CRÓNICA Y VIDEO: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS: SANTOS MENDIETA/LALUPA.MX
Las mujeres se adueñaron de las calles al grito de “amiga, hermana, aquí está tu manada”. En la plaza Constitución fueron muy pocos los hombres que se atrevieron a invadir su zona y se fueron enseguida o los obligaron a retirarse. Ellas cantaron, aplaudieron y celebraron ser libres en el espacio público en el que casi siempre andan con miedo.
Poco después de las 4 de la tarde, miles de mujeres empezaron el recorrido desde la Plaza Constitución por diversas calles del centro, para protestar por la violencia feminicida con motivo del día internacional de la mujer. El camino parecía no tener fin: avenida Juárez, Zaragoza, Corregidora y en cada una los mismos coros, las mismas demandas. Protección Civil estatal calculó una asistencia de alrededor de diez mil mujeres.
Unas cuantas hicieron pintas sobre el tanque del agua de Zaragoza, en árboles, algunas puertas de viviendas, en los postes de las luminarias de la plaza Constitución. Más que rayones sin sentido eran denuncias sobre el “Estado Feminicida”, sobre la falta de seguridad, sobre el miedo que se empieza a quebrar entre las mujeres.
Vestidas de negro y de morado, con los pañuelos verdes, sartenes, cartulinas y muchos celulares que grababan cada movimiento, las mujeres no pararon sino hasta regresar a Plaza Constitución, más de 2 horas después del inicio.
Ahí, una de ellas, alentada y protegida por las demás, subió desnuda a la fuente, lo que las demás aplaudieron como un acto de valentía y libertad. De inmediato, ante la mirada de algunos hombres y sus intentos por tomarle fotografías, las mujeres los echaron de la plaza al grito de “hombres no” para protegerse entre todas.
Así, desnuda, ella leyó uno de los pronunciamientos. Muy pocos hombres insistieron en permanecer en el lugar o en siquiera asomarse, porque eran despedidos enseguida por las mujeres. “Amiga, hermana, aquí está tu manada”, coreaban todas mientras aplaudían y las mujeres recuperaban fuerza con cada cantico.
Con los puños en alto, echaron a un chico que sonreía burlonamente mientras las veía. Lo confrontaron y le exigieron alejarse de ahí, pero antes de irse aventó su bebida a las mujeres. “Sólo quieren provocar” dijo otra mujer para tranquilizar a las demás y ante la llegada de más hombres que permanecieron a la distancia, serios, sin atreverse a acercarse más.
Poco a poco, conforme se metía el sol, las mujeres abandonaban la plaza para pasear por el centro, muchas siguieron con los cánticos casi por inercia cuando todo terminó. “Y la culpa no era mía, ni de cómo iba vestida”, “las calles queretanas serán todas feministas” y el simple coro ocasionaba que otras mujeres se reconocieran y sonrieran con solidaridad porque esta sociedad “está en deuda con nosotras”. Las calles se llenaron de mujeres y desde distintos puntos se podía escuchar “amiga, hermana, aquí está tu manada”.