Escucho…
Son pasos lentos, comedidos, en el pasillo exterior de mi vivienda. ¿Por qué me conmoverán tanto unos pasos solitarios en la madrugada? Debe ser mi vecino, taciturno, fumándose un cigarro. Quisiera salir y advertirle: “No fumes”, pero sé que es inútil, nadie deja de fumar ni de beber porque le recuerden que es malo, además, a veces se fuma y se bebe porque es malo.
Insistentes, los pasos van y vienen una y otra vez ¡Ay, no! ¿Por qué tengo que asociar unos pasos con el tipo obsesivo, que cuando sufre y me entero, me quita el sueño?
Miro el reloj: 3:15 de la mañana. Seguro duerme. Ya dormiré yo cuando apunte el alba, cuando la pluma me deje. Él despertará poco después y tal vez escribirá como yo ahora, que para ese entonces, seguro dormiré. ¿Cómo fue a ocurrírseme ver la hora a esa hora y encontrar su texto en mi celular y leerlo? ¡Bien que podría haberlo aplazado!
Me gustaría lograr decir con la naturalidad y belleza con que su pulso lo expresa, que esta vida es una mierda ¡Puta vida!; y hablar, como él, de ideas tenebrosas, de obsesiones circulares… pero no puedo, soy estrictamente positiva, soy cursi, escribo cursi: lloro de ternura, de amaneceres; lloro si la música o la luna… Anoche lloré hasta de Covid.
¡Basta cuarentena! Gracias a ella tuve ya tiempo suficiente (¡Acábate!) para hablarme y luchar contra el dolor que me retuerce. (Virus: ¡vete!) Podré sola con el resto, creo…
Cesan los pasos, terminó su cigarro. Esperaré dos minutos a que encienda el próximo. ¡Carajo! ojalá lo dejara.
Mi cerebro machaca sin tregua Debes olvidar al insensato. Recuerda que estás en proceso de auto restauración. Me transmuto y soy una cyborg capaz de reconstruirse cuando hace falta. ¡Qué risa! ¿Para qué seré humana?
Mi vecino encendió otro cigarro, camina lento, comedido…¡Me conmueve tanto! Usaré de metrónomo sus pasos para darle ritmo a esto y escriturarme otro epitafio.
Mis buenos propósitos de olvido y rehabilitación han muerto esta madrugada por quinceava vez.
Renaceré, lo sé.