HISTORIA Y FOTOS: JESÚS ARRIAGA/ LALUPA.MX
Dio Montero, catalán, español, queretano desde hace 9 años, dice que se siente a gusto en México, donde “nunca he tenido un problema con nadie”. Además de dedicarse al reparto de comida por aplicación (App), es baterista, aunque reconoce que la música es sólo un hobbie que disfruta mucho.
–¿Por qué te haces llamar Dio? –Es en honor a Ronnie James Dio, uno de los músicos más emblemáticos del heavy metal, responde Montero mientras se acomoda en la salita de la cafetería Die Galerie. De fondo se escucha a la banda estadounidense Chicago, con una de sus más “melosas” canciones: “If you leave me now”.
Una taza de chocolate y unas galletas acompañan al hombre en su charla. “Llevo tocando la batería desde los 24 años, tengo 44 ahorita. En España tuve varias experiencias musicales, igual que acá. Cuando llegamos a México iniciamos un proyecto que se llamó ‘Conín Brothers’, luego se disolvió, y ahora estoy en una banda que toca música ochentera y otra que es de metal”.
Apunta que la batería, como instrumento musical, siempre fue una ilusión desde niño, cuando se juntaba con sus amigos a jugar a tener una banda, él siempre elegía ser el baterista. Hasta que fue adulto, a los 24 años, fue cuando se pudo comprar una batería y a esa misma edad fundó su primera banda.
Por la edad, a Dio le tocó presenciar la “movida madrileña”, con grupos como Mecano, Nacha Pop y La Unión, aunque él se movía en ambientes diferentes, más rockeros, más pesados, alejado del pop de esas bandas.
A la par de esos grupos, Dio recuerda a otros músicos y bandas, como Kortatu, Rosendo, Barricada, El Norte, Leño, Banzai, más pesadas y tirando más al metal.
“A la música siempre la he visto como un hobbie, como un pasatiempo. Nunca le di la prioridad, para decir ‘me voy a comer al mundo musicalmente’. No, porque está bien complicado. Los que tienen que vivir de la música ya viven. Los que venimos detrás, le debemos hacer cómo podamos, porque esos lugares ya están ocupados.
Yo siempre me lo tomé como una diversión, como el que se va al gimnasio, a la montaña o al bar. Para mí, mi diversión era ensayar con mi batería. Aquí, en Querétaro, también siempre me lo he tomado como un hobbie, sin embargo, la diferencia aquí no es que puedas vivir de la música, pero sí es más fácil montar un proyecto, de covers, o de lo que sea, ir a tocar a algún lugar y cobrar algo, no es decir que te vas a hacer rico, pero sí te la oportunidad, cuando menos, de cobrar, cosa que en España es imposible”.
Agrega que en Querétaro hay muchos espacios para que las bandas puedan tocar y entretener a la gente que acude a divertirse a bares y antros.
Dio recuerda que el 19 de agosto de 2010 llegó a México y dos días después, el 21 de agosto, ya estaba en Querétaro. La razón de la mudanza fue su esposa, que es mexicana y con quien mantuvo una relación en línea hasta que decidieron formalizar más la relación.
Dice que los más difícil de llegar a un lugar nuevo es dejar a la familia y los amigos. El trabajo, la banda, se puede “reemplazar”, pero la familia y los amigos, esos no, y es lo que más extraña. En Sabadell, España, donde nació y creció, dejó a toda la familia.
LAS BARBARIDADES DE LA CONQUISTA
Por la ventana a la cual Dio le da la espalda se puede apreciar que la lluvia sigue cayendo. El catalán y español (no está a favor de la separación de Cataluña de España) habla ahora de la conquista y del encontronazo que tuvieron los gobiernos de México y España por la exigencia de una disculpa por los abusos cometidos por los españoles en contra de los habitantes originarios de América y de lo que sería México.
Dice que para él hay muchos errores en la historia, comenzando con el hecho de que ni en el caso de Cristóbal Colón ni en el de Hernán Cortés se explican las barbaridades que hicieron cuando llegaron. Sin embargo, dice que mover ese tema es sólo para “apestar”, que no tiene caso.
Una llamada entra al móvil de Dio, quien la rechaza para seguir la plática. Toma un poco de chocolate y come galleta. Se acomoda, y explica que tiene contacto con otros españoles que viven en México, pero que no suele ser de todos los días, además de que algunos, por sus ideales políticos y religiosos, tienen posturas más radicales, dependiendo de las regiones de las que sean.
Dio dice que en Querétaro, como en cualquier lugar tiene que luchar por lo que quiere, y que aunque en el estado ve una vida futura tranquila, aclara que regresar a España no es un tema cerrado.
“Lo que veo aquí es que hay mucha más facilidad para vivir al día. No mirar al futuro, sino vivir el día a día. Por ejemplo, acá un día no tienes dinero y preparas cuatro o cinco tortas y te sales a venderlas en la puerta de tu casa.
En España se te ocurre eso y apenas sales a la puerta de tu casa ya tienes al policía, al de sanidad y te quitan las tortas y te multan. Hay más facilidades aquí”.
Dio se despide. En la puerta de la cafetería, entre una decena de fotos de personajes históricos logra ver a Salvador Dalí, a quien mira y sonríe al tiempo que dice con orgullo “mi paisano, era catalán”. El hombre de mediana edad, amante de la batería, vuelve a su rutina habitual.