Soy un profundo admirador de Winston Churchill. Su actitud desafiante durante la Segunda Guerra Mundial, cuando cayó Francia, la Unión Soviética era aliada de la Alemania nazi así como de la Italia fascista, y Estados Unidos se negaba a participar, me parece una gesta ejemplar. Supo darle seguridad y voz a un pueblo que parecía abocado al desastre.
Pero dejando a un lado la admiración personal, la vida del hijo de Lord Randolph y de Jennie Jerome es una vida interesante como pocas. Tal vez usted piense en un señor gordo y calvo que sostiene un puro mientras dice un discurso, pero fue muchas otras cosas más: periodista, militar, aviador, político conservador, luego liberal, luego conservador de nuevo, albañil, pintor, escritor, Ministro de la Marina de Guerra, de Hacienda, de Guerra, etc.
En su biografía lo mismo puede verse los últimos fastos de la época victoriana, que el relajamiento eduardiano. Está en los teatros de guerra desde la última parte del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. Cuba, Sudán, Sudáfrica (donde es atrapado y escapa de un campo de prisioneros en una acción digna del cine), India; deja su escaño en el Parlamento para comandar un batallón en la Primera Guerra, y no se resiste a visitar el frente en la Segunda.
Una vida sumamente atareada, por eso es una paradoja que sus últimas palabras fueran “todo es tan aburrido”.
¿Cómo acercarse a este titán? En primer lugar renunciando a ideas preconcebidas; no se trata de la vida de un político común, ni de un inglés que se dedicara solamente a cuidar sus propiedades y a beber té. En segundo lugar, puede acudir tanto a sus libros como a las biografías que hay sobre él.
Si me permite la sugerencia, de sus libros le propongo empezar con “Grandes contemporáneos”, un compendio de viñetas que escribió sobre figuras políticas. Su estilo incisivo y elegante brilla y se lee con facilidad, no se requiere conocer previamente a las figuras de las que se ocupa, y como son esbozos cortos puede leerse en los tiempos muertos de un día laboral. Después, claro, pueden venir sus monumentales historias de las dos grandes guerras del siglo pasado.
Solo recuerde algo: en Churchill, más que en cualquier otro escritor, todo texto es autobiográfico.
Si quiere leer una biografía hay muchas y muy variadas. Propongo iniciar con la que escribió Francois Kersaudy, que es bastante divertida y amena, tiene un tono irónico que la hace entretenida y a la vez logra un panorama bastante completo del personaje biografiado. Existe otra, en dos tomos, del parlamentario laborista Roy Jenkins, más completa y bien balanceada, eso sí, requiere su tiempo.
Hay una pequeña memoria del médico de Churchill, Lord Moran, que se llama “Churchill at war” (ignoro si hay traducción al español) que, si bien se ha dicho no es del todo exacta, nos permite ver la impresión que causaba el gran hombre en sus allegados.
Te sugiero alejarte de un libro que se puso de moda hace un par de años, llamado “El factor Churchill” de Boris Johnson, actual Primer Ministro británico, porque si bien es un libro bien escrito, en realidad es más bien un reflejo de las ideas del autor más que del personaje supuestamente analizado.
Hace poco salió una biografía monumental de Andrew Roberts. Más de mil páginas de puro Churchill es un placer para quienes le admiramos, pero déjame decir que, a pesar de lo voluminoso del libro, se trata de una lectura ligera que es muy difícil dejar a un lado. Que no te espante el tamaño ni del personaje ni del libro, no hay lugar para el aburrimiento.
Desde luego hay otras biografías (de Keegan, Moorehead, Peláez López y Haffner, por ejemplo) pero las que te he reseñado me parecen las mejores, por agradables de leer y completas.
Espero optes por alguna, no son difíciles de conseguir y algunas se encuentran en librerías de viejo a buen precio. Será una lectura entretenida.