HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Con alucinaciones y dolores por la fiebre de 39.7 grados centígrados por el Covid-19, Verónica pensó que moriría sin poder despedirse de su hijo. Era el quinto día con síntomas, con medicamentos y confinamiento en su casa porque no presentaba condiciones de riesgo que requirieran hospitalizarla.
“Me dicen que hablaba sola, que alucinaba, que quería hacer cosas, pero yo no lo recuerdo. Me pusieron paños, me metieron a la regadera, recuerdo que tenía mucho dolor, que lloraba del dolor en las articulaciones. Tenía miedo de morirme, porque yo me encargo de mi hijo, a ratos pensaba y lo decía: yo no me puedo morir, no lo puedo dejar así”, relató a lalupa.mx
Los primeros días sentía fiebre, dolor de cabeza, ardor de ojos y tenía tos seca. Los dolores musculares y la molestia en las articulaciones llegaron en cuanto se presentó la fiebre. Verónica recurrió a autodiagnosticarse en las aplicaciones que existen en redes y recibió la atención de las autoridades médicas en la Ciudad de México.
«SORPRENDE QUE TODAVÍA HAY GENTE QUE NO CREE EN EL COVID»
Platica su experiencia porque le sorprende que todavía hay gente que no cree que el Covid-19 existe y no sigue la recomendación de quedarse en casa. Ella estaba aislada, casi no salía de su vivienda, sobre todo después de que su pareja se quedó sin trabajo al inicio de la contingencia y decidieron cuidarse más porque no tienen seguridad médica.
El 30 de marzo acudió a comprar víveres para varios días y el 2 de abril tuvo que ir a la escuela de su hijo a explicar que no podía pagar la colegiatura de ese mes. Al llegar a la dirección le sorprendió la cantidad de personas que estaban en la oficina: madres de familia, profesoras y varios familiares de la directora, “sus hijas, sus nietas, afuera una mamá con un niño, como de dos o tres años y el niño me estornudó en la cara, creo que fue eso, porque no tuve más contacto con alguien”.
La madrugada del domingo 5 de abril empezó a sentirse mal. Tenía fiebre y tomó paracetamol, pero entonces llegaron el dolor de cabeza, el ardor de ojos, la tos y el dolor de las articulaciones. El paracetamol empezó a disminuir su efecto, “primero me bajó la fiebre durante 5 horas, luego 4, luego 3 y luego ya nada. Mi pareja me estuvo cuidando y llamó varias veces a Locatel porque la fiebre iba de 38 a 39.7”.
El autodiagnóstico en línea le mostró que tenía un caso leve de Covid-19 y recibió el apoyo de médicos del gobierno de la Ciudad de México, que le pidieron aislarse en su casa, mantenerse en la cama, tomar paracetamol y le enviaron un kit con artículos con ese medicamento, gel, cubrebocas, un termómetro y otra caja con una despensa con latas de atún, sopas, arroz, frijoles, azúcar, lo suficiente para 14 días “tal vez hasta para un mes”.
«AL QUINTO DÍA TUVE ALUCINACIONES Y NO ME PODÍA MOVER»
“El día que me puse peor, el quinto día, cuando tuve alucinaciones y no me podía mover, no podía caminar, mi pareja me metió a bañar, llamó a Locatel y de ahí nos enlazaron al 911. Vino un paramédico en motocicleta y me revisó los niveles de oxígeno, la presión, todo estaba bien, pero tenía fiebre y dijo que mientras no tuviera uñas ni labios morados no me podían hospitalizar, dijo que tomara agua y paracetamol porque eran 5 días de fiebre alta”, detalló.
Las cosas se pusieron peor cuando no soportaba tomar agua, “la vomitaba, no la aguantaba, no podía comer, me dijo el médico que tenía un cuadro de deshidratación y pidió canalizarme con suero y con un medicamento, pero no me querían llevar a los hospitales de gobierno, porque la instrucción es hospitalizar a quienes ya no pueden respirar y mi caso era otro, aunque necesitaba canalización y no tengo servicio médico ni alcanzamos a pagar uno privado”.
Una amiga enfermera acudió a su domicilio casi de madrugada. Se presentó con guantes, cubrebocas y otras medidas de seguridad para reducir el riesgo de contagiarse. La canalizó con suero y le puso metamizol, un analgésico para ayudarla a controlar el dolor y la fiebre.
“Cuando terminó la botellita de la canalización, me sentí mucho mejor, al día siguiente la fiebre estaba en 37.4, ya era menos, a partir de ahí pude tomar más agua. Una doctora del sector salud me dijo que los síntomas podían durarme solo unos días o hasta los 14, que dependía de cada persona, pero lo más fuerte fueron los 6 días, después no fue necesario más que tomar paracetamol, porque no tuve mucha tos, sólo por episodios, dolor de garganta nunca tuve”, señaló.
“MI HIJO ME PREGUNTA: ¿MAMÁ CUÁNTO FALTA PARA QUE ME PUEDAS DAR UN ABRAZO?»
Durante los 12 días que lleva con síntomas, en su departamento se extremaron las medidas preventivas. Su hijo no puede acercarse y su pareja lava con cloro todo lo que se encuentra en el lugar, le sirve de comer en platos y vasos diferentes, pero la situación es dolorosa, porque “mi hijo me pregunta, desde lejos: ¿mamá cuánto falta para que me puedas dar un abrazo? Yo llevo la cuenta y le respondo, 6 días, 5 días, 4 días”.
Verónica se enoja cuando escucha a quienes dicen que el Covid-19 es un invento, que no existe, que la gente puede salir a trabajar y a comprar. “Muchos dicen que quienes aseguran que estuvieron enfermos son personas famosas, artistas, empresarios y que por eso nada es cierto, pero esto es alarmante, yo fui un caso leve porque no tengo obesidad, diabetes, ni hipertensión y nunca tuve insuficiencia para respirar, pero se siente horrible, es una experiencia horrible y los casos hospitalizados deben ser peores”.
Lamentó que en muchos sitios todo siga abierto, que mucha gente siga en la calle, cuando sólo deberían salir quienes no pueden quedarse en casa, pero también cuestionó que las personas discriminen a quienes padecen el Covid-19 y a quienes atienden a quienes viven con el virus.
«HAY MUCHA ESTIGMATIZACIÓN; HE TENIDO MIEDO DE AGRESIONES»
“Se está estigmatizando mucho, hay muchos que no creen, pero hay otros que también son ignorantes y si saben que lo tuviste o que conoces a alguien que lo tiene no quieren que te acerques. En mi departamento no ha pasado nada, pero los vecinos sí se han asomado, sobre todo cuando llegaron los médicos y he tenido miedo de agresiones, pero hasta ahora no ha sucedido”, agregó.