HISTORIA: CARLOS P. JORDÁ / LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ / LALUPA.MX
“Pasan La Bardita y suben pa´la derecha, por La Peña. Pregunten por las antenas”, indica Mayra Bautista vía telefónica al equipo de lalupamx. Hay que atravesar prácticamente toda La Solana y continuar por la terracería cuando el empedrado ha llegado a su fin. Tras las vagas referencias, es necesario indagar con más de un vecino; algunos no conocen a la persona por la cual preguntamos, otros dicen que sigamos derecho.
Alcanzando los linderos de la comunidad, alguien pregunta, otra vez, si ya nos habremos pasado. “Sí”, es la respuesta, pero no por mucho. Logramos un giro de 180 grados después de no pocas maniobras. A la mitad del estrecho camino ya recorrido, bajo el punzante rayo del sol de las cuatro de la tarde, una mujer nos sonríe. Es Mayra.
La morada de nuestra anfitriona es resguardada por una reja de metal y dos perros pequeños cuyos nombres corresponden a su color; La Negra y La Canela. Nos ladran, “nosotros los cuidamos y ellos a nosotros”, dice la dueña. Mayra, una mujer de 27 años, levanta a una niña que la espera de pie en la entrada de la casa, “saluda Lupis”, anima a su hija mientras nos da la bienvenida.
Guadalupe, “Lupis”, es la menor de tres hermanas. Tiene dos años, ocho menos que Perla, la mayor. Ambas son muy tímidas, en contraste con Coral, la mediana, quien sin levantarse de su silla –un asiento de bebé para automóvil recargado a ras de tierra– se hace notar tan pronto nos instalamos en el lugar. Aquello que emite su voz es incompresible debido al daño neurológico que la falta de oxígeno le provocó al nacer. Las tres pequeñas y sus padres duermen en la misma habitación, aunque eso está próximo a cambiar.
“Es la primera vez, por eso como que no lo podía creer”, Mayra habla del apoyo que recibe por parte del gobierno municipal de Querétaro con el entusiasmo de alguien que tiene un billete ganador de la lotería. Ella y los suyos forman parte de las 2 mil 790 familias beneficiadas por el programa de Vivienda Digna que otorga la alcaldía capitalina. Explica que en muchas ocasiones anteriores había intentado recibir recursos sin obtener resultado alguno. “Ya sólo falta el tabique y no creo que vaya a tardar, todo ha sido muy rápido, como un sueño”.
La quimera que la joven señora Bautista vive, ahora despierta, comenzó un día de mayo del año en curso. Omar, padre de la familia, llevó a Coral a su consulta médica mensual, tarea que suele desempeñar su esposa, sin embargo ella tenía una cita en el Centro Cívico. Nada personal; a la convocatoria asistieron muchas personas para enterarse de que eran aspirantes a recibir uno de los 600 cuartos adicionales, una de las 2 mil estufas ecológicas o uno de los 100 techos o pisos firmes con los cuales el presidente municipal, Luis Nava, pretende mejorar la calidad de vida de los queretanos.
“¡Y que nos toca! Todo valió la pena”. Con “todo”, Mayra se refiere a los tres camiones que tuvo que abordar aquel día de la charla y al permiso que pidió su esposo para ausentarse al trabajo. Puesto que Omar se dedica a la construcción, al matrimonio le consta que la grava, el cemento y la arena con la cual Perla y Lupis construyen castillos, materiales que les han brindado para construir su habitación, son de alta calidad.
“Nos dieron el plano para construir. Nosotros ponemos la mano de obra y ellos traen hasta acá todo”. Bajo estas condiciones, el oficio de Omar resulta una gran ventaja. Así lo percibe Mayra, cuya boca curveada revela que la perspectiva que tiene de la vida, en general, es bastante positiva. Habla de su presente como una mujer que disfruta del día a día, paseando a Coral en una carreola alrededor del campo de futbol donde Perla entrena los martes y jueves.
Al mencionar el futuro su voz se acelera. Cuando parece que más optimismo es imposible, los ojos de Mayra destellan al contarnos de la posibilidad de convertir en un edificio de dos pisos la habitación de 4.56 por 3.55 metros que próximamente compartirán Lupis y Perla. “Hace un año vivíamos todavía con mis papás, hicimos nuestra casita, chiquita, pero nuestra. Y ahora ya, primero Dios, para agosto ya está el cuarto de mis niñas”, dice la joven madre sin que su sonrisa baje la guardia un solo segundo.