Autoría de 12:07 am Qro, Tierra de Artesanos • 2 Comments

El telar: una herramienta conquistada por las mujeres

HISTORIA: CARLOS P. JORDA/LALUPA.MX
FOTOS: GUILLERMO GONZÁLEZ/LALUPA.MX

En la Escuela del Telar de Ajuchitlán, en el municipio de Colón, se aprenden desde los primeros procesos para convertir la “lana en greña” a materia prima, y hasta siete diferentes técnicas de bordado en una carrera de dos años. Actualmente son 10 mujeres quienes conforman la tercera generación de estudiantes. El único hombre que trabaja en el taller es el maestro José Vega Ibarra, a pesar de que hace no muchos años, el manejo del telar era considerado demasiado rudimentario para ser ejercido por mujeres.

“De hecho los telares están diseñados para hombres, porque las mujeres no se subían a tejer. Incluso me tengo brincar”, dice Esther Martínez, quien se graduó junto a las otras dos féminas que conformaban la segunda generación de egresadas. Debajo del nombre del lugar, el letrero de la entrada indica: ARTESANÍAS DE LANA, HECHAS POR ALUMNAS DE LA ESCUELA. Eso es lo que hace Martínez una mañana decembrina, después de trepar al telar con ayuda de un banco improvisado con un tronco; perfeccionar su técnica y crear nuevos diseños que se ofertan ahí mismo, en el kilómetro 2.7 de la carretera estatal 110.

«LOS PALOS VIEJOS»

Ella tiene 35 años, una hija de 10, un niño de 9 y un esposo que pondrá pausa a su trabajo en Estados Unidos para visitar a los suyos las próximas fiestas navideñas. “Necesitaba ocupar mi tiempo”, explica cuando se le pregunta cómo llegó a este sitio por primera vez. Sin embargo Esther ya había estado en contacto con la lana antes de su llegada a la escuela que unas amigas le habían recomendado; creció viendo a sus abuelos y padres trasquilando ovejas para vender la materia. “No puede ser que estos palos viejos hagan todo esto”, se dijo sobre el telar para convencerse de iniciarse como artesana, a pesar de considerar el lavado y cardado un trabajo “cansado y sucio”.

Cardar es un proceso previo forzoso para la elaboración de una pieza de lana. En él se “peina” el material con un cepillo de cerdas metálicas. El siguiente paso es el hilado —hasta ahí llegaban las labores de la mujer en el pasado y de los niños cuya estatura no les permitía maniobrar en el telar—. El maestro José considera esencial que sus alumnas conozcan cómo se convierte la “lana en greña” en materia prima. Por ello nadie que pretenda aprobar el curso está exenta de aprender a limpiar cadillo, ni a usar la rueca para hilar esa bola textil que queda suave como el algodón luego del cardado. Aunque en la actualidad la escuela recibe los hilos listos para trabajar en una nueva creación.

200 KILOS DE LANA SON HILADOS EN UNA HORA

“Hoy en día la maquinaria hila 200 kilos en una hora, cuando era niño hacíamos un kilo en un día”, recuerda José Vega. Es artesano de cepa, conoce al pie de la letra cada paso requerido para manufacturar un producto de lana y lleva 52 años empleando el telar; desde que tenía 11 con sus padres y hasta la fecha en el taller de su propiedad situado en la cabecera municipal de Colón. “¿Qué sigue?”, preguntó un periodista que cubría la entrega del mosaico monumental de la Virgen del Soriano en 2013. “Una escuela”, fue la respuesta de Vega.

La nota llegó a los ojos indicados y así es como el maestro puede dar una nueva entrevista recargado en el telar donde comparte su conocimiento. Por su parte, el mosaico de lana ha sido restaurado, puesto que sus 20 metros de ancho por 30 de largo —el trabajo de siete artesanos durante siete meses— no cabían en la Basílica de Soriano. La pieza ajustada a nuevas dimensiones será exhibida este fin de semana —6, 7 y 9 de diciembre— en el lugar al cual pertenece por lo que representa; será una de las tantas producciones artesanales que se mostrarán en la segunda edición del Concurso Nacional del Sarape.

Esther inscribió un sarape de su manufactura en la categoría de innovación. Motivada por el segundo lugar estatal que obtuvo en septiembre, decidió que su prenda femenina de lana con hilos coloridos estaba lista para competir en un certamen nacional. “Fue una satisfacción muy grande saber que he aprendido algo y demostrar que somos capaces”, dice “somos”, pues comparte el triunfo con su mentor y compañeras, a quienes anima tanto como sucede en viceversa.

CURIOSAS ANTE EL MANEJO DEL TELAR

“El premio es de Esther, le ha costado mucho, pero la ganadora es la escuela, y todos los que hayan hecho posible su existencia”, opina José. También acepta que ha aprendido mucho dando clases, principalmente sobre la convivencia con mujeres, lo cual reconoce que no ha sido fácil. Sin embargo, ver cómo las hijas de sus alumnas se muestran curiosas ante el manejo del telar, lo hace pensar que revivirá algo cuya muerte ponía en riesgo la continuidad de la producción artesanal; la transmisión del saber vía familiar. Sus hijos, por ejemplo, no se dedican a esto, contrario a la cría menor de Esther, quien intenta aprender cada que su madre tiene que llevarla con ella al taller.

“A veces me preguntan a qué me dedicó y contesto que soy ama de casa, pero ya voy a empezar a decir que soy artesana”, Martínez divide su tiempo en las labores del hogar y las del telar, pero, puesto que pasa más tiempo en la escuela y taller, su razonamiento la lleva a aceptar la denominación que antes consideraba “poco reconocida”.

A los ojos de José, la permanencia y bienestar de una nación dependen directamente de qué tan arraigada tenga sus raíces culturales. “La artesanía nace casi al mismo tiempo que el pueblo, por eso la quiero y la defiendo”, dice solemne, el maestro Vega.

VISITA LA ESCUELA DEL TELAR Y CONOCE LA VARIEDAD DE PRODUCTOS DE LANA —GORROS, COBIJAS, SARAPES, BOLSAS, MUÑECOS— QUE FABRICAN LAS ESTUDIANTES.
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Last modified: 3 octubre, 2021
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