Hay concursos literarios creados especialmente para dar a conocer el trabajo de jóvenes poetas, en el caso de Querétaro está el Premio de Poesía Joven “Francisco Cervantes Vidal”, que honra la memoria del autor de “Cantado para nadie”. Con más años de trayectoria, existe también en México el Premio de Poesía Joven “Elías Nandino”. Y de los más recientes, el Premio Iberoamericano de Poesía Joven «Alejandro Aura».
Y hay premios literarios destinados a reconocer el trabajo y trayectoria de un autor, como el Premio Cervantes y, claro, el Premio Nobel de Literatura. La designación de un ganador (sólo un ganador) provoca comentarios de aceptación o desacuerdo.
Sobre el caso de la recién ganadora del Nobel de Literatura, la poeta estadounidense Louise Glück (ganadora entre otros premios del Pulitzer), se compartieron una gran cantidad de reacciones. Muchos elogiaron que el premio se destinara a una mujer, autora de poesía. ¡Quien ganó fue la poesía!, declararon algunos escritores de este género.
Aunque también hubo comentarios como: ¿y esa quién es? o pues no la conozco, habrá que ver.
Sí, habrá que verla, leerla y releerla. Un certamen como el Nobel reconoce la obra y no la popularidad, y su prestigio internacional pone en la mira a autores que, aunque conocidos entre su gremio y público (nacional e internacional), para el resto del mundo son un descubrimiento. Y como todo descubrimiento, resulta asombroso.
De los múltiples comentarios me interesa compartir el que publicó la poeta Myriam Moscona, dice: «Louise Glück, multi premiada, multi reconocida por sus pares y desconocida para el mundo. Claro, ¡ES POETA! Como fuera narradora con esos premios, con esa calidad, todos le estarían prendiendo veladoras en vez de preguntar ‘y esa, ¿quién carajos es?’/pero a la poesía no le importa. Trabaja en esos pliegues, lejos de los bolillos calientes de las mesas de novedades que aparecen y desaparecen títulos como conejos en el sombrero de los magos. Felicidades a la poesía en voz de Louise Glück».
Para conocer un poco del trabajo de la Premio Nobel 2020, aquí un poema publicado originalmente en el número 22 de la revista mexicana Metrópolis, traducción de Alejandro Tarrab:
EL IRIS SALVAJE
Al final de mi sufrimiento
hubo una puerta.
Escucha lo que digo: eso que llamas muerte
lo recuerdo.
En lo alto, ruidos, ramas de un pino en movimiento.
Luego nada. El sol enfermo
tembló sobre la seca superficie.
Es terrible sobrevivir
como conciencia
sepultada en la tierra oscura.
Luego fue el fin: eso que temes, ser
un alma y no poder
hablar, acabar abruptamente, la tierra dura
curvándose apenas. Y lo que pensé eran aves
se hunde como flechas en los bajos arbustos.
A ti, que has olvidado
el paso por otro mundo, te digo
yo podría hablar de nuevo: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:
desde el centro de mi vida brotó
un vasto surtidor, sombras azules,
profundas, sobre agua de mar celeste.
http://revista-metropolis.com/
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