Autoría de 2:30 am Qro, Tierra de Artesanos

Como Lele, Don Xu es también embajadora otomíe en el mundo

HISTORIA: CARLOS P. JORDÁ /LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ /LALUPA.MX

Turquía, Italia, Venezuela, Chile y España son algunos de los países que Genoveva, una mujer indígena orgullosa de sus raíces, ha visitado en compañía de Don Xu, la muñeca artesanal típica de la comunidad de San Ildefonso en Amealco de Bonfil, Querétaro.

Cualquier habitante del poblado, hasta el más veterano, respondería que Don Xu solía ser sólo un juguete que las madres otomíes confeccionaban para sus hijas. Genoveva Pérez —Geno, cuando hay confianza— recuerda que la primera vez que su madre se dispuso a vender muñecas en la cabecera municipal, el costo de éstas no superaba los 15 pesos por pieza. Aunque para ella, el juguete que aprendió a fabricar observando y replicando las técnicas de su progenitora, ha significado más de un boleto de avión impreso con el nombre G. Pérez.

Es importante no confundirla con Lele, la muñeca elaborada en Santiago Mexquititlán que recientemente también se fue a pasear por el mundo tras la iniciativa del gobernador Pancho Domínguez y de su directora de Comunicación Social, Mariela Morán. Las diferencias son claras; la de San Ildefonso tiene la tez morena y alargada, lleva un traje típico de la comunidad de la cual es oriunda y tiene, siempre, un bebé bordado a sus brazos y su vientre. Por su parte, a Lele se le reconoce por su redonda cara rosada y una gran cabeza que no guarda las proporciones con el resto de su cuerpo, una muñeca también muy bonita.

UN TRABAJO DE MUCHAS PERSONAS

En Casa de Madera, el taller de Pérez, son muchas las mujeres empleadas. “Este trabajo no es de una sola persona”, dice sin dejar de bordar ojos y bocas en las Don Xu que conforman un pedido de 500 muñecas. El slogan del sitio se lee: manos indígenas, calidad mexicana . Las múltiples artesanas se esmeran, pues saben que su mayor recompensa es representar a las suyas en México y en el mundo.

Las niñas de San ildefonso jugaban con muñecas que en sus brazos cargaban otras muñecas. En otras palabras: desde pequeñas se les establecía la maternidad como objetivo vital. Eso es Don Xu, una representación de la mujer otomí compuesta de tela rellena de algodón. Sin embargo, mujeres como Geno han abierto su mente y las de los demás; rechazando el matrimonio y los hijos para poder conocer el mundo y que el mundo conociera su trabajo. ”Ahora la gente dice: ‘yo quiero ser como Genoveva’”, expresa con orgullo.

Y no es para menos, pues a pesar de haber roto alguna tradición —la cual consistía en hacer de la cocina casera su expertise —, Pérez ha sido la embajadora de la identidad otomí en América y otros continentes, mostrando sus artesanías y portando dignamente, aunque haga calor, los trajes típicos que ella misma hace. “Este es de diario, los domingos que bailamos usamos otro”, explica que mantener vivas las costumbres, como la Danza de la Pastora y la vestimenta, es mantener viva la cultura de México.

¡SOMOS RICOS!

“Regresé y dije: ‘¡somos ricos!’”, Geno asegura que al viajar, dentro y fuera de sus fronteras, descubrió lo mucho que hay en su nación. “En México lo tenemos todo; danzas, comida, vestimentas”, enfatiza en la importancia de enseñar a las nuevas generaciones las tradiciones para que estas no se pierdan. “Si olvidamos nuestras costumbres, el país se
empobrece. Antes, ser indígena era peor que ser delincuente, pero ahora estamos orgullosas.”

Para Genoveva Pérez, las costumbres y tradiciones forman parte de la identidad de una persona, “saber de dónde vienes es saber quién eres, y cuando sabes quién eres y lo valoras, puedes poner en alto el nombre de todos los mexicanos”, concluye la indígena artesana que ha llevado, con vestidos bordados y la muñeca Don Xu, sus raíces y la cultura de México hasta el otro lado del planeta.

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Last modified: 3 octubre, 2021
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