Lenin Robledo
Dicen que las crisis son los mejores momentos para saber de qué estás hecho. Estoy seguro que muchos se están descubriendo a sí mismos en este encierro repentino y casi obligatorio. Este momento se ha convertido en una oportunidad invaluable para saber si eres capaz de “convivir” contigo mismo durante más horas de lo habitual o si necesitas de ese refugio exterior para escapar de ti.
Si me preguntan cómo me siento yo, pues contestaré que bien la mayor parte del tiempo, aunque invariablemente, por momentos, me invade el miedo y la incertidumbre de pensar en mi familia, en el futuro y en lo que le espera a este país que ha sido tan golpeado económica, política y socialmente durante muchos años.
Desde mi zona de privilegio escribo estas líneas, pues sé que millones de personas, no sólo en México, sino en el mundo, no pueden darse el lujo de hacerle caso a las incisivas recomendaciones de López-Gatell y de aquellos que ensimismados en su burbuja repiten una y otra vez: #QuédateEnCasa, #QuédateEnCasa, #QuédateEnCasa.
Han sido días intensos, de mucho trabajo, de mucho estudio, de mucha reflexión y de mucha música. Como cantara el buen Serrat: ¡Bendita música! Pues he redescubierto artistas que hace mucho no escuchaba y así, gracias a una cadena de Facebook, recordé algunos de mis discos favoritos: Ok Computer de Radiohead, Infame de Babasónicos, The Invisible Band de Travis, Justice for all de Metallica, Play de Moby. Gracias a ese home office he podido disfrutar a otros tantos como Joaquín Sabina, Pink Floyd, Jorge Drexler, Peter Gabriel, Foals, Weezer, Blur, Pulp, Silvio Rodríguez, Camarón y un largo etcétera. Sin duda, la música ha sido una gran aliada para estos días.
Soy comunicólogo. Tengo la fortuna de dedicarme a algo que disfruto muchísimo; eso facilita el paso extraño de estos días. Sin embargo, sería poco honesto no aceptar que los ritmos de trabajo y la presión han aumentado. Me siento identificado con un gif que circula en redes sociales, donde una figura que representa a una persona va, como loop, de su cama a la computadora y de la computadora a la cama. Literal, así ha sido mi vida en este par de meses desde que inició este repliegue de actividades hacia el interior de las casas.
El confinamiento me ha ayudado a descubrir a mi nueva pasión: el café, pues he hecho realidad un sueño que tenía desde hace muchos años: distribuir el café que cultivan mis padres y que viene de un rincón de ensueño verde ubicado en las faldas del Volcán Tacaná, en Chiapas. Así pues, gracias al Covid-19, ese del que tanto hablan últimamente en todo el mundo, pude iniciar esta aventura llamada Don Félix, en honor a mi querido abuelo, quien dedicó su vida a su fe y a su café. El café, otro gran aliado en medio de esta pandemia.
Más que lamentar, quiero ver lo positivo que nos está dejando este histórico momento y me surgen muchas preguntas sobre esa “normalidad” que tanto dicen extrañar muchos y de esos gustos y aficiones que nos han sido impuestos a lo largo de los últimos años, pero ¿qué tanto de esa normalidad realmente nos hace falta? ¿qué tanto necesitamos realmente de esa vorágine consumista que nos bombardea a diario? Al final, creo que lo que realmente se echa de menos es ese abrazo, ese saludo de mano o ese beso.
Estos días, he tenido la fortuna de participar en un proyecto muy generoso: #QuerétaroEsUno, donde hay decenas de voluntarios que han querido salir de su zona de confort para ayudar a mucha gente que realmente la está pasando muy mal en este momento de crisis. Personas que donan tiempo, dinero y esfuerzo a favor de aquellos que necesitan una mano en esta pandemia; gente que lo mismo ayuda a empacar despensas que van dirigidas a familias que han perdido sus fuentes de trabajo o dedican su tiempo a preparar alimentos para médicos que están al frente de la línea de batalla contra ese microscópico virus que tiene vuelto loco al planeta. ¡No, definitivamente no todo está perdido!
Todo cobra sentido cuando conoces las historias detrás de cada despensa donada.Tuve la oportunidad hace unos días de hacer un recorrido por algunas comunidades de Landa de Matamoros, en la Sierra Gorda de Querétaro. Los majestuosos escenarios naturales contrastan con la pobreza que se vive en muchos hogares y que no sólo es consecuencia del coronavirus, sino de las nulas políticas gubernamentales de apoyo sostenible y sustentable a las zonas rurales durante decenas de años. Este ejercicio periodístico que me sensibilizó aún más sobre lo mucho que hay que hacer por este país.
¿Cuánto extrañas a tu familia o amigos? Curiosamente, esta pandemia nos ha acercado a mucha gente. ¡Sí!, gente con la que no hablabas o veías desde hace mucho tiempo o incluso, no conocías. Nos hemos reencontrado gracias a la tecnología. Aunque, como ya decía, ese contacto físico nunca podrá ser sustituido por ningún software de comunicación. Al final eso es lo que nos mueve, eso es lo que realmente vale la pena de nuestro paso por este mundo.. ¿Y a ti, qué te ha dejado esta cuarentena?