Monique Gustin dice realistamente que la respuesta depende de cada uno de los protagonistas misionales, ya que cada uno tenía diferente visión. Para el rey era una forma de descargar su real conciencia explotadora y un método para civilizar y controlar a sus reinos; para Escandón y los militares eran un campo para colmar sus ambiciones materiales; para los pobladores de pueblos y haciendas cercanas la pacificación pero luego un estorbo porque les sustraían su mano de obra barata; para los misioneros era una obra de caridad y de fe; y para los principales interesados, los indios, “las misiones fueron un plazo, una prórroga, un paréntesis, en su destino de vencidos”.
Las nuevas misiones franciscanas, desde su establecimiento en 1744 y hasta 1750, prosperaron poco, ya que los indios remisos se negaban a vivir bajo la imposición de los misioneros, además de que se presentaron brotes de epidemias que diezmaron a la población, circunstancia que se agravó con la violenta represión impuesta por Escandón.
Así a la llegada de Fray Junípero a la región el panorama no era muy halagador.
Cuando el guardián de San Fernando pidió voluntarios para aquellas misiones, se ofrecieron ocho, y los primeros fueron fray Junípero y fray Francisco Palou. Algunos padres sugirieron que varón tan docto como fray Junípero no fuera enviado a un rincón tan bárbaro. A favor de la claridad de esta decisión franciscana Diego Prieto escribe que “En el mes de mayo de 1750 Fray Junípero fue nombrado presidente de las misiones de la Sierra Gorda, por el guardián de San Fernando, fray José Ortés de Velasco, para sustituir a Pérez de Mezquia. Así que de inmediato se puso en movimiento, junto con Francisco Palou, que recibió el nombramiento de subprefecto, y otros diez misioneros franciscanos.”
El camino de México a Jalpan Junípero Serra lo hizo a pie, con su llaga sangrante, provocada por un ácaro o piojo, declinando la ayuda que le ofrecieron los indios ladinos que fueron por él a San Fernando; la segunda, porque a vuelo de pájaro es mejor de Zimapán a Pacula y de ahí a Matzacintla, cruzando el río de “El Desagüe” hoy llamado “Moctezuma”, para ni siquiera tocar Tilaco ni Landa sino agarrar recto para Jalpan.
Viendo el considerable atraso de las misiones de 1744 a 1750, comprendió que el mismo fue ocasionado por la constante rotación de misioneros y que éstos no tuvieron tiempo de aprender a comunicarse con los indios en lengua pame, por lo que de manera rápida aprendió tal lengua de un indio mexicano que se había criado entre los chichimecas desde niño, tal y como lo refiere su biógrafo Palou.
En otro orden, es muy sabido que él personalmente se estableció en Jalpan y dirigió la construcción de la misión de Santiago del mismo nombre y que para la de Landa, Concá, Tancoyol y Tilaco se auxilió de sus fieles frailes como Palou y Crespi y se da por hecho que solamente estuvo Serra en Jalpan y que de ahí no se movió. ¡Nada más erróneo! Baste ver el territorio andado después de su aventura en la Sierra Gorda para deducir que el señor cuando menos fue a supervisar el trabajo misional y de arquitectura que se desarrollaba en las misiones diferentes a la de Jalpan. Su amor por los indios y su evangelización integral que incluía los trabajos de agricultura, ganadería, enseñanza de la música, del español y oficios, ocupaba todos sus desvelos y deduzco con toda seguridad que el señor anduvo por toda la zona.
¡Si después de ser removido de Jalpan pidió permiso para evangelizar en Oaxaca, Mazatlán y la Huasteca! ¿Cómo se piensa que el señor peregrino de Dios no iba a recorrer y a supervisar las cuatro misiones restantes?
No tengo dudas de que si bien fray Junípero Serra se encargó personalmente de dirigir la misión de Jalpan, eso no impidió de que en su carácter de presidente de la Sierra Gorda supervisara y coordinara los trabajos de los misioneros asignados en cada una de las cuatro misiones restantes.