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No normalicemos la violencia contra las mujeres – Tania Palacios Kuri

¿Conoces el efecto de la rana hervida?

Esa premisa de que si depositas una rana de forma repentina en agua hirviendo va a saltar y se defenderá del calor sofocante que pretende cocerla hasta dejar de sentir dolor. Si la rana se pone en agua tibia, el peligro es imperceptible y se cocerá hasta la muerte, con una suavidad tan letal que normaliza el sentir de la ebullición.

Algo parecido ha sucedido con la violencia en contra de la mujer, algunos daños drásticos y otros tan sutiles han heredado un sistema de injusticias sociales que por ser permanentes pareciera fueran “normales”.

“Normales” como el hecho de ganar menos por trabajar lo mismo, como ser parte del discurso pero no de la realidad, como ocupar espacios “condicionados” al no ser dueñas de los mismos. La lucha a favor de los derechos de la mujer ha rendido frutos, muestra de ello es que hoy puedo escribirlo.

Normalizar la violencia y no visibilizarla es sentenciar a muerte el futuro de la paz y de la equidad.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define la violencia contra la mujer de la siguiente manera: “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

De acuerdo con la ONU una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual a lo largo de su vida, al menos seis de cada diez mujeres mexicanas ha enfrentado un incidente de violencia alguna vez en su vida, y nueve mujeres son asesinadas cada día en México.

En marzo del año pasado fui presa de las calumnias en redes sociales de una cuenta apócrifa del diputado federal Gerardo Fernández Noroña denostando mi trayectoria profesional por mis características físicas.

La semana pasada fui víctima de comentarios de naturaleza sexual, violentos y denigrantes hacia mi persona dentro de una publicación en mi cuenta oficial de Facebook.

No es la primera vez, ni soy la única mujer que ha sido blanco de micro o macro machismos.

He sido testigo de violencia sexual a grandes amigas mías y también a mujeres desconocidas con historias recurrentes; de violencia política a grandes compañeras de la política mexicana; de violencia emocional a jóvenes incluso menores de edad que sufren desde su primera relación sentimental los estragos de nuestra inconsciencia e incongruencia social; sin contar el sinnúmero de mujeres que se acercan a mí por una situación de violencia patrimonial.

Soy ciudadana, mujer, hija, prima, compañera, hermana, amiga y muchas facetas más y decidí utilizar esta plataforma para externar mi rechazo rotundo a cualquier manifestación que denigre el concepto “mujer”.

Mujer es dar vida a la vida misma, motorizar el desarrollo, crear, generar y no sólo es un adorno para los poemas o una frase para los discursos.

Las mujeres no estamos hechas para hacer sonar bonito la canción o embellecer las mesas, somos forma y fondo, somos color y contenido.

¡Ya basta!

Cuento como antecedente un pequeño ejemplo de una gran realidad. Hoy es un comentario en redes sociales, mañana ¿qué será?

LAS FALSAS IDENTIDADES, EL ALIMENTO DEL MONSTRUO DE LA VIOLENCIA

Lo que empieza con letras socialmente permitidas puede terminar en las formas más atroces de terrorismo cotidiano. Hago un llamado a la conciencia humana que nunca podría colocar a la mujer por debajo de su integridad.

No hay nada más penoso que esconderse para atacar, quien agacha la cara para no identificar la faz detrás de las expresiones no es más que un engendro temerario, víctima de lo inhumano y enemigo de la naturaleza. Lo natural es la equidad.

La libertad de expresión ha sido una lucha que costó mucha sangre, hoy se hace mal uso de la historia, jugando al escondite de identidades auténticas.

La libertad de expresión es un derecho humano que nos permite decir, manifestar y difundir de manera libre las propias ideas sin por ello ser hostigados. Pero aún hay quien hostiga sin responsabilidad alguna y recordemos que la línea divisoria entre el derecho y la injusticia es precisamente el espacio donde inician los derechos fundamentales de nuestros iguales.

Es deleznable la forma tan cobarde de quien se encuentra detrás de estas cuentas apócrifas. Falsas identidades que le dan de comer al monstruo de la violencia.

El músculo de una persona no se mide detrás de un monitor, menos cuando pretendemos ensuciar con teclas el bien natural más preciado que es la dignidad humana.

La violencia hacia las mujeres es un capítulo todos los días, un disco rayado que hace visibilizar la hemorragia interna de una sociedad fracasada en la lucha de lo importante.

Desde tiempos remotos los derechos de las mujeres han sido cuestionados, nos han humillado, violado, insultado y por eso decidí escribir acerca de este atentando para señalar lo indefendible. Pareciera que el dejarnos votar fue un premio o que “no juzgar” que trabajemos es un incentivo, pues no, lo normal no era otra cosa.

Los actos de acoso, hostigamiento, mensajes de odio, insultos, o cualquier expresión de violencia que atente contra la dignidad de las personas es una manifestación que no se puede volver música casual para nuestros oídos. De tanto escuchar se nos filtra lo agudo del problema.

Hace poco celebrábamos el triunfo del voto femenino en México y el sufragio de las mujeres por primera vez en 1955.

El acto de negar a las mujeres tener voz en los comicios definitivamente se trataba de un acto de violencia. La posibilidad del voto lo impulsaron mujeres como Hermila Galindo, una contra muchos hombres que se oponían a darle cabida a la participación de las mujeres.

Hoy ya hablamos de nuevas formas de protección y prevención, como la conocida Ley Olimpia, ya aprobada en Querétaro, con la que se castiga la violencia sexual digital.

FACEBOOK, DONDE MÁS SE INSULTA A LAS MUJERES

De acuerdo a un estudio realizado por Inmujeres de la Ciudad de México, Facebook es la red donde más se insulta.

La mayor parte de las agresiones provienen de hombres, desconocidos y grupos de troles.

Insisto, la violencia nunca será el medio o el puente para construir un espacio óptimo para el debate o el diálogo.

Soy legisladora y política, estoy al servicio de los ciudadanos y si hay diferencias u opiniones contrarias estoy a favor de exponerlas con respeto y de frente pero no de que sea por medios violentos, porque lo que le pegue a todas me pega a mí, y viceversa.

Tampoco estoy en la postura de rebajar la seriedad del debate político a una charla con botargas virtuales cuya identidad se desconoce. Es como querer nutrir el estómago democrático de comida chatarra.

Aquí hablamos de igual a igual, de persona a persona, no de cuentas a cuentas.

México merece tener las cosas en su lugar, la falta o “mano negra” que se le hace a una sola mujer es un autogol para nuestro país en el partido del desarrollo social, económico y político.

No queremos sólo mujeres valientes también mujeres libres de las “consecuencias” de su valentía. “La violencia es el último recurso del incompetente” (Isaac Asimov).

No hagamos incompetente a nuestra sociedad, no normalicemos las expresiones cotidianas manchadas de injusticia, tampoco polaricemos un cuerpo social que sólo funciona unido, construyamos mujeres fuertes para no tener que reparar las costuras rotas de nuestra propia insensibilidad.

Si la historia lo dijo una vez, no heredemos la misma piedra que hará tropezar a las niñas de hoy, mujeres del mañana.

TANIA PALACIOS KURI
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Last modified: 22 octubre, 2021
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