Todo puede cambiar de la noche a la mañana, así son las ironías de la vida.
Imagina que estás en el año 2019. Te encuentras disfrutando de una agradable tarde mientras caminas en el parque más cercano a tu casa, de repente ves una persona que porta un cubrebocas y una careta de protección transparente. ¿Qué pasaría por tu mente ante esa situación?
Me gustaría que sigas en ese 2019. Estás en la línea de espera dentro del banco para hacer un depósito de efectivo y en eso llega una persona que porta una prenda de tela que le cubre más de la mitad de la cara, dejando al descubierto solamente ojos y frente. ¿Acaso los encargados de la seguridad tacharían a esa persona como delincuente potencial?
Es momento de regresar al único lugar real que existe: el ahora. Con la aparición del Covid-19, enfermedad que puede ser contagiada por medio de la respiración, mantener la boca y nariz protegidas es una cuestión de vida o muerte.
A lo largo y ancho del planeta, los cubrebocas se convirtieron en el instrumento primordial para cuidar la salud de quien lo usa y de quienes le rodean, su uso se ha generalizado, llegando inclusive al grado que en determinados lugares niegan el acceso o el servicio a aquellas personas que no lo portan.
En Japón, por ejemplo, desde hace mucho tiempo el uso del cubrebocas es una práctica habitual. A principios del siglo XX, un suceso histórico provocó que las mascarillas se incorporarán a los hábitos de los japoneses: la pandemia por la llamada gripe española (1). Siendo este país uno de los que presenta menores tasas de contagio por Covid-19, hay quienes afirman que las costumbres y tradiciones niponas son la causa, pues dan mucha importancia a la privacidad y al espacio personal, razón por la que en su cultura el contacto físico es escaso.
Por otro lado, en América Latina y, particularmente en México, el contacto físico es una costumbre arraigada. Los saludos de beso, abrazo o mínimo un apretón de manos, eran cosa de todos los días antes de la llegada del Covid-19.
Se han establecido medidas preventivas en todo el mundo, seguirlas al pie de la letra ha significado un gran cambio en el estilo de vida de la población. El distanciamiento social ha alejado a las familias, amistades, compañeros de clase, colegas de trabajo y todo tipo de interacción cara a cara.
En la actualidad, toda acción que represente más protección contra el Covid-19 se ha vuelto una prioridad y, como en todo, hay consecuencias positivas y negativas por ello.
Ya lo decía Aristóteles hace algunos ayeres: “El hombre es un ser social por naturaleza”. El distanciamiento implica una barrera social que puede ser evadida en algunos casos por las redes sociales, ya que de esta manera es posible socializar a través de texto, audio y video. A pesar de las alternativas anteriores, nada se puede igualar a estar de frente con otra persona.
Con el establecimiento de la nueva normalidad, la reactivación de la mayoría de las actividades cotidianas se ha dado de manera paulatina y, paralelamente, el comportamiento humano ha ido adaptándose en las mismas proporciones.
Ahora en México, es curioso ver los saludos que están de moda, ejemplos como chocar los puños o los codos, agitar la mano como reina de belleza en el certamen o sólo saludar por medio de la voz con un hola, buenos días, ¿cómo estás? o algo del estilo.
Tanto en Japón como en Corea del Sur cuando dos o más personas se saludan, lo hacen a través de los Ojigi (お辞儀), reverencias que, según el grado de inclinación que toma el cuerpo, mostrará con mayor o menor medida el nivel de formalidad de la situación. (2)
Probablemente hay quienes creen que la pandemia (o sindemia) ya está por terminar o imaginan que es muy poco probable contagiarse. Lo cierto es que el peligro aún es latente y seguimos desprotegidos por la falta de la anhelada cura y por la ausencia de la esperada vacuna.
Ya llegará el tiempo en que sea seguro saludarnos de frente y con los brazos abiertos, mientras tanto, debemos mantener las precauciones para evitar que se agrave la situación. Cuando por fin logremos superar esta adversidad, tal y como nuestros ancestros superaron incontables retos a lo largo de la historia, entonces podremos volver a ser como antes.
Lo que me obliga a plantear la siguiente pregunta hipotética: ¿Vamos a querer regresar a la antigua normalidad?
“Enfrenta la realidad tal como es, no como era o como deseas que fuera”.
Jack Welch
AGUSTÍN VILLANUEVA OCHOA
WEBGRAFÍA:
1.- https://www.bbc.com/mundo/noticias-53398040
2.- https://gogonihon.com/es/blog/tipos-de-reverencia-japonesa/