Autoría de 4:08 am Por el gusto de ser queretanos

Alaa dejó atrás Siria y las balas y busca en Querétaro rehacer su vida

HISTORIA: JESÚS ARRIAGA/LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ/LALUPA.MX

Alaa Aboud, originario de Siria, dice que la guerra en su país fue como un mal sueño, en el cual se fue a dormir en paz y despertó en medio de un conflicto. Señala que su carrera en el rubro industrial la terminó bajo las balas. Por la guerra tuvo que dejar su país, pues no hay trabajo y la situación económica es difícil.

Mira en su teléfono celular una película de los Avengers, mientras espera que lleguen clientes a la isla de productos de artesanías y maquillajes árabes, de la cual es el encargado.

Tiene apenas dos semanas en Querétaro, pero cinco años en México, país que lo ha tratado bien, donde la gente y la cultura le agradan. Adaptarse no fue tan complicado, pues afirma que llegar a México es como llegar a casa. Lo único complicado en un inicio fue el idioma, que tardó en dominar casi dos años.

El joven sirio interrumpe para dar un par de billetes a uno de los empleados que acaba de hacer una venta. Los productos son variados. Hay ropa, cuyos diseños llaman la atención, pasando por maquillajes elaborados con productos naturales, así como las artesanías con diseños de animales típicos de esa zona del mundo, como camellos, dromedarios, elefantes y caballos. Los visitantes de la plaza se acercan atraídos por la mercancía y por el colorido del puesto.

Primero, dice, estuvo en la Ciudad de México. Luego, en la ciudad de San Luis Potosí, durante año y medio y después regresó a la ciudad. Comenta que todas las ciudades que ha conocido tienen su encanto. Indica que conoce otros lugares, como Mazatlán, Sinaloa; Guadalajara y Puerto Vallarta, en Jalisco, y cada lugar tiene algo atractivo, por lo que no puede decir cuál es mejor que otra.

SU TÍA, LA CLAVE

Alaa es de la ciudad de Homs, la tercera más grande de Siria, luego de Damasco y Alepo. Homs ha sido uno de los centros urbanos más castigados por la guerra civil en Siria, y mucha gente ha decidido salir para salvar la vida.

“Como toda la gente sabe, mi país está en guerra. Ya llevamos como ocho, nueve años en guerra. Yo salí porque ya no me sentía cómodo en mi país, por la guerra, la situación económica, por eso tuve que viajar. Explica que se decidió por México porque en nuestro país, desde hace 25 años, vive una de sus tías. «Ella me ayudó para traerme».

Agrega que en Siria de su familia más cercana no quedó nadie. Sólo tíos y primos siguen dentro de su país. Su madre vive ya en México, y su hermano en Alemania. Su padre falleció hace tres años.

Dice que lo que pueda platicar de la guerra es muy personal, pues muchas personas más sufrieron situaciones más difíciles que las de él. “Lo yo viví en mi país, en un país con guerra es muy difícil porque es como un sueño. Te duermes en la noche todo bien, todo completo, no hace falta nada, y al siguiente día ya vas a escuchar las bombas y los disparos de las pistolas.
Me afectó muy mal para mi futuro y mis estudios. Como joven tengo licencia de programa industrial. Termine mi escuela debajo de las balas, debajo de las bombas, pero no pude encontrar trabajo. Aparte de eso, la situación económica es muy difícil, los precios subieron al triple, y la situación es rara. Es como un mal sueño. Es lo que sentía cuando estaba en mi país”, abunda.

Asevera que fuera del país se tiene una imagen incompleta de México, pues ya que se conoce se sabe la realidad que se vive. Nunca se imaginó que el país fuera tan vasto. Incluso, cuando llegó al aeropuerto lo vio muy grande, algo que no se imaginaba. La Ciudad de México le sorprendió por lo grande y por los problemas viales, algo que, confiesa, no imaginaba.

Señala que en lo relacionado con la comida (un problema recurrente para muchos extranjeros) no tuvo problemas de adaptación. “La primera comida que hice aquí, después de descansar en la casa, fueron unos tacos. Me encantan, de hecho.

Luego ya probé el pozole, barbacoa, el mole verde. Me encanta el mole verde. Me adapté casi a todo. Me ofrecen la comida mexicana y la acepto. Generalmente es muy deliciosa”, afirma.

UNA DIÁSPORA NUMEROSA

Su religión es la ortodoxa. Cree en Cristo, María, pero hay diferencia en las culturas, con algunas diferencias. Los ortodoxos en México son pocos. En Siria, la religión dominante es el islam, pero de la rama católica, los más numerosos son los ortodoxos.

Alaa lleva en el pecho una cadena con una cruz. En uno de los brazos, tatuada tiene otra cruz. No oculta su religión y su fe.

La comunidad siria en México es grande, dice. La Ciudad de México, San Luis Potosí, Querétaro, tienen una comunidad numerosa de sirios.

“Llegaron antes. Estamos hablando de mucho tiempo. Luego conoces familias que sus abuelos o sus padres llegaron con la migración de libaneses. Estamos hablando de hace 60 años, cuando llegaron a México muchos libaneses y sirios. Desde esos años están aquí. Ya son varias generaciones”, abunda.

Alaa es optimista. Ve su futuro en México y Querétaro promisorio. Le gusta el país, “y como dicen, ojalá puede hacer algo grande en este país, porque sí, me gusta”.

El joven regresa a sus actividades. Una joven se acerca a él, intercambian unas palabras y vuelven al trabajo. Los clientes nunca paran de llegar.

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Last modified: 3 octubre, 2021
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