¡Buen día, mundo! Con el anuncio de la muerte de Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón), comenzaron a publicar en redes las viñetas y frases más célebres de Mafalda, personaje icónico en la obra del caricaturista. Una viñeta que me provocó una sonrisa, es la siguiente:
La mamá de Mafalda, antes de ir al mercado, le da indicaciones a la pequeña niña. No le abras la puerta a nadie, por más que llame, le dice. Mafalda contesta con un: Bueno. Pero cuando la mujer sale de casa y cierra la puerta, surge una duda en la cabecita de la intrépida niña. Rápido se asoma para preguntarle a su madre: ¿Y si es la felicidad?
La cara de la madre es extraordinaria.
¿A quién se le puede ocurrir que la felicidad en persona puede llegar a tocar tu puerta?
Y si eso ocurre, claro, ¿cómo no abrirle la puerta?
Aunque…
En el libro Extrañando a Kissinger, Etgar Keret escribe una pelea con la felicidad. “Tan estupendamente bien”, es el cuento donde presenta esta lucha a muerte. Aquí el inicio:
“Itzik estaba sentado en el borde de la cama, vestido solamente con los pantalones del pijama, calzando sus botas camperas y mirando fijamente a la ventana. Afuera brillaba el sol. Se sentía estúpido. Hoy era el día en que iba a llegarle la felicidad, porque se lo habían anunciado hacía apenas cinco minutos, y él se limitaba a quedarse ahí sentado en la cama como un bobo, sin hacer nada. Se acordó de la vez en que la felicidad había llegado, de cómo su padre le había abierto la puerta tan tranquilo, y él, entonces un niñito pálido, se había quedado sentado en la mesa de la cocina pegando papelitos de colores, despreocupado.
El cuerpo le empezó a temblar. No hay que dejarla entrar, se susurró a sí mismo, no hay que permitírselo. Si conseguía mantenerla fuera, todo iría bien. Se levantó de la cama de un salto, corrió hacia la cómoda y empezó a empujarla en dirección a la puerta. Cuando la tuvo completamente bloqueada, sacó el rifle de caza de su escondite y se puso a cargarlo con cartuchos. Esta vez estaría preparado. No le pasaría lo que aquella vez en casa de sus padres. No iban a conseguir hacer de él un zombi sonriente al que le gustaran las telenovelas o García Márquez”…
Si quiere saber el final, tendrá que leer el cuento completo.
Y si desean conocer un poco más sobre Keret, se presentó con una charla virtual en la Feria Nacional del Libro (Fenal) de León, Guanajuato, en donde habló de su proceso creativo y algunos detalles de sus cuentos. La charla está disponible en el Facebook de la Fenal y aunque tiene alguna falla con el audio, es un material imperdible. Uno de los temas que salió a relucir en esta charla, fue la pandemia. ¿Cómo se preparó el escritor para vivirla?
“Creo que toda mi vida, mis padres y toda mi infancia, me prepararon para la pandemia. Yo no crecí en una familia normal, mi mamá quedó huérfana desde muy niña y mi papá estuvo en la Segunda Guerra Mundial, entonces no nos veíamos tanto como familia, sino como un grupo de personas que vivían en los suburbios de Tel Aviv. El mundo es algo que es muy impredecible, mis padres vivían muy bien y de repente llegaron los nazis y todo cambió. No podemos adivinar qué va a pasar, lo único que podemos tener son raíces fuertes, cimientos fuertes, y mis padres siempre me decían que estos podían ser amigos o cosas dentro de nuestra cabeza, pero nada que tuviéramos que cargar en una mochila, entonces cuando entré en el encierro de la pandemia, dije, tengo las personas que amo y tengo las cosas en mi cabeza, no tengo nada que cargar en mi espalda. Estoy completamente listo para la pandemia”.
Las personas que uno ama, cosas en la cabeza, son la felicidad de Etgar.
¿Y a usted, qué lo hace feliz?