El mundo se transforma con motivo de la pandemia a una velocidad impresionante. El uso de tecnologías se pensaba que permitiría acercar a la gente y reducir la brecha existente entre las personas y regiones.
La pandemia nos muestra que las brechas son más notorias, que existe analfabetismo digital y que el uso de la tecnología es un peligro en las manos equivocadas.
Todos los días utilizamos Tecnologías de Información y Comunicación (TIC´s) y proporcionamos voluntariamente nuestros datos personales, información privada e incluso datos sensibles a cambio de apps gratuitas, información rápida y comunicación accesible.
Las TIC´s nos acompañan en todas nuestras actividades y ubicaciones, conocen lo que buscamos, donde nos encontramos, qué lugares visitamos, etc.
“A partir de los socioestilos pueden crearse todos los comportamientos posibles de consumo. Además, se pueden producir “inferencias” del tipo: si formas parte del estilo sociológico conservador, o si eres una mujer de esta categoría, lees (o leerás) tal tipo de diario, ves (o verás) tal programa, etc. De esta forma, pueden categorizarse los comportamientos electorales o las opiniones filosóficas. (Bourcier, 2003)
A raíz del Big Data, si un servicio es gratuito, el producto eres tú, pero existe poca conciencia de los usuarios, quienes entregan toda su información sin tener certeza respecto del manejo de la misma.
“Debería considerarse a los datos, en general y a los datos personales en particular como un activo patrimonial que tiene un precio en el mercado, tanto para la empresa como para el individuo, máxime cuando de la información pueden beneficiarse otras personas como los responsables del tratamiento de los datos que la ceden a terceros a cambio de una contraprestación o la tratan ellos mismos para obtener datos-conocimiento que representan un nuevo bien intangible” (Navas et. al., 2017).
Se requiere generar espacios de reflexión para la población en general, para sensibilizarla respecto de los datos que poseen y deben proteger o entregar de manera consciente.
Se ha trabajado en algunas reformas legales en materia de ciberdelitos, pero falta normar el comportamiento deseable dentro de la red, que involucra a mayores y menores de edad, personas con discapacidad, mexicanos y extranjeros, en diferentes idiomas y lenguas, que todos los días, en todo momento y diferentes escenarios utilizamos TIC´s.
Instituciones como el Tecnológico de Monterrey dedicarán la semana Tec del 26 al 30 de octubre donde tratarán temas como el Contexto digital del siglo XXI y el papel de las tecnologías emergentes, Rule of Law y su importancia para las sociedades modernas: el papel de las Smarts Cities y la Protección de datos personales como manifestación de la tecnología, entre otros.
Hacen falta más espacios como el del Tec para que se realicen análisis y propuestas específicas que abonen a la evolución consciente e incluyente del uso de tecnologías en México.
BIBLIOGRAFÍA
Bourcier y Casanovas, Inteligencia artificial y derecho, Editorial UOC, Barcelona, 2003, p. 153.
Navas et. al., Inteligencia artificial. Tecnología Derecho, Tirant lo blanch, Valencia, 2017, p. 289.
