Autoría de 1:52 pm Luis Octavio Vado - Paradojas

Sobre el arte de la pesca – Luis Octavio Vado

Aprendí a pescar con mi padre. Principalmente carpas, lobinas y mojarras (tengo buena mano en especial para estas últimas) en lagos, lagunas y ojos de agua de Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí. Ocasionalmente truchas, con las que no he tenido suerte.

Pesca deportiva, si bien no de atrapar y soltar como se estila ahora. Sólo nos quedábamos con los animales grandes, y en número suficiente para que mi mamá los preparara. Dicho de otra manera, sólo pescábamos lo que nos comeríamos.

Mi madre usaba las carpas para sopa, los otros pescados eran debidamente filetados.

Debo reconocer que entonces no me gustaba el pescado, así que solía decir “yo lo pesco, lo mato, le quito las escamas y las vísceras, pero no me lo como”. Sobra decir que me perdí unos buenos banquetes.

La pesca me gusta, me resulta una actividad relajante, que permite el sano ejercicio de la caminata y exige el silencio, dos cosas que me gusta y considero van bien juntas. Requiere también ejercitar la paciencia, pues ya sea que uses carnada o curricán (esas especies de pequeños peces artificiales erizados de anzuelos) debes aceptar que lo más probable es que pase un buen rato para que pique algo.

O tal vez no pique en todo el tiempo que estés intentando, aunque la persona de junto saque y saque peces sin que parezca hacer ningún esfuerzo.

Te aseguro algo: no olvidarás cuando pesques tu primer pez.

Los peces, aun cuando sean de la misma especie, no se comportan igual. Por ejemplo, en algún embalse pescarás mojarra con pan, pero no con tortilla; y en otro será al revés, así que siempre debes ir con una buena provisión de carnadas y señuelos.

Es toda una experiencia llegar de noche o muy de madrugada a las presas, y ver los grandes animales que se acercan a la orilla sorprendidos por un haz de luz o por el chapoteo de los curricanes que van flotando. Animales realmente grandes, que sueles sólo poder atrapar en, como dicen los penalistas, “circunstancia de nocturnidad”.

Y al final, si tienes suerte, podrás atrapar lo que mi padre llama “truchita sartenera”, un buen pescado para un mojo de ajo.

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Last modified: 11 octubre, 2021
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