REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Hace unos meses Darío luchaba por el primer rastro dedicado a la cunicultura en la región, que daría empleo a unas 29 pequeñas granjas de Tequisquiapan, Pedro Escobedo y Huimilpan en Querétaro, así como de Jilotepec, Atlacomulco y Texcoco en el Estado de México para producir 6 mil conejos semanales. El Covid-19 frustró sus planes y hoy vende su carne de conejo casa por casa mientras espera que el mundo se recupere.
Originario de Hidalgo y con 20 años de experiencia en el sector, Darío Olguín Martínez inició la Granja de Conejos Don Andresito hace una década en La Palma, en Pedro Escobedo. Después de mucho esfuerzo y con apoyo de más personas, logró producir mil conejos semanales que vendían a un par de cadenas comerciales, pero los precios no eran los más adecuados y necesitaban certificarse.
Entonces surgió la posibilidad de crear el primer rastro cunicultor, en el que decenas de granjas pequeñitas tendrían la oportunidad de vender la carne de conejo con certificaciones y a buen precio. Se constituyeron como una sociedad anónima de promotora de inversión y buscaron financiamiento para su proyecto, hasta encontrar con buenas opciones en Italia y en España.
Darío recuerda cómo, con la ayuda de unos estudiantes, su proyecto ganó la medalla de Oro en Villa Foscarini-Rossi, en Padova, Italia, que no pudo ir a recibir porque le faltó dinero. Ahora está a la espera de que las naciones se recuperen después del Covid-19 para retomar todo lo que se quedó parado antes de la contingencia.
“La industria de conejo se acabó con esto, porque el conejo en México se cría en pequeñas granjas de traspatio, las grandecitas son contadas, somos conocidos, pero ahorita todo mundo paró la producción, sólo mantenemos a las hembras, esperando que se reinicie, que haya más movimiento, porque le das de comer a las hembras pero para qué tienes un montón de animalitos que no se venden. Las granjas pequeñitas ya cerraron”, lamentó.
Cuando Darío se instaló en Querétaro con una granja más grande que la que tenía en Hidalgo, empezó a buscar alianzas con las granjas más pequeñas del estado para venderle a las cadenas comerciales. Algunas de esas granjas estaban mal cimentadas; una, recordó, era originalmente para avestruces y la adaptaron para los conejos.
El costo de producción era muy alto y no fue viable mantener la venta con las cadenas que les pedían mantenerse en el precio del mercado. “Les decíamos que nuestros conejos eran producidos en granjas, con ciertas normas, hay una norma de carne de conejo, una norma mexicana que no es obligatoria pero cuando hicimos todo esto la tendencia es que se hiciera obligatoria esa norma con el tiempo y pudiéramos atender los rastros en sociedades y poder obtener el certificado Tipo Inspección Federal”, explicó.
En 2016 presentó un proyecto para crear ese rastro en Pedro Escobedo, pero la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa) no le otorgó el apoyo porque lo vieron como un plan particular y no un proyecto social que beneficiaría a muchas personas. Hace más de dos años unos estudiantes fueron a su granja para proponerle impulsar el proyecto de un rastro.
“Les transmití todos mis conocimientos de cunicultura y ellos hicieron propuestas, con ese proyecto en 2019 me afilié a la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y hubo una feria de pequeñas y medianas empresas en Italia, ahí hay grandes productores de conejos. Nos invitaron a la feria que organiza su Banco de Comercio Exterior, invitaron a 30 o 40 países latinoamericanos, yo no pude ir por falta de dinero, se fue uno de los proyectistas y nos dieron un reconocimiento por el carácter social del proyecto que se había hecho”, relató.
En 2019 el proyecto se consolidaba. Darío invitó a 10 productoras de conejo de Tequisquiapan a sumarse a un grupo más grande que les daría la oportunidad de crecer y no solo tener los conejos en casa. La idea era tener una granja que cumpliera toda la normatividad y ellas aceptaron. Se constituyeron como una sociedad anónima de promotora de inversión y buscaron el financiamiento.
ITALIA Y ESPAÑA, LAS MEJORES OPCIONES
El nuevo grupo consiguió opciones de financiamiento en Italia y España, pero requerían que el gobierno mexicano diera las garantías al crédito que recibirían los cunicultores mexicanos. “Los españoles nos habían cotizado todos los equipos, es el mecanismo: en el gobierno italiano o español se crea un fideicomiso para apoyar a sus empresas a que exporten, el fideicomiso lo transmite a un banco y el banco a las empresas y las empresas nos dan los fierros”, detalló.
Al gobierno federal mexicano le toca cubrir garantías, “pero no hay fondos o no dan acceso a los fondos de garantía, el gobierno tiene la función de quedar de aval del proyecto y en eso estamos”. El rastro necesita alrededor de 80 millones de pesos para producir de la manera adecuada y aunque muchas dependencias se comprometieron a brindarles apoyo, “no hay tanta lana, toda la lana se va a Covid-19”:
Los mil conejos semanales que se producían antes no eran suficientes para crear un rastro, pero los nuevos socios deben entender que el financiamiento es un préstamo y se debe pagar, aunque sea, como les ofrecieron, con menos del 5% de interés.
“Seríamos 29 productores si entran los de Huimilpan, porque ahí andan entre 10 y 15 granjas, entre todos alcanzaríamos a producir alrededor 6 mil conejos, pero las granjas pequeñitas ya cerraron. Ahorita gobierno del estado de Querétaro está haciendo enlaces comerciales con diversas empresas para que sus Pymes se reactiven, ya me inscribí al programa y tengo opción de tener la cita con las cadenas. Esperábamos concretar el proyecto de rastro y darles carne certificada pero no se ha podido, se pararon los apoyos”, insistió.
Si las granjas de los socios se activan, apenas se lograrían producir mil 500 conejos a la semana, así que necesitan la unión con el resto para ofrecer un rastro limpio, con carne de alta calidad y con el apoyo del gobierno del estado para que las tiendas acepten el producto.
Al garantizar la sanidad de los animales, se puede conseguir la certificación de las granjas y se abriría todo un nuevo mercado para México, porque una sola granja pequeña llega a producir 6 empleos, “si son 15 socios, si las cosas crecen, los empleos también aumentarían”.
El proyecto incluye enseñar a los mexicanos a consumir diferentes productos de la carne de conejo, “marinado, chorizo, jamón, guisado, en Nuggets, hamburguesa, con muchos productos que representan un valor agregado”.
“Este es un proyecto de carácter social, porque podemos sumar a muchos productores de muchos municipios, la presidencia municipal de Huimilpan en teoría nos ofreció los terrenos para poder el rastro allá y la granja grande, pero estamos parados. Se cortó el trámite con Huimilpan, cuando platicas esto todos se animan, pero todos esperan los apoyos de los gobiernos”, reconoció.
Darío dijo tener confianza en que cuando pase la contingencia, se reactivará el proyecto y habrá apoyos económicos para los cunicultores, pero eso implica “cambiar cómo piensan los productores, que tengan una visión empresarial, dejar de pensar en ser una granjita de traspatio para ser un grupo más grande”.
Por ahora, Darío vende la carne de conejo casa por casa en la ciudad de Querétaro y algunos negocios de estados cercanos, aunque espera que dentro de poco esta sea la región que detone la cunicultura y ponga a México a competir a nivel internacional.