HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ /LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ
Por primera vez Alana podrá tener un acta de nacimiento, una credencial de elector y documentos que coincidan con su identidad de género, luego de una transición que inició hace 13 años con el apoyo de su familia. Alana es una de las cinco personas trans de Querétaro que obtuvo un amparo de un juez federal para ordenar al Registro Civil a adecuar sus actas de nacimientos con su identidad.
La transición de Alana empezó cuando tenía 12 años de edad y el hecho de que sus documentos oficiales no coincidieran con su aspecto de mujer le cerró las puertas a la educación y a los trabajos dignos. Por su cuenta, terminó la preparatoria abierta y abrió una estética, pero su verdadero sueño es estudiar psicología y viajar a Canadá, aunque hasta ahora no podía tramitar un pasaporte.
Hace dos años inició su trámite legal junto con otras 4 personas trans de Querétaro para denunciar la discriminación de la legislación civil del estado, que obliga a las personas trans a promover un juicio para adecuar su identidad en el acta de nacimiento y aportar todas las pruebas que justifiquen la necesidad de esa modificación.
Para Alana esos dos años fueron una jornada “super larga y estresante”, pero a su 25 años de edad ahora siente que se abren las puertas del mundo. “Podré ir al banco a hacer mis trámites sin dar explicaciones, podré estudiar, podré salir del país y sobre todo, le vamos a facilitar el cambio de identidad a otras personas”.
Actualmente solo Ciudad de México, Michoacán, Nayarit, Coahuila, Colima, san Luis Potosí e Hidalgo permiten la adecuación del acta de nacimiento a través de un trámite administrativo ante el Registro Civil. En el resto, exige la promoción de juicios y la presentación de diversas pruebas, lo que hace este trámite muy gravoso para cualquier persona.
Durante los últimos 13 años Alana experimentó todo tipo de discriminación porque sus papeles no coinciden con la manera en la que se ve. Sus papeles de nacimiento, su credencial de elector y sus comprobantes de estudios son de un hombre que no es ella y al no coincidir, tiene que explicar su caso en trámites que son sencillos para cualquier otra persona.
“Ir al banco, por ejemplo y tú puedes verlo en la cara de las personas, los comentarios, las burlitas, las miradas entre sus compañeros. Que se burlen de ti por supuesto que duele, te hacen sentir mal. ¿Por qué no enseñarles a los hijos que si les molesta algo mejor se volteen? Sin dañar a las personas, sin hacerles el feo”, recalca.
El amparo, dice, permite que por primera vez la reconozcan como mujer. “Yo empecé a los 12 años mi transición, a los 14 inicié los tratamientos, las hormonas y mi camino más formal como mujer trans, porque me veía en el espejo y no estaba contenta con lo que veía. Yo siempre me sentí mujer y cuando crecí empecé a usar la ropa, a pintarme como cualquier otra chica de mi edad, mi corazón y mi espíritu eran femeninos, mi cabeza, lo único que no lo era, era mi cuerpo”, agrega.
FALTA DE EMPLEO DIGNO Y DE EDUCACIÓN, ENTRE LOS PROBLEMAS DE PERSONAS TRANS
Las cosas para Alana fueron más sencillas que para otras personas, porque cuenta con el respaldo incondicional de su familia, pero su relación con el mundo no es distinta a la que viven las demás personas trans, porque en general no hay respeto hacia la diversidad.
“Cuando vas en la calle no faltan los comentarios y las burlas, cuando entregas una solicitud de empleo y solo te ven y te dicen: nosotros te hablamos, pero jamás te hablan. Así que solo te queda salir adelante con la gente que tienes, aprender que todo lo que quieres cuesta, pero ayudaría que la gente entendiera que nosotras somos mujeres como cualquier otra, como los distintos tipos de mujeres que hay”, asegura.
La manera en la que el mundo trata a las personas trans le cerró las puertas a la educación. Le costó trabajo estudiar la secundaria porque los directores le decían a su familia que ahí solo sería víctima de burlas. “Le decían a mis papás: si la meten aquí solo van a conseguir que todos se burlen. Eso no tendrían que decírselo a mis papás, sino enseñarles a los demás que no se burlaran. Ahí aprendí que las burlas, que discriminar, no es cosa de nivel educativo”, considera.
Aunque los rechazos en las escuelas retrasaron su proceso educativo, Alana terminó la prepa abierta, pero todavía le faltaba enfrentarse a los rechazos en los empleos. Su primer trabajo fue en una tienda de ropa, “muy mal pagado” y el dinero no le alcanzaba para costear su transición, así que empezó a estudiar belleza para abrir su propia estética y pagar sus tratamientos.
Considera que lo ideal sería que México haga lo mismo que sucede en otros países, donde los gobiernos o los seguros médicos asumen algunos de los costos de la transición. Al dejarlo hoy en manos de las personas trans, que no tienen acceso a la educación ni a trabajos dignos, se corre el riesgo de que acaben con tratamientos inseguros o personas que realizan malas praxis. Eso se nota en las estadísticas, afirma, la edad promedio de vida de una persona trans es de 40 años.
“Es muy triste, muy triste, que las personas trans mueran tan jóvenes porque les recomendaron con alguien que les hizo un mal trabajo o porque los trabajos precarios las ponen en riesgo. Nosotras también somos personas y queremos tener una vida digna como cualquier otra persona convencional. No dejamos de tener intereses, corazón, sentimientos”, insiste.
Para ella, tener un papel que reconozca su identidad es un gran paso, pero no es suficiente, porque se debe trabajar con el resto de la población, para que trate con respeto a los demás, ya que “hemos avanzado muchísimo, pero está muy marcado el rechazo, la discriminación”.
“No está padre que seamos motivos de burla, no me interesa lo que la gente diga, pero siempre todas las miradas son para ti, nos facilitaría la vida y nos daría más seguridad que no nos aislaran, porque todas las personas debemos tener las mismas oportunidades”, relata Alana.
EL ACTA DE NACIMIENTO ABRE NUEVAS PUERTAS
Todavía falta respeto, no solo de la comunidad, sino de las instituciones y los servidores públicos, porque a veces, cuando las personas trans le piden ayuda a un policía ante alguna agresión, “se burlan de ti, cuando todos somos comunidad, pagamos impuestos, tenemos necesidades”. Sin embargo, el amparo federal representa una nueva oportunidad.
La modificación al acta de nacimiento para reconocer su identidad le permitirá ajustar otros papeles: su credencial de elector, sus documentos escolares, facilitará el acceso a créditos, los trámites bancarios y por primera vez tramitará su pasaporte.
“Me gustaría estudiar psicología, me encantaría ser psicóloga. Quiero ir a Canadá a trabajar, a conocer, porque hay muchas oportunidades para nosotros fuera de México, en México sí está muy marcado que somos motivo de burla y en otros lugares, como Canadá o en otros países dicen que es más fácil, nunca he salido de México, tengo amistades que sí han tenido oportunidad de viajar y dicen que es mucho más fácil”.
Todavía falta mucho camino, reconoce Alana, pero estos años fueron de mucho trabajo, de esforzarse durísimo y lo que sigue parece menos fácil, porque como cualquier persona define hasta dónde quiere llegar y eso no lo pueden impedir otros.