos figuras, cuya obra da cuenta de la riqueza humana e intelectual de dos maestros que han venido a este plano a iluminar nuestro camino, a volvernos menos huérfanos, a hacernos sentir menos extraviados en una oscuridad propia de la ignorancia y que amenaza nuestro presente y nuestro porvenir.

Les invito a leerlos.

Twitter: @VitaVituchis

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Last modified: 25 mayo, 2025
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