Es muy socorrido en las leyendas queretanas y sanjuanenses decir que La Malinche o Doña Marina está enterrada en la ex hacienda de La Llave en San Juan del Río, esa bella finca que compró el IMSS para hacer un complejo hotelero en tiempos del presidente José López Portillo y que ahora alberga instalaciones militares y un regimiento blindado de nuestro glorioso Ejército Nacional.
¿De dónde salió tan formidable chisme digno de una lavandera o de un chimolero? Sin rascarme mucho la cabeza puedo concluir que salió de gente semi leída y semicultivada que deduce de nuestra Historia patria hechos aislados. La Malinche o Doña Marina fue despreciada por Hernán Cortés cuando le avisaron sus espías que su legítima esposa, “La Marcaida” –que vivía en La Habana- se dirigía a su palacete en Coyoacán, por lo que el multifacético conquistador entregó a la princesa e intérprete india como esposa a su capitán Juan Jaramillo, quien la desposó, pero Doña Marina Malintzin o Malinche decidió irse a vivir a Nautla, cerca de Coatzacoalcos en la región de Veracruz, donde un temblor de tierra le quitó la vida. Viudo prematuro, Juan Jaramillo (Xuan Xaramillo) decidió ser encomendero en el hoy estado de Querétaro y a su muerte heredó sus estancias sanjuanenses, incluyendo la hacienda de La Llave, su hija María Jaramillo, cuya madre fue La Malinche. La que está enterrada en todo caso en la hermosa finca es la hija de La Malinche mas no ésta; y esta es la historia verdadera cotillos y cotillas lectores míos. Les vendo un puerco chismoso.
Xilotepec fue la encomienda más poblada durante el siglo XVI, y en sus orígenes contaba con 26 mil tributarios. Fue asignada por Hernán Cortés al conquistador Juan Jaramillo de Salvatierra, por su distinguida participación como capitán de uno de los navíos con que Cortés sitiara a Tenochtitlán en 1521. Posteriormente, don Juan fungiría como alcalde de la hoy Ciudad de México en más de una ocasión. Es sabido que Jaramillo fue el último consorte, a partir de 1525, de la célebre doña Marina o Malinche, con quien procreó a doña María Jaramillo. A la muerte de doña Marina, en 1531, don Juan casa, en mayo de 1532, con doña Beatriz de Andrada, hija del comendador de la Orden de Santiago don Leonel de Cervantes, encomendero de Xalatlaco, y de su esposa, doña Leonor de Andrada. Por su parte, doña Beatriz, a la muerte de Jaramillo, contrae segundas nupcias con don Francisco de Velasco, hermano bastardo del virrey don Luis del mismo apellido, el que antes de ser elevado a esa jerarquía se había hecho cargo en Querétaro de la fortaleza y presidio denominado Frontera de los Chichimecas.
El último documento del escribano Cristóbal de Tapia que habla sobre Querétaro, fechado el siete de agosto de 1554, presenta precisamente a don Luis de Quesada y a su esposa, doña María Jaramillo, “hija legítima de Juan Xaramyllo conquistador desta Nueva España y de doña Marina su legítima mujer, difuntos”, solicitando judicialmente ante la Real Audiencia la posesión de la encomienda de Xilotepec tras la muerte de don Juan, ocurrida hacia 1550, para “pedir todo lo que convenga acerca de los agravios que los señores presidente y oidores de la dicha Audiencia Eral, me han hecho en los pleitos que yo en ella y ante ellos, he tratado y seguido contra don Francisco de Velasco y doña Beatriz de Andrada, su mujer, mujer que fue del dicho Juan Xaramyllo, mi suegro, difunto… de cuatro años a esta parte.
El problema consistía en que ambos, Quesada y Velasco, pretendían la posesión total de la encomienda. Llevaba ventaja el hermano del virrey, quien tenía a su favor una provisión real que estipulaba que “cuando algún conquistador falleciere y dejare hijo legítimo se le encomienden los indios del padre y si no tuviere… a la mujer viuda”. Tal era el caso, ya que Jaramillo sólo procreó una hija, por lo que la encomienda le correspondió a la viuda, doña Beatriz. Sin embargo, antes de que se implantaran las Leyes Nuevas en 1542, don Juan.
Dio en dote a doña María Xaramillo, su hija legítima, con don Luis de Quesada, la tercia parte de los dichos indios, por virtud de la cual renunciación, el virrey don Antonio de Mendoza depositó en el dicho don Luis de Quesada como en marido de doña María Xaramillo, la dicha tercia parte de los dichos indios… Así, al virrey Luis de Velasco sólo le tocó depositar… en la dicha Beatriz Xaramillo, como mujer legítima que quedó del dicho Joan Xaramillo, las dos tercias partes del dicho pueblo de Xilotepeque… y con cargo que tenga clérigos que tengas cuidado de instruir y enseñar a los naturales del pueblo en las cosas de nuestra santa fe católica.
El virrey dio formal posesión de la encomienda a su hermano don Francisco el 8 de abril de 1552, y mandó que el dicho don Luis de Quesada haya y tenga la tercia parte del pueblo de Xilotepeque y lleve la tercia parte de los tributos conforme al título que le fue dado por el visorrey don Antonio de Mendoza.
El trato se formalizó mediante la redacción de una escritura de compromiso, que pasó en el pueblo de Xilotepec ante el escribano Juan de la Cueva el 20 de septiembre de 1557. Don Luis siguió recibiendo mercedes durante el año de 1565, cuando se le otorgaron un sitio para potrero en unas barrancas y dos caballerías en términos de otras tres que poseía en una estancia que nombran Las Ciénagas. Para 1574 había muerto don Luis de Quesada y le sobrevivían su esposa, doña María Jaramillo, y sus dos hijos: Pedro de Quesada y María de Mendoza. El primero heredó la encomienda de Xilotepec y fue un próspero hombre de negocios, ganadero, minero y funcionario real en la región; a su muerte le sucedió en la encomienda su hijo, Luis de Quesada y Puga, a quien en 1609 el rey le concede la tercera parte de la encomienda mediante una fianza de 12 mil pesos. Para entonces la mitad ya estaba en manos de la corona. A su muerte la gozaría en cuarta vida su viuda, doña Francisca de Sámano y Galdós.