19 de noviembre
Querido Diario:
Hacía mucho que no te escribía. Ahora te explico algunos de los motivos.
La verdad te extrañaba…
En primer lugar, mi vida ha estado subiendo y bajando como montaña rusa en el mar Báltico: del hielo al sol.
No me lo vas a creer, pero me turbó muchísimo enterarme que existe la teoría de que ¡la tierra no es redonda! Casi me infarto, no cuando lo leí, sino cuando me puse a meditar al respecto.
Afortunadamente ya encontré el motivo que me perturbó: El saber que la tierra es redonda, u ovalada por lo menos, era algo de lo poco que tenía. Y darme cuenta de que podría haber vivido toda la vida engañado, hizo que casi me diera un vuelto el corazón. De pronto me sentí “patas p’arriba”.
Fue esa misma sensación que hizo andar mareado más de una semana, cuando me imaginé que yo vivía visitaba
Lo único bueno que he logrado sacar de todo esto, es algo malo: no aferrarme a nada, ni a nadie. El trasfondo de todo esto es que, así como van las cosas, al ratito ¡voy dejar de creer en Dios!
Si de por si, no logro responderme hoy de grande, la misma pregunta que me hacía hace justo 50 años: ¿por qué Dios no ayuda a los pobres?, ¿por qué permite que los hombres violen a las niñas y a los niños?, ¿por qué Dios permite que la gente sin dinero que está enferma, se muera por falta de tratamiento, doctor y medicamentos?, ¿por qué Dios hizo ricos y pobres?, ¿por qué Dios permite las guerras y todas esas muertes absolutamente innecesarias de infantes y gente inocente?
Pensaba que a lo mejor Diosito ya se había cansado. O que, como muchos decían y siguen diciendo: Dios no existe. O que está dormido. O que no le importan los pobres. Que es un siervo de la gente rica, a quienes les todo y se los va aumentando, día tras día.
Claro que cuando le plantee todo al padre Arturo, ¡casi me mata! Yo tenía 11 años cuando él me hizo conocer la blasfemia. No es un pecado, pero ¡casi!
En este preciso momento que pienso que Dios no existe, me siento vacío. Con dolor en una parte dentro de mi, que no se nombrar. La tristeza me invade, y me doy cuenta de que, una de dos: O hicieron muy bien su trabajo de lavarme el cerebro, o en verdad Él Señor si existe, y es algo tan fuerte, que tan solo pensar en su ausencia, me desmorona. Esto haría que en verdad ÉL sea EL AMOR.
Medrosamente… Josué.
20 de noviembre
Querido Diario:
Esta tarde que salí por el pan, a unos 20 pasos de la puerta de mi casa, un hombre treintañero, moreno, de vivos ojos y pelo corto, muy arropado por el frío, me preguntó: -“¿Me podré quedar en el mercado?”.
Mi corazón se aceleró, porque me dio temor que ese hombre tuviera la intención de hacerme daño, o quizá venía con otros hombres que me iban a detener, retener, secuestrar, lastimar, asaltar y matar, para después vender mis órganos.
Vivo a cuadra y media del Mercado de La Cruz, pero no se nada de él, solo que venden comida.
Con mucho temor, le respondí que no entendía su pregunta, entonces me explicó que no le habían depositado el dinero con el que iba a pagar el hotel, por lo que pensaba quedarse a dormir en algún rinconcito del mercado.
Cuando escuché eso y vi sus ojos tristes, una parte dentro de mi quiso abrazarle, invitarlo a ir a mi casa a asearse, a comer, a descansar y a no pasar frío. Pero la otra parte que también estaba dentro de mi ganó, y solo le dije que deseaba que Diosito lo ayudara. Y entonces me di cuenta de que ¡sigo creyendo en Dios!
Redivividamente… Josué
P.D.: Si hubiesen vendido mis órganos hubiera sido una buena venganza.