Autoría de 1:00 am Amílcar Salazar - Filo rojo

El feminicida más joven de Querétaro (I de III) – Amílcar Salazar

TEXTO: AMÍLCAR SALAZAR/LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ Y OBTURE PRESS

A este mozalbete de 14 años le decían Mane, de cariño, sin imaginar ninguno de sus familiares que estaba por convertirse en uno de los feminicidas más jóvenes de la historia criminal de México.

Con frialdad, el chico queretano confesaría a los agentes ministeriales cómo violó, estranguló y sepultó a Dulce Cecilia, su prima y vecina, con apenas cinco años.

“Le tapé la boca con la mano derecha para que no llorara, la llevé a un carro Jetta de color negro que es de mi papá, la metí en el asiento de atrás y fue cuando sentí atracción por ella y la violé. Ya cuando vi que no respiraba, cavé un hoyo en el patio para enterrarla”.

El asesinato de la niña estremeció hace un año (8 de marzo de 2018) a la precaria comunidad de El Blanco, municipio de Colón, donde se asentaba el predio multifamiliar que habitaban tanto la víctima como el agresor.

Dulce Cecilia jugaba con un pato de plástico cuando se topó con Mane y su malévola ociosidad. Ahora, los juguetes de la menor sirven para decorar su tumba del panteón de La Esperanza, donde una frase grabada sobre una placa de vidrio la recuerda: “siempre en nuestros corazones».

LALUPA.MX SIGUIÓ LA PISTA

Las noticias sobre la desaparición de esta menor se difundieron en su momento por los medios de información. Sin embargo, LaLupa.mx accedió en exclusiva al singular caso de violencia familiar, cuyo protagonista fue sentenciado este 25 de septiembre por el Tribunal Superior de Justicia de Querétaro (TSJQ) a raíz de una causa originada por la Fiscalía Especializada en Justicia para Adolescentes (FEJAQ).

CASTIGO «MENOR»

La autoridad judicial emitió un fallo que despertó inconformidad entre allegados de la víctima, tras de ser condenado el agresor a tres años de reclusión (periodo máximo que según la ley puede imponerse a un menor de 16 años), así como a pagar a la familia afectada una indemnización por 442 mil pesos, además de gastos funerarios por 35 mil.

Como agravantes del caso, los padres del agresor buscaron protegerlo del ojo de la justicia, y a sabiendas de que éste había enterrado el cuerpo de la niña en el patio, procedieron a exhumarlo y luego a irlo a ocultar en un cerro.

“Cuando descubrí el cuerpo de la niña, me dio miedo y decidí hacer algo para ayudar a mi hijo, porque no quería que le pasara nada”, reconoció ante el ministerio público Everardo N., padre del agresor, quien además involucró a su esposa (Carmen N.) para realizar en pareja el traslado de los restos.

CÓMPLICES EN LIBERTAD

De acuerdo con las pautas que rigen el Nuevo Sistema de Justicia Penal, los padres de Mane siguen hoy sus procesos en libertad, esperando las audiencias y el fallo que determine su grado de responsabilidad por delitos “contra las normas de inhumación y exhumación”, de acuerdo con una fuente del TSJQ consultada por este espacio periodístico.

“LOS JUECES, ¿TENDRÁN HIJAS?”

–Yo quisiera saber si los jueces tienen hijas. Porque si les pasara algo así en sus casas no creo que se hubieran portado tan blanditos como lo hicieron con el caso de mi niña –dice a LaLupa.mx la madre de la niña fallecida, Daniela N., mientras que su esposo, Vicente N., la secunda.

“Que no se aparezca ese maldito que mató a mi hija por el rancho, porque aunque no me toque verlo a mí, van a sobrar los que le den su merecido.”

Según pudo constatar este medio, la baja sentencia contra el agresor también causó enojo entre los vecinos de la calle 16 de Septiembre, donde ocurrieron los hechos.

–Si yo fuera el papá de la nenita quizá estaría viendo cómo hacer justicia por mi cuenta, porque no se vale que la condena sea tan cortita ni me parece justo que los papas anden en libertad, cuando ya vimos que hasta la hicieron de sepultureros –opina José Olvera, operador de grúas.

EL BLANCO, IRREGULAR Y MARGINADO

Sobre la cumbre del cerro de El Blanco, un caserío de tabique gris se agolpa encima de un enjambre de calles terregosas que descienden entre hoyancos hasta la única arteria pavimentada del pueblo.

Abajo, una iglesia y un jardín ralo, un tianguis de ropa usada, una escuela primaria y el entronque con la carretera que une al ayuntamiento con la capital de Querétaro fungen como aglutinadores de la población.

El Blanco creció como extensión del pueblo de La Esperanza (1843), impactado por la oferta de mano de obra que trajeron a la región las agroindustrias del tomate cultivado en invernaderos, así como el Corredor Aeroespacial, conjunto fabril que limita con el Aeropuerto Internacional de Querétaro.

Pueblo de cinco mil habitantes que pasó de ser campesino a obrero, El Blanco es una de las 50 localidades colonenses catalogadas por el Coneval con grado de marginación “alto”.
Rezagos en pavimentación y drenaje, así como una notoria baja potencia de la energía eléctrica destacan entre las quejas externadas por sus residentes.

“Aquí los apagones son típicos. Nosotras llevamos como dos años pidiendo a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que nos cambie el transformador y nada que nos hace caso –se queja Lourdes, dueña de la miscelánea La Tinaja, donde gracias a la fluctuación del voltaje ya se dañó el refrigerador.

PREDIO MULTIFAMILIAR, TEATRO DEL CRIMEN

A mediados de los años 90, el agricultor Socorro N. tuvo una idea para mantener unidos a todos sus hijos: aprovechar el gran terreno que tenía sobre la calle 16 de Septiembre y construir una especie de condominio familiar.

Fue así que los nueve hermanos edificaron sus casas dentro de lotes contiguos obsequiados por el padre, quien luego bardó la finca y puso un portón único para el paso de toda la grey, actualmente compuesta por 20 integrantes adultos y 30 menores.

Dulce Cecilia (hija de Vicente, mecánico de 35 años, así como de Daniela N., jornalera agrícola de 32) vivía a menos de diez metros de la casa de su primo Mane (hijo adolescente de Everardo N., guardia de seguridad de 43 años, así como de Carmen N., cocinera de 36).

“En la familia siempre nos hemos llevado bien, convivimos y nunca se han dado pleitos, siempre lo he procurado así”, dijo Socorro al fiscal de la Unidad Especializada en Búsqueda de Personas, ello una vez que su nuera Daniela alertó a la autoridad sobre lo que entonces consideraban era un extravío de su hija.

El abuelo de 61 años estaba lejos de suponer que sus queridos nietos Dulce Cecilia y Mane se convertirían en víctima y victimario de una tragedia que habría de resquebrajar al clan que tanto buscó resguardar dentro de su finca.

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Last modified: 16 septiembre, 2021
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