Autoría de 12:43 am Víctor Roura - Oficio bonito

Teoría y práctica, práctica y teoría – Víctor Roura

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Cuando me preguntó qué podría yo escribir para su periódico, supe que no estábamos en el mismo circuito, y que su pregunta era una manera, ni fina ni grosera, de decir que ahí sencillamente no cabían mis pensamientos.

Porque si él hubiera venido a mí en busca de un espacio periodístico, jamás le habría preguntado qué podía escribir para nosotros. Lo que fuera, pero que escribiera. Sin embargo ahora era ya, él, un alto ejecutivo de ese periódico, y como tal tenía que cuidarle las espaldas al empresario dueño de ese rotativo, cuyos colaboradores, todos, están no porque sean buenos periodistas o correctos escritores, no, sino porque algo aportan a ese medio.

Es decir, si participa cierto articulista es porque en su programa radiofónico, por ejemplo, siempre menciona a ese diario, que son gastos de publicidad que se ahorra la empresa. ¡Ah, dichosa correspondencia! O si ejercita en esas planas su pluma aquel novelista no es porque sea un modelo literario, no, sino porque es a la vez un funcionario cultural, lo que implica un aporte publicitario seguro para ese emporio.

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Y yo que creía en la radicalidad de su periodismo. Por eso cuando me preguntó, que fue otra pregunta a la de qué podía yo escribir, acerca de qué podría yo darle a cambio a ese periódico si ellos me publicaban, confirmé que, en efecto, no estábamos ya en el mismo circuito.

Porque eso es lo que buscan ahora los empresarios de la prensa: no contratar a buenos periodistas, sino llevar agua a su molino con los periodistas que contratan, y si los que acarrean esa agua aparte pueden ser considerados buenos periodistas, la ganancia es doble.

¡Ay de aquél que no tenga contactos en las relaciones tributarias de la economía nacional!

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Porque una cosa es el verbo y muy otra la práctica en las gestiones en la mesa, que lo primero a veces no concuerda con lo segundo, y al revés. Pero no hay teoría sin práctica, dicen los didácticos, que van siendo cada vez menos en el orbe de la comunicación, ya que abundan, hoy, los teóricos, por una parte, y los practicantes, por la otra, difícilmente ensamblados unos con otros.

Por eso son numerosos, ahora, los periodistas teóricos, que no se cansan de decir las cosas, aunque no las practiquen, y máxime si cobran cientos de miles de pesos (a veces millones) mensuales, maniatados a los lineamientos empresariales.

¿Decir algo que no convenga al emporio y por ello mismo dejar de percibir los desmesurados emolumentos? No tiene ningún sentido para aquellos que con la teoría practican su periodismo. Y no hay aquí ninguna alteración en los términos. Porque decir que un periodista usa a la teoría como práctica de su oficio no significa, en lo absoluto, que practica lo que dice teóricamente, pues esta lógica (usar la teoría como práctica del oficio periodístico, que no es lo mismo que llevar a la práctica la teoría periodística) se ha hecho natural en los medios, y nada tiene de extraño escuchar o mirar a periodistas endilgando dulces teorías, ¡ay!, sin llevarlas a la práctica.

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Por eso cuando me dijo que no me causara expectativas a la hora de despedirnos, entendí que no me llamaría nunca para resolver mi caso, cosa que así sucedió en la realidad: no se volvió a poner jamás en contacto conmigo, porque no le era útil a la empresa: ¿para qué quiere un diario a un periodista que nada más se dedica a pensar pero no es capaz de conseguir publicidad?

Los tiempos que corren, mercenarios a carta cabal, están obligando, o quieren obligar, a los periodistas a traer consigo sus propios patrocinadores. De otro modo, no va a poder publicar. Si esto ha sucedido en los medios electrónicos desde un principio, ahora se quiere trasladar esta práctica al periodismo de papel (no digamos a la prensa de Internet, donde no hay correctores ni edición, las más de las veces, y donde se trabaja por lo general gratuitamente hasta que los portales empiezan a recibir publicidad debido a la intensa relación pública de los directivos): si no aportas dinero, ¿por qué tendrá la empresa periodística la obligación entonces de pagar por tu trabajo?

Me cuesta creer que las cosas hayan llegado a estos niveles de inferioridad teórica, sostenidos incluso por periodistas que se han adaptado, o ceñido, estupendamente a este tipo de oligarquía laboral, donde el dinero tiene ahora un peso enorme en el gremio, en el cual sobra la teoría y es escasa la práctica.

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De ahí mi no extrañamiento a que se nombre “periodistas de a pie”, por ejemplo, a periodistas que no andan, ni andarán nunca, a pie.

Pero vuelvo a lo mismo: en estos tiempos en que la teoría ha desbordado, o malbaratado, o aniquilado, o ensombrecido, a la práctica, estas aseveraciones no importan mucho; es más, no importan nada (¡juro que he oído a oficiantes decir que Carlos Fuentes o Fernando Benítez eran periodistas de a pie!).

Y cuando, al decirnos adiós, este periodista me dio un abrazo de reconocimiento (así dijo), sabía que lo que estaba deseando era que me fuera de la redacción lo más pronto posible.

Cosa que hice de inmediato.

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Last modified: 30 enero, 2022
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