“Ayer mataron a Pedro. Ayer encontraron a María, violada, muerta. Violeta.
Ayer desaparecieron a Abel, Abelardo, Adán, Alexander, Antonio, Benjamín, Bernardo, Carlos Iván, Carlos Lorenzo, César Manuel, Christian, Christian Tomás, Cutberto, Dorian, Emiliano, Everardo, Felipe, Giovanni, Israel, Israel Jacinto, Jesús Jovany, Jonas, Jorge, Jorge Aníbal, Jorge Antonio, Jorge Luis, José Ángel, José Ángel, José Eduardo, José Luis Luna, Jhosivani, Julio César, Leonel, Luis Ángel, Luis Ángel, Magdaleno, Marcial Pablo, Marco Antonio, Martín, Mauricio, Miguel, Miguel Ángel, Saúl.
La poesía es recoger la memoria para destilarla y estrellarla contra una pared. Y ahí inscribir los nombres”, estas palabras de Mardonio Carballo, se leen en el prólogo de “43 poetas por Ayotzinapa”.
Los compiladores de esta magna y necesaria obra, son Jesús González Alcántara, activista de derechos humanos, y Moisés H. Cortés Cruz, editor de Los Cuadernos del Canguro Bolsón. “43 poetas por Ayotzinapa”, explican, “surge de la solidaridad de los creadores con este hecho lamentable. Nosotros como poetas, sentimos más que nadie el dolor del desaparecido, del mutilado y del dolor que dejan nuestros desaparecidos, nuestros muertos, nuestros exiliados. La iniciativa de es un esfuerzo por cambiar la violencia y la impunidad que nos aqueja, desde todas las trincheras. Este correr de dolores discordes, es un problema endémico de la impunidad, la corrupción y de la venta de conciencias”.
Saúl Ibargoyen, Óscar Oliva, Michael Rothenberg, Manuel Cantú, Verónica Lozada, Gloria Domínguez, Carmen Nozal, entre otros destacados escritores, se unieron para “denunciar y evitar otros Ayotzinapas”, desde la poesía. Desde la fuerza que tiene la palabra viva.
Aquí tres de los poemas de “43 poetas por Ayotzinapa”, y en el siguiente link está la compilación completa http://43poetasporayotzinapa.com/
Será un buen inicio de año leer a los 43, y para los que ya conocen estos poemas, releer y no olvidar.
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MARÍA BARANDA
CADA UNO: AYOTZINAPA
1. Abel: por tu cara de sol y gallo y tu noche de sueño frío.
2. Abelardo: por tus ojos de harina de tiempo y tu silencio.
3. Adán: por tu baile de asombro y tu risa de cobre fulminante.
4. Alexander: por tu palabra de búho y tu ilusión de techo abierto.
5. Antonio: por tus venas de agujeta de río y tu paso de jaguar de monte.
6. Benjamín: por tus días de canto y bruma como orejas de gato.
7. Bernardo: por tu sueño de leche tibia y tu vigila de tortuga.
8. Carlos Iván: por tu voz de corneta y tu seca dulzura de llano.
9. Carlos Lorenzo: por tus dedos extendidos como amplias nubes de tarde.
10. César Manuel: por tus largas piernas de pájaro de medianoche.
11. Christian Alfonso: por tu sonido de fruta precisa que se abre.
12. Christian Tomás: por tu grito quieto como los tamarindos agrios.
13. Cutberto: por tu brinco azul fosforescente entre las piedras del cerro.
14. Dorian: por tu voz de cazador de bosque que espanta a las culebras.
15. Emiliano Alen: por tu espalda de espejo y de águila imaginada.
16. Everardo: por tu risa de medialuna que parte la corteza del árbol.
17. Felipe: por tu suelta carcajada de caballo bajo las ramas del aire.
18. Giovanni: por tus rodillas de flores quietas en las noches desesperadas.
19. Israel: por tus uñas de tierra marina y tu estatura de amanecer.
20.Israel Jacinto: por tus tibios brazos curvos que procuran la brisa.
21. Jesús Jovany: por tus preguntas rápidas como semillas de pluma.
22. Jonás: por el sonido que guarda tu nombre despierto en la lluvia.
23. Jorge: por tu sombra de pan y agua y tu figura de hoja que baila.
24. Jorge Aníbal: por tu imaginación de elefante que nos levanta del polvo.
25. Jorge Antonio: por la historia de sal y de conejo que corre por tu cuerpo.
26. Jorge Luis: por tu escritura de sueño en los rayos últimos de la mañana.
27. José Ángel: por tus manos de remo en mesas de valles iluminados y de agua.
28. José Ángel: por tus ojos de pez de lumbre y tus letras en la raya del horizonte.
29. José Eduardo: por tu razón en el vértigo del topo y el ábaco del coyote.
30. José Luis: por tu respiración de tigre adivino, tigre que silba en la noche.
31. Jhosivani: por tu canto de estanque y relámpago en la boca de la barranca.
32. Julio César: por tu danza de caracol de pasto en la frontera del viento.
33. Leonel: por ese eco tuyo sólo tuyo con el brillo de las luciérnagas.
34. Luis Ángel: por tu palabra de aire que alumbra el llanto del huizache.
35. Luis Ángel: por tu presagio de pájaro definitivo en la orilla del alba.
36. Magdaleno Rubén: por tu fatiga de campo erguido y fresco en la hierba.
37. Marcial: por tu boca marina de brújula cierta para el náufrago y su marea.
38. Marco Antonio: por tu voz de carnero bajo la luna de piedra blanca.
39. Martín Getsemany: por tus cinco dedos en el húmedo muro de la infancia.
40. Mauricio: por ese reloj sin números que guardas en el corazón del tiempo.
41. Miguel Ángel: por tus alas existentes como llamas vivas en la montaña.
42. Miguel Ángel: por tus altas cejas de centella y entendimiento.
43. Saúl: por tu ojo de remolino en la noche única, invisible y perpetua.
Y por todo el mar en el cielo y la tierra y su lento ruido de entraña partida
que nos hacen a todos y a tantos vivos y siempre en cada uno, cada uno, de nosotros.
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PABLO SALDAÑA
ASESINOS
Un murmullo corre
a través de las fiestas, de los bailes
y nos envuelve a todos en oscuridad
y sus ríos de sangre:
(somos los asesinos). Desde el primer beso adolescente
hasta el último suspiro
(somos los asesinos).
Los que miramos la tele
quienes leemos un libro
(somos los asesinos). El bebé recién nacido
la colegiala «sex symbol»
(somos los asesinos).
padres, tías, abuelos
profesionistas, niñas, mendigos
(somos los asesinos). Quienes gritamos «¡justicia!» en las calles
los ciberactivistas, los de moda asiduos
(somos los asesinos).
La sobra de los que fuimos
el borrador incompleto de lo que seremos
(somos los asesinos). Votantes, anarquistas, pasivos
los que tienen vacíos los intestinos
(somos los asesinos).
los que lloramos frente a los diarios
quienes cavamos entierros clandestinos
(somos los asesinos). Somos los asesinos
mas no de 43…
de decenas de miles
de la justicia
de la Patria
de la muerte
del recuerdo… Somos los asesinos
mas no de 43…
de nosotros mismos.
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JUDITH SANTOPIETRO
A MEMORIA
Era de noche por las orillas del viento,
cada palabra seca guardaba su silencio
hacía oscuridad entre los pies.
Aquellas aves palparon su mirada una a una
con el entrecejo adusto colgando de su frente,
se hundieran en el pensamiento herido.
como una granizada de plomo que acecha la tarde;
tocaron cada puerta de las calles;
abrían la memoria que duerme en una cama,
entibiadas en la dura lumbre del fogón,
la que nos despertará con la palabra inquieta
para decirnos que a la calle han vuelto,
que las aves siguen merodeando la plazuela
todo es veredas anchas por donde correr,
gritos que alcanzan cada trasto de miseria
los siglos de barro entre sus lenguas.
Esas aves cargan la historia en sus garras:
la del niño con su panza serpenteante de moscas,
la del viejo con su espalda quebrada,
la de áridos maíces en cada surco de la tierra.
que se mecen por los resquicios del tiempo:
se levanta la palabra junto a los muros de ladrillo seco
para colarse en la puerta de las chozas
Nidos en medio del cuerpo anegan sus vapores sordos
en la boca,
mal graznido de garganta quebrada,
alarido crudo entre las llamas de un horno
mientras las aves rondan los huesos tendidos por la noche.
las piernas se hunden con los guijarros de silencio;
miradas entre la neblina ciega de los árboles;
profundos labios de piedra anidan el musgo
y beben de la boca de los peces
un poco de sangre para no morir
en la curva de un reloj petrificado.
Busco los pasos de nuestra muerte
pero hallo los huesos de un pueblo antiguo
(como guerreros)
para enterrar la memoria de un pueblo milenario.