Autoría de 12:53 pm Rocío Benítez - Zona de la Visión Perpetua

Francisco Perusquía, amigo entrañable de Gutiérrez Vega – Rocío Benítez

Días atrás anunciaron la muerte de Francisco Perusquía Monroy. Pero no logré identificar de quién se trataba, tan sólo con el nombre. Hasta que vi el anuncio acompañado de su foto me di cuenta que lo conocí personalmente, incluso me recibió en su casa.

Don Francisco era amigo muy cercano de Hugo Gutiérrez Vega. Y un año después de la muerte del poeta y ex rector de la UAQ, le llamé por teléfono y le pedí una entrevista para que platicara de sus recuerdos junto a Hugo. Aceptó. Él fijó el día y la hora. La cita sería en su casa. Muy amablemente me explicó cómo llegar y así, el día acordado, llegué sin complicaciones. Faltaban diez minutos para la hora que dictó y me entretuve ese tiempo mirando los jardines de los vecinos. Pasado el tiempo me acerqué a la puerta y toqué. Una, dos veces más y no abrían. Chequé mis apuntes, pensando que tal vez me había equivocado de casa. Pero no. Volví a tocar y escuché que se aproximaba un carro. Era él. Apenas bajó se disculpó: Vengo del hospital, mi esposa está internada.

–Disculpe, no sabía, si gusta puedo venir otro día, le dije.

–No, no. Yo comprometí con usted y aquí estoy. Además es por Hugo, se lo debo.

Acordamos en hacer una entrevista rápida, para que regresara pronto hospital. Pero hablar de Hugo es una tarea interminable. Estuvimos poco más de dos horas platicando.

Francisco estaba iniciando sus estudios en Derecho, cuando Hugo llegó a concluir la misma carrera a la misma escuela (UAQ). “En ese tiempo el licenciado Fernando Díaz Ramírez lo nombró director de Difusión Cultural de la propia universidad, entonces entablamos una relación mucho más amplia, porque yo participaba muchísimo en las actividades culturales, en los talleres de poesía, oratoria, en el teatro y eso me permitió establecer un contacto mucho más intenso con Hugo”, platicó Perusquía Monroy.

Y describió a Hugo como una persona bondadosa, muy activa y propositiva, altamente dinámica, cercano al teatro, amante de la literatura y del cine.

“Estaba perfectamente bien informado de lo que acontecía en el mundo, eso le permitió (cuando fue rector) invitar a las embajadas a que expusieran lo mejor de su obra, vino la embajada de Italia, Estados Unidos, Japón. También tuvimos la presencia de Salvador Novo, Carlos Monsiváis, con mucha frecuencia, Carlos Pellicer. Muchísima gente de primera”.

El Querétaro de aquel entonces era pequeñísimo, pero lleno de actividades culturales, gracias a Hugo. Don Francisco fue director de Difusión Cultural, durante el rectorado de Gutiérrez Vega. «Recuerdo, cuando era tan intensa la actividad cultural, que no había recursos para todo eso, entonces teníamos que andar casi mendigando los patrocinios de los pequeños comercios de Querétaro para que pudieran a salir adelante las obras y un día le digo: Hugo, ya no hay dinero. Y me dijo: Hay que hacer lo que debemos, aunque debamos lo que hacemos».

Juntos también vivieron aquel momento en que los universitarios defendieron con su propia vida el espacio del Patio Barroco. “Nos apedrearon juntos. A Hugo incluso le tocó que lo arañaran unas de las beatitas. A mí me tocó verlo y muy sarcásticamente Hugo decía: Esto que me acaban de hacer impide que mi actividad sea calificada como heroica, cómo es posible que a un héroe se le sorprenda arañado por una beatita, es muy poco heroico eso. Pero así fue”.

Así fue. Cuando Hugo se marchó de Querétaro la amistad continúo por cartas y llamadas telefónicas. Aunque Hugo ya no quiso establecerse por completo en la ciudad, regresaba con mucha frecuencia, mantenía su casa en el Centro Histórico adonde acudía a visitarlo su amigo Francisco para dar continuidad a la charla que por falta de tiempo siempre suspendían. Ahora ya sin apuros de tiempo la charla podrá ser eterna.

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Last modified: 27 septiembre, 2021
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