En diciembre de 2002 se imprimió la Última concentración lírica del siglo XX, en donde Francisco Cervantes Vidal dejó testimonio de aquellos que estaban y escribían poesía, en el Querétaro de ese entonces.
En dicha publicación aparece el poeta José Luis Sierra (1949-2013) con tres poemas sobre la ciudad, su esencia y ambiente, entre ellos está “Little city”, mismo poema que se lee, aunque con el nombre de “Welcome to hell, welcome to paradise” y algunas modificaciones, en el libro “Una ciudad para José María y otros poemas”, editado en 2013.
Apenas el año pasado, Herring Publishers México presentó el cuadernillo “Welcome to hell, welcome to paradise, Homenaje a poetas queretanos”, haciendo honor a la obra de José Luis con ese título.
En esta nueva entrega de “Zona de visión”, volvemos a la raíz de todo y presentamos los tres poemas que José Luis Sierra dio a conocer en esa Última concentración lírica del siglo XX, para mostrarnos su ciudad: su infierno y paraíso, llamado Querétaro.
ROCÍO BENÍTEZ
LOS QUERETANOS SOMOS LOS MISMOS HOY SIN NOSOTROS
Siempre señalada, la ciudad
es entrona y republicana, joven y
bella, media vieja, carcamana,
mojigata, desmemoriada, insuflada,
de glorias austeras: Ajenas, pues. No
se vayan a creer, pero la queretana
alcurnia ha pasado por momentos
culminantes, ha tenido su lana, y no
porque yo lo sepa de propio, han sido
los dichos y chismes… “Para lenguas
y campanas”… Imagínense que en los
desayunos y meriendas hoy son el pan
nuestro de cada día… Y líbranos, señor,
pero no hay fonda y merenderos locales,
que no estén llenos de plebeyos, nuevos
ricos y fuereños de la capital. Atiborrados
como les gusta, en la chorcha comadril
de sucesos y acontecidos. Se reviven
hechos de la historietita local y
trajines citadinos… Si sobrevivirá el
cirio pascual de San Agustín, no si
no hubo campanadas suaves de duelo
por el maicero de la esquina. O si la hija
de doña Ana se fue de viaje a la frontera
y después de varios meses se le ve muy
compuestita… En fin, si lo explicado por
el padre Espitia es verdad o es mentira,
porque el gobernador ese domingo fue
a la misa de doce.
Los aromas son los mismos y no,
enredados andan los caballeros y las
damas. Y las niñas y los niños de la
mano de sus abuelos. Hoy magna y
luminosa, la ciudad. El mueblero y el
boticario comen nieve en Hércules,
para después llegarse al jardín Obregón
y amodorrarse en su banca preferida
y hablar… y hablar… Lejos, muy lejos
andan los tiempos de las buenas
memorias, como las tías y los
sobrinos.
No son las luces de María
Santísima, pero nubarrones sí hay. Y
si no llueve, pues no crecen de buen
tamaño las mazorcas… y si llueve, el
río volverá a ser caudaloso y se
perderán los patos y las putas, y las
cosas otra vez, como en otro tiempo
atalayas. Pero no, desbordar el
ánimo no es sano. Disgregar el seso,
menos. Pepe ya no se pasea alrededor
del jardín como antes. La vecina de V.
Carranza no volvió a salir nunca a
cambiar, aquella señora delgadita
que calzaba unas botas muy de la
época. Murió hace años el chuequito que
le velaba las teleras y conchas a Menchita
dicen que amaneció tirado sobre el atrio
de Santo Domingo un martes…
Los queretanos somos los
mismos hoy sin nosotros, casi sin
rastro: apenas perceptibles rasgos
nos identifican frente a los
aparadores de los nuevos edificios y
comercios que han llegado y
aposentado a lo que migran a esta
tierra de dios. Los jóvenes siguen
besándose y acariciándose como
siempre; tal vez más convulsivamente
se abarcan más porque son más producto
de este tiempo de más…
Generaremos corazones
como lechugas, aunque ya no se den
tan bien en Santa María Magdalena.
Somos señalados, suficientes,
demócratas y abajeños, nuestra
gloria está allí, como la historia que
ha recorrido los campos de esta tierra
seca, plena de biznagas y cactos
erectos. El contradictorio amor, como
la luna, nos hará pasar al otro siglo.
***
LITTLE CITY
Nadie escribe sobre las paredes de mi ciudad
“Welcome to hell ni
welcome to paradise”
ni los de la compañía de la luz se atreven
a colocar nuevas bombillas
en este callejón oscuro…
Se abandona la calle como se olvida
la historia
Sólo Dios sabe de las bofetadas y
escupitajos
(Sólo Dios finca la culpa)
No hablo de la conciencia del polvo en el aire
(… no del putero de los vendidos que
vociferan
a medio día en la plaza su desgracia,
las firmas
de los magistrados, la palabra del
ejecutivo…)
Querétaro sabe todavía a cal y canto
a adobes rancios, meados por
españoles y franceses
Hablo de mi ciudad y su motivo
De su esperanza hablo
De su rostro claro y duro
Del miedo que nos da rezar
Hablo de los soberbios y su fatalidad.
Este es el espacio y el tiempo
Mis hijos crecen como tu amor
Este es su espacio y su tiempo
Languideces en la lectura de nuestro
destino
Como venir y estar y figurarte
En estos vientos urbanos
Hacemos nuestra tu memoria
la infinita gracia de tu silencio
Nadie escribe sobre las paredes de
mi ciudad
“Welcome to hell no
welcome to paradise”
***
CREAN LOS NIÑOS EN TI LA HORA DEL CREPÚSCULO
Quizás se enrarezcan los vientos
esta noche
y salga de ti otra parecida Hidra
Quizás de la lluvia aflore una luz
embelezada y fuerte a la mañana.
A la fortaleza que dan los muros
un grito de alivio se acerque
no sea por la escucha una risa
ni canto retorcido por el llanto.
Celebremos ciudad este santuario
tu campo santo tus calles viejas
y refrendemos la memoria
nuevamente
y otra vez para que nunca sea el
olvido.
Crean en ti a la hora del crepúsculo
Coman los pájaros de esas nubes
redordetas
Reposen esas cabezas canas
nuestras vidas
Y hablemos mucho de tus músicas y
silencios.
A SANTIAGO DE QUERÉTARO EN SU 468 ANIVERSARIO
José Luis Sierra (Querétaro, 1949-2013) Estudió Derecho y Piscología. Poeta y editor. En 2013 se presentó su libro “Una ciudad para José María y otros poemas” (Calygramma/CONACULTA/INBA).