Autoría de 6:16 pm Desde la UNAM

La historia y los sismos – Dr. Ramón Zúñiga Dávila-Madrid

México es un país que no es ajeno a los efectos de los sismos, todo el que vive en este país lo sabe y muchos lo hemos atestiguado personalmente; sin embargo, hay regiones donde los únicos indicios que se tiene de que hayan sido afectadas por sismos, se encuentran en los registros arqueológicos, los registros geológicos o los registros históricos. De los registros geológicos y arqueológicos nos encargaremos en otra entrega.

El registro histórico es particularmente valioso porque no sólo aporta fechas y datos sobre la localización de los epicentros (sitio donde se ubica el origen del sismo en un mapa), sino que nos permite discernir los efectos en las poblaciones de la región y la época en que tuvieron lugar, lo cual nos proporciona una manera de estimar sus dimensiones (magnitud).

Son diversas las fuentes documentales a las que se puede recurrir para encontrar información, pero la búsqueda de recuentos históricos relacionados a los fenómenos sísmicos en los archivos no es sencilla. Los historiadores recurren a su conocimiento del entorno de cada época para encontrar indicios, algo no muy alejado del trabajo de los detectives de las novelas o de las películas. Aunado a la experiencia de un sismólogo, los resultados de estas colaboraciones aportan datos de suma importancia para la estimación del riesgo sísmico de una región.

Códice Telleriano-Remensis, Lámina XVII. El dibujo muestra el glifo Tlalollin que asocia al glifo tlallio tierra (rectángulo punteado) con el glifo ollin o movimiento (aspas). El glifo está unido al glifo calendárico que corresponde al año 1-pedernal.

Uno de estos trabajos es la magnífica recopilación de Virginia García-Acosta y Gerardo Suárez, editada por la UNAM, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y el Fondo de Cultura Económica bajo el título de Los Sismos en la Historia de México (1996). En dicho recuento en forma enciclopédica, podemos encontrar la referencia más antigua a un sismo que se conoce haya tenido lugar en México. Se trata de un temblor ocurrido en 1455 en el Valle de México, de acuerdo con los Anales de Tlatelolco, donde se menciona que “hubo un terremoto y la tierra se agrietó”. Otro sismo posterior ocurrió en el año 1-pedernal, interpretando el pictograma que se encuentra en el códice Telleriano-Remensis. Este temblor se atribuye que ocurrió en 1480 en la misma región.

Otras fuentes documentales antiguas, además de los códices y los anales, son las crónicas y las relaciones, escritas por autores contemporáneos. Un ejemplo interesante se refiere a que, durante la época colonial, era muy importante hacer una crónica precisa de los efectos devastadores de fenómenos naturales porque de esa manera se podría apelar a la exención de pagos a la Corona.

Este es el caso de los denominados propios o de los reales novenos. Como se explica en la referencia citada, los propios eran las propiedades o ingresos de los ayuntamientos, cuyo producto se destinaba al gasto público; era frecuente que dichos propios se destinaran a cubrir necesidades inesperadas, como sería el caso de los temblores. Los dosreales novenos eran una parte de lo recolectado en cada obispado, que se pagaba a la Corona como una especie de impuesto. Estos dos novenos (dos novenas partes de la mitad del total de los diezmos) eran destinados a la construcción de edificios religiosos y, en ocasiones, a su reconstrucción en caso de haber sufrido daño por algún sismo u otra eventualidad. Estos recuentos se pueden encontrar en archivos tales como el Archivo General de Indias, en Sevilla, o en archivos parroquiales o estatales.

En el caso de Querétaro, los recuentos históricos son limitados. Quizá el sismo más antiguo que se piensa haya sido sentido fuertemente es el ocurrido en 1567, originado en una falla al sureste de Guadalajara y referido en la Relación de Ameca de 1579. Otra referencia relacionada a efectos de temblores corresponde al temblor llamado de Santa Cecilia, por haber ocurrido el 22 de noviembre, del año 1837. Este temblor se sintió fuertemente en Querétaro, con un posible origen en el Volcán Ceboruco.

Siguiendo con los sismos más antiguos a los que se tiene respaldo histórico, dos de ellos ocurrieron el 1 de junio de 1854 y el 8 de febrero de 1855. Al respecto, las crónicas refieren (García-Acosta y Suárez) que “el 1 de junio, a las doce y diez minutos de la noche se sintió en Querétaro un fuerte sacudimiento de E a W, que cambió después en trepidación». Por otro lado,la cita al temblor ocurrido en 1855 sólo refiere la ocurrencia de un «Fuerte terremoto en Querétaro a las diez y cuarenta y cinco minutos de la noche”. No se sabe de daños ocasionados por estos sismos.

Un sismo posterior percibido fuertemente en Querétaro fue el sismo de Santa Juliana de 1858, el que se atribuye a una falla en la zona cercana a Pátzcuaro, Michoacán, y que fue sentido fuertemente en el centro y sur de la República. Por último, mencionamos el temblor ocurrido en la Sierra Gorda, el cual destruyó parte de la fachada de la Misión de Jalpan en 1887, de acuerdo con documentos en el archivo parroquial.

Actualmente, se sigue trabajando en la recopilación de información histórica relacionada con sismos, de manera que podamos contar con un acervo más completo al que se pueda recurrir en estudios futuros.

EL DOCTOR RAMÓN ZÚÑIGA DÁVILA-MADRID ES INVESTIGADOR DEL CENTRO DE GEOCIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, CAMPUS JURIQUILLA.
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Last modified: 26 octubre, 2021
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