REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Pablo Trejo estaba listo para recibir el riñón que le donaría su hermana en marzo pasado, pero tres días antes de su hospitalización le cancelaron el trasplante porque el hospital general donde recibiría la atención se enfocó a los casos de Covid-19. Hoy no tiene fecha para que se realice la cirugía que mejorará su calidad de vida y que le permitirá volver a trabajar.
Trejo Olguín es uno de los 14 pacientes que acuden a Fundación Ale para recibir apoyo por su insuficiencia renal y para los que se suspendieron las cirugías de trasplante desde marzo pasado. Cada noche él mismo se realiza su diálisis con la máquina que tiene en su casa y busca cualquier indicio que le dé esperanzas sobre cuándo podría reagendar su operación en el hospital.
Antes de que la insuficiencia renal le impidiera trabajar, se dedicaba a la construcción de líneas de alta tensión. Ahora depende de sus padres y de su hermana, pero tiene una hija de 5 años para la que quiere estar vivo y anhela salir de casa sin miedo a contagiarse del virus, que podría ser más peligroso para él.
“Por la diálisis no salgo, por el miedo al Covid, estoy encerrado, dicen que uno tiene más riesgo con esto de la insuficiencia. No he salido. Sólo voy a visitar a algún paciente cercano, nada más. Es algo ya medio fastidioso, estoy aburrido. Tampoco puedo trabajar, porque me tengo que dializar, me hago la diálisis todas las noches, tengo la máquina, me conecto y la máquina trabaja todas las noches. Yo lo que quiero es regresar a trabajar, ya me cansé de estar aquí, quiero volver a hacer mi vida, que vuelva a ser como antes, estoy aburrido de todo esto”, confiesa.
SIN FECHA PARA CIRUGÍAS Y CON MIEDO POR EL VIRUS
La directora operativa de la Fundación Ale, Lucía López, informó que hay 14 pacientes en todo el país que se quedaron en espera de sus cirugías de trasplante en marzo pasado cuando inició la contingencia del país. De esos 14 pacientes, uno es de Querétaro.
Ante la suspensión, los pacientes tuvieron que continuar con las sesiones de hemodiálisis que no tenían contempladas porque pensaban que tendrían las cirugías. Cada paciente necesita al menos 3 sesiones de hemodiálisis por semana que representan mil 300 pesos.
“Todos los pacientes tuvieron que regresar porque las necesitan para vivir, si no se lo hacen lamentablemente mueren, tratamos de apoyar lo máximo posible a estos pacientes con las sesiones, sin embargo, el Centro Nacional de Trasplantes todavía no da la fecha, muchos de los hospitales son área Covid y no dejan a ninguno libre para este tipo de cirugías. Vimos que podrían empezar con trasplantes de emergencias, pero no sabemos qué lineamientos deberán tomar porque para nosotros todos son de emergencia porque todas las vidas cuentan”, explica Lucía.
Algo que le da tranquilidad a los pacientes es que todos los medicamentos e insumos que necesitaban para sus cirugías ya están en los hospitales y no pueden utilizarse para otros pacientes, ni existe el riesgo de que caduquen.
Sin embargo, el Covid-19 representa un riesgo mayor para las personas que viven con insuficiencia renal, porque si e contagian de este virus podrían sufrir síntomas y consecuencias más severas que una persona sana.
“El miedo está muy latente, mucha gente tiene mucho miedo ir a las unidades de hemodiálisis, sí ha pasado, ellos tienen que ir, tienen que tomar ese tratamiento, ahí están las máquinas y lo tienen que hacer con supervisión, las personas con estas enfermedades están más propensas a que les puedan contagiar”, reconoció.
UNA DÉCADA CON LA INSUFICIENCIA RENAL
Pablo Trejo tiene 30 años y una hija de 5 años. Originario del Estado de México, vive cerca de Polotitlán, muy cerca de San Juan del Río, por eso acudió a un hospital de este municipio queretano en 2010, cuando empezó a sufrir fuertes dolores de cabeza y otros malestares.
Los médicos le dieron tratamiento y varias recomendaciones para mejorar su calidad de vida: no tomar refresco, no comer embutidos, hacer ejercicio; todas eran indicaciones para mejorar su estado de salud.
Se sentía muy triste, “no esperaba algo así, menos por mi hija, es algo feo”. Por él mismo y por su hija, atendió todas las recomendaciones al principio para poder mejorar. Luego se descuidó.
“Me dijeron que no trabajan mis riñones, que se hicieron pequeños, me lo detectaron hace rato, en 2010, dializado llevo apenas año y medio. Me daba un dolor de cabeza muy seguido, me mandaron a hacer estudios, me dijeron que era insuficiencia renal, me dieron tratamiento y como me sentía bien, me descuidé, hace un año y medio me dializaron porque me dejaron de funcionar los riñones”, admitió.
Recibió dos consultas en el Seguro Social y después un amigo suyo, que trabajaba en una casa de un colaborador de la Fundación Televisa, le ayudó a conseguir la atención en el Hospital General de Pachuca, así como la ayuda de la Fundación Ale, a la que empezó a acudir en abril del año pasado.
Su hermana, de 31 años, se ofreció a donarle un riñón. La Fundación Ale ayudó con los medicamentos y los insumos que piden para la cirugía, “los accesorios como sondas y eso, porque es algo caro. Tan solo había un medicamento que piden que vale como 40 mil pesos, son unas inyecciones para las defensas, eso es caro”.
Pablo llevó todo al hospital y esperaron la llamada. Tres días antes de que lo hospitalizaran, la dirección del Hospital informó que las cirugías se cancelaban para no arriesgar a los pacientes, porque “como se queda uno sin defensas para que no rechace el riñón, pues sin defensas con el virus es más peligroso”.
Ahora no sabe cuándo se realizará la cirugía, no le dan ninguna fecha y vive de la esperanza que le contagian sus padres y su hermana. “Me dicen que le eche ganas, que no pierda la fe, que pronto va a pasar esto, cosas de esas. Yo ya estaba bien, pero se atravesó esto de la pandemia. No hay fecha, me dijeron que me esperará hasta nuevo aviso, imagínese, ya estaba bien emocionado, me sentí triste, porque esto parece no acabar. Mi hermana dice que tenga paciencia, que ya va a llegar el día del trasplante”.
En su pueblo, dice, la gente sabe muy poco del Covid, porque no hay enfermos del “virus ese”, ya que “esto es un pueblito, no es ciudad, la gente anda aquí sin cubrebocas, aquí no han llegado los casos”.
Lo único en lo que piensa es en regresar a trabajar y tratar de volver a lo de antes, porque “ya me cansé de estar aquí, volver a hacer mi vida, que vuelva a ser como antes, estoy aburrido de todo esto”, afirma desde el encierro en su casa.
CRECEN LAS PETICIONES DE AYUDA
De marzo a la fecha se incrementaron las solicitudes de ayuda a la Fundación Ale. Lucía López informa que muchos tienen miedo de contagiarse y piden asesoría a los integrantes de la fundación.
Hasta ahora se tienen 12 pacientes más que todavía no reciben atención por no hay fecha para las citas en los hospitales generales. De esos 121 pacientes, uno tiene 14 años y está en espera de la atención del Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS) donde tampoco hay trasplantes por ahora.
Como la fundación tiene recursos limitados, ahora apela a la solidaridad de la gente porque se necesitan medicamentos que ayuden a la gente que está a la espera de un trasplante.
“Recibimos todos los donativos económicos desde 50 pesos para apoyar a los pacientes con sus hemodiálisis, se nos saldría de la mano apoyar a todos, se nos acabarían los recursos, necesitamos apoyos económicos para poder seguir ayudando y si alguien tiene medicamentos para enfermos renales o bolsas de diálisis con mucho gusto los recibimos, nos pueden contactar para información en los números 2456219 y 2455520, o en Facebook como Ale Querétaro o Asociación Ale que es a nivel nacional, todo se trata de ayudar, porque no hay fecha para terminar con esta situación”, añadió.