HISTORIA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
FOTOS: CÉSAR GÓMEZ REYNA/LALUPA.MX
Hace 5 años Esmir dejó Estados Unidos de manera voluntaria después de su segunda detención por estar como indocumentado en ese país. Ahí creció desde que tenía un año y 6 meses, ahí estudió hasta la prepa y trabajó, pero prefirió abandonar ese país para evitar un tercer arresto que lo dejaría muchos años en prisión.
A su llegada a Querétaro se encontró con que lo mejor que sabe hacer es hablar inglés. Después de probar en distintos empleos, donde lo contrataban por su buena pronunciación, se asoció con otro migrante en condiciones similares y abrieron una escuela de enseñanza del inglés que se tambaleó durante los primeros meses de la pandemia, pero que ahora encontró nuevos bríos en las clases virtuales.
“Estábamos pensando en suspenderla porque sí nos ha afectado la pandemia, sin embargo, nos comenzaron a ayudar nuestros papás y he buscado trabajo en otro lugar. Parte de los principios que me enseñó mi papá es ser trabajador y en tiempos difíciles hay que buscarle otras formas. Creo que ya le hallé aquí, pienso que sí puedo, creo que aquí también se puede, porque estoy trabajando tranquilamente en un país donde no siento que no me quieren aquí o que estoy haciendo algo malo”, asegura.
DE GUERRERO A GEORGIA
La mamá de Esmir Duarte González es de Guerrero, donde también nació él. Ella tomó el nombre de Esmirna de la Biblia, “que dicen que es una ciudad muy bonita” y se lo puso a Esmir, “sólo le quitó la na, porque era de niña. No sé si Esmir significa algo, aunque me dicen que es un nombre árabe, pero en realidad no lo sé”.
Es el único de sus 7 hermanos que nació en México. Cuando su mamá cruzó la frontera de Estados Unidos estaba embarazada de su segundo hermano y Esmir tenía un año 6 meses de vida. Creció en Dalton, Georgia, a 45 minutos de Atlanta. Ahí iba a estudiar y terminó hasta la prepa.
A diferencia de sus hermanos, nunca se hizo residente, aunque su papá, en realidad su padrastro, un queretano originario de Jalpan, ofreció ayudarlo a poner en orden su condición, para que no abandonara el país.
Esmir trabajaba en una fábrica donde hacían guantes y calcetines que se calentaban en el frío. “Ahí estuve como 5 años. Mi padrastro hizo a mi mamá residente porque él es ciudadano. Mi mamá es de Guerrero y mi papá, bueno, mi padrastro es de Jalpan, pero en Estados Unidos siempre quise ser independiente y viví aparte de mi mamá y mi papá. Siempre he tenido la mentalidad de salir adelante, ha sido un poco más difícil vivir acá en México, pero la responsabilidad y ser independiente nunca se me ha quitado, mi mamá y mi papá me ayudan, pero acá”.
A partir de la segunda detención, cuando estaba la amenaza de que podrían ya no soltarlo, “me regresé porque era mucho para estar en la cárcel, me llegaron a detener por indocumentado, por usar papeles falsos, dos veces. Como ya no estaba legalmente en Estados Unidos, me agarró migración y me pusieron orden de arresto y me dijeron que estaba sin permiso, pasé por un proceso de pelear en migración, me desesperé y decidí regresarme a México”.
Al principio no sabía que esperar. Se fue a Jalpan de donde era originario su papá y ahí conoció a Ana, quien ahora es su esposa y con la que tiene una hija. Juntos decidieron cambiarse al municipio de Querétaro donde Esmir buscó trabajo “de lo que fuera” y comenzó como mesero en un hotel del Centro Histórico.
Ahí fue notoria su facilidad para expresarse en inglés y una conocida lo animó a dar clases en una escuela de idiomas que tenía. “Ahí dije: pues es lo único que sé bien, esto es lo mío, aunque podría hacer muchas cosas pero yo pensé, aquí es donde debo de estar”.
“Ha sido difícil porque he trabajado en otras cosas, en recepción de hoteles, en el casino trabajé como repartidor de cartas, el que juega la mesa. He debido tener dos trabajos para salir adelante, en las clases de inglés me pagaban más y nunca dejé ese trabajo, nunca dejé de dar clases de inglés, pero necesitaba otros ingresos para respaldar”, insiste.
LA CREACIÓN DE SU PROPIA ESCUELA
Al principio le resultó difícil dar clases, porque la escuela donde empezó a trabajar le pedía aplicar un método establecido desde hace 20 años en esa institución “y para mí era difícil acoplarme a eso, pero pues tenía que trabajar con varios chavos que estaban en mi situación; es decir, que también fueron deportados o se regresaron a México con sus papás”.
Coincide con otros migrantes que “en las escuelas se aprovechan mucho de nosotros, nos explotan y tenemos que trabajar mucho: nosotros teníamos que dar las clases de inglés y ellos las vendían y nos pagaban muy poco, así que aprendí lo que pude. Se me facilitaba transmitir el inglés, pero en la manera en la que ellos enseñan hay muchas cosas innecesarias porque la mejor manera de aprender un nuevo lenguaje es vivirlo y no explicar información o dar explicaciones, es vivirlo con ellos”.
Con un migrante que también fue deportado de Estados Unidos, Esmir inició su propia escuela, con su propio método y a veces da clases en su casa o en algunas compañías. “Ya vamos para 3 años”, dice con orgullo, aunque reconoce que pensaron en suspenderla o cerrarla, porque la pandemia les afectó, pero consiguieron ayuda de sus padres.
“Parte de los principios que me enseñó mi papá es ser trabajador y en tiempos difíciles hay que buscarle otras formas. En la escuela intentamos dar clases virtuales, para la gente que no quiera salir de casa. Cobramos por curso. Mi compañero también es migrante, pero él está en proceso de tener su residencia, a él lo que le piden es tener buena reputación, como lo que está haciendo en la escuela. Ya pasó su tiempo de castigo, pidió su perdón y sólo está esperando que le den ese perdón para ver si se regresa”, añade.
Esmir no puede pedir el perdón todavía, tienen que pasar 20 años para que sea posible realizar ese trámite, además que ahora sólo se iría a Estados Unidos si pudiera poner un negocio. Por ahora, si su socio se va, quiere seguir con la escuela aunque todavía no hablan de lo que sucederá.
“Ahora estoy en las clases, sigo en el casino, a veces me alquilo para ir como repartidor de cartas, sobre todo en los torneos nocturnos. Por ahora no veo a qué regresar a Estados Unidos. Aunque allá puedes llegar y trabajar, comprar una casita, pedir un crédito y de volada tienes un carro del año, ya no veo la necesidad de estar allá por lugares o cosas, extraño a mi familia, eso sí”, asegura.
“CUANDO LLEGUÉ A QUERÉTARO DIJE: DE AQUÍ SOY”
Esmir tiene tíos que se van a trabajar un tiempo a Estados Unidos y regresan, a él también “de repente, me gana la necesidad”, pero prefiere quedarse en libertad con su esposa y su hija, porque “no puedo dejarlas por un mes o dos sólo por hacer eso”.
Su idea es hacer crecer la escuela, estudiar y hacerse una carrera propia como maestro de inglés, porque es el idioma que más domina. “Pienso en inglés, me desarrollo más rápido en inglés, en español me falta vocabulario, no fluyo muy rápido. Cuando estaba chiquito en la escuela me hablaban en inglés, igual mis hermanos, mi mamá nos hablaba español, aunque nunca nos forzaba a hablarlo todo el tiempo, le hablábamos en inglés y ella contestaba en español”, explica.
Sabe que su familia en Estados Unidos la pasó difícil, porque les afectó el Covid-19 y tuvieron que estar en casa. Justo en el peor periodo de la escuela de inglés. “Se enfermó mi mamá, mi papá, mi abuelita, todos mis hermanos, porque allá la familia siempre estamos impuestos a vernos todo el tiempo, a estar juntos, si yo estuviera allá a cada rato estaría con mi mamá, era obvio que se iban a enfermar todos. Mi abuelita, que tiene 80 años, se mejoró pronto, fue la primera que se curó”.
Cuando habla con ellos les cuenta que ahora es maestro de inglés y lo felicitan por eso, porque es bueno para enseñar, aunque también le ofrecen ayudarlo a regresar, pero “ya me estoy acoplando aquí, ya le hallé. Cuando mi esposa y yo llegamos a Querétaro trabajábamos hasta 14 horas diarias y ahora no estamos tan mal, pudiéramos estar mejor, pero ahora estoy en una posición mejor que la de mis amigos”.
En Estados Unidos lo esperan sus hermanos, sus padres y su hijo que cumplirá 12 años en diciembre. “Vino a visitarme hace 3 años, pero siempre tratamos de vernos, jugamos de repente en línea, en juegos que podemos comunicarnos, así la hemos pasado, viéndonos en zoom, tratando de conectarnos virtualmente. Al principio, cuando me vine a México, él estaba confundido y pensaba que eran problemas con mi expareja, pero no era eso, sino que yo no podía estar allá y como ya estaba en manos de la policía sólo podía firmar voluntariamente o seguir peleando mi caso”.
En los últimos meses, Esmir hizo amigos que hablan alemán y francés, que quieren dar clases, así que podrían empezar a ofrecer esas opciones en la escuela, así que “yo estoy enseñándome a mí mismo aprender francés, porque es como el inglés, sólo lo aprendes por partes, por tiempos o palabras”.
El amigo de Esmir que habla francés nació en Francia y vivió en Inglaterra, pero “le gusta andar acá en Querétaro. Tenemos otra amiga que da clases de alemán, ella y sus papás son alemanes y quieren vivir aquí en México. México sí tiene mucha potencia, nomás es de hallarle su ritmo, yo sí pensé que me iba a ir mal, pero siempre tuve el carisma de tratar a la gente, vivir en una ciudad, cuando llegué a Querétaro dije: de aquí soy, cuando veo una ciudad sé que puedo”.