Autoría de 10:15 am Braulio Guerra - Desde el muro

La Estrella de Belén que no es estrella – Braulio Guerra

En todos los ámbitos circulan cientos de fake news, y ni la astronomía y ni la astrofísica escapan a ellas. En este contexto, analizaremos algunas de las publicaciones que aluden a una llamada “Estrella de Belén”, y revisaremos si esta noticia cuenta con algún rigor científico en relación con los fenómenos físicos y ópticos que trascienden en nuestro universo, la vía láctea y el sistema solar.

El presente artículo no pretende desvirtuar el “espíritu humano” que quizá conlleva hacer alusión a un “fenómeno bíblico” que hace referencia a una estrella, que, en el contexto de la religiosidad, se dice que se destacó en el cielo hace más de 2 mil años. Sobre todo por la necesidad de promover un ambiente de esperanza en este año 2020, tan complejo y desalentador.

Mi hijo Braulio y yo somos apasionados de la astronomía, y nos ha gustado leer sobre el tema desde hace unos 12 años. Ahora con los confinamientos y aprovechando la presencia en casa, tomamos la decisión hace algunos meses de inscribirnos a un posgrado en Astronomía y Astrofísica en la Universidad Internacional de Valencia, España, vía online. Hemos querido sacarle algo positivo a todo este tiempo, y sacrificar algunos fines de semana y algunas desveladas, con el objetivo de no descuidar nuestros trabajos, pero sí complementarnos con más estudios, esperando poder aportar una pequeña semilla más.

Entrando al tema, si la cuestión de llamar estrella a dos planetas que tendrán una conjunción histórica va acompañada de ese ánimo alentador para la gente, pues bueno, esa sería solamente una buena intención y un llamado a la fe. Pero este texto no pretende adentrarse en discusiones entre ciencia y religión, pues ambas tienen su espacio por separado.

¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE UNA ESTRELLA Y UN PLANETA?

El rigor científico con el que se abordan temas en el ámbito de lo público es estrictamente necesario. La divulgación científica nos permite educarnos en la verdad, o bien en la búsqueda de datos, definiciones y mediciones que nos orientan como individuos y que van acompañados del progreso de la humanidad. Una estrella es una estrella y un planeta es un planeta. ¿Qué diferencia a uno del otro? Veremos.

Desde el Big Bang, hace aproximadamente 13 mil 700 millones, los primeros elementos, y los más abundantes, fueron en su inicio, y en sus primeros minutos, el hidrogeno y el helio. Durante 200 millones de años esas partículas conformaban nubes de polvo y gases que comenzaron a colisionar como moléculas y a compactarse, así pues, la gravedad empezó a aspirar más materia y masa, hasta que la fusión nuclear formó regiones con altas densidades y pequeños picos de luminosidad en la formación estelar. Comenzando un proceso en donde hay una concentración del nivel de masa y materia que colapsa hacia el centro y da comienzo a su rotación atrayendo más gas de la nebulosa.

Colapsa en un disco y se forma una protoestrella, en una región de altísima densidad. Esta rotación forma un disco de acreción (circunestelar), el cual se encarga de llevar el material al centro de la estrella naciente. El disco dispersa el material y también comienza a generar plasma (gas ionizado), y como un fluido, se compacta. La gravedad mantiene la estrella compacta y en la zona radioactiva el material rota a la misma velocidad. Así posteriormente al Big Bang, 200 millones de años después, la primera generación de estrellas vio la luz. Las estrellas como una especie de hornos, por sus altas temperaturas cocinan elementos más pesados como litio, berilio, boro, carbono, nitrógeno y oxigeno. Después, las estrellas primigenias, con un tamaño de 10 a 260 masas solares, al consumir su masa y hacer un gasto de su energía, y al agotarse gradualmente el helio, en una lucha por su supervivencia, explotaron como supernovas.

La fusión nuclear es la fuente de energía de las estrellas, y, en ese sentido, las más masivas producen átomos más complejos. La masa son paquetes de energía. Los átomos de hidrogeno y helio coalicionan generando la fusión, dando paso a un núcleo más pesado.

Una estrella es capaz de cocinar distintos elementos de la tabla periódica, pero no más allá del FE (hierro), con el número atómico 26. El resto de los elementos del universo conocido son producto de las explosiones estelares conocidas como supernovas, kilonovas e hipernovas, según su masa.

Una vez que una estrella explota, vuelve a esparcir material en nubes de polvo y gas, y dentro de esas nebulosas, el proceso se repite con el choque de las partículas y su compactación, generando una nueva estrella como lo es nuestro sol, por ejemplo. Pero en ese mundo caótico de choque de partículas del disco circunestelar se forman alrededor otros discos llamados protoplanerarios, que darán origen a planetas rocosos o gaseosos. El disco protoplanetario sólo sobrevive entre 1 y 2 millones de años y se dispersa.

Las estrellas son objetos compactos, con reacción nuclear, y son de distintas clases de acuerdo con la observación y al tipo de líneas espectrales que permite clasificarlas, como estrellas tipo O,B,AF,G,K,M, dependiendo de su temperatura, luminosidad, brillo, masa y radio, pudiendo visualizar, con base en sus líneas espectrales, los distintos elementos químicos y sus propiedades. En esta clasificación las estrellas entre más azules son más calientes, y entre más rojas, son más frías.

Regresando a los de planetas, también existe un disco protoplanetario, en donde las partículas también colisionan entre ellas, y en ocasiones, eventos externos como las supernovas constituyen detonantes externos, continuando el proceso de formación estelar, contagiándose por los polvos y materiales de las nebulosas.

Así pues, la formación estelar lleva a la formación planetaria. En el disco protoplenatario los cuerpos más densos quedan más cerca de la estrella y el material más volátil se va al exterior. El disco que rota crea vórtices de mayor densidad y van ganando más y más tamaño, con la dinámica de fricción. A ello se les llama “planetesimales” o embriones planetarios (de un poco más de 1 kilometro). Podemos decir pues, que los planetas son un producto de la formación de las estrellas. Por ejemplo se estima que la Tierra y Venus podrían ser resultado de 10 o más embriones planetarios; y Marte y Mercurio son lo suficientemente pequeños para ser embriones únicos. También se observa que los planetas gaseosos como Júpiter y Saturno, se forman más lejos de su estrella, y su temperatura es más baja; y terminan de crecer cuando barrieron todo el material de la llamada “feeding zone”, haciéndolo propio.

Las estrellas más masivas como Antares, Betelgeuse o YV Canis Majoris, que son de tipo M, tienen como destino explotar como supernovas y así dispersar nuevos gases y polvos. Pero una estrella como nuestro sol de tipo G, no explotará, sino que se convertirá en una gigante roja, al haber gastado su energía, devorará seguramente a los planetas más cercanos como Mercurio, Venus y la Tierra, y volverá a disminuir su tamaño hasta convertirse en una estrella enana blanca, hasta apagarse.

Así pues, una estrella como una esfera de plasma, con luminosidad y brillo propio, se produce de acuerdo con los procesos anteriormente mencionados. Y un planeta es un cuerpo que orbita alrededor de una estrella, que tenga suficiente masa ganada para ser esférico y que ha “limpiado” su entorno de cuerpos y materiales más pequeños, como no lo ha hecho Plutón, por ejemplo.

Hace 30 años hablar de exoplanetas, es decir, de planetas fuera del sistema solar, era ciencia ficción, y hoy se han descubierto aproximadamente 4 mil 500 exoplanetas y existen unos 5 mil candidatos a exoplanetas. Entre ellos, han sido visualizadas Súper Tierras, Súper Jupiters o Súper Saturnos, gaseosos y rocosos. Exoplanetas que superan en masa a los de nuestro sistema solar. También hoy se sabe que en el Universo existen miles de millones de galaxias que contienen a miles de millones de estrellas. También es muy probable, y nada raro que cada estrella que observamos en el cielo, tenga rotando a su alrededor diversos tipos de exoplanetas. Por lo que el número de planetas, sería impresionantemente exponencial. Los planetas giran alrededor de sus estrellas. Las estrellas conforman sus propios sistemas estelares, como lo es nuestro sistema solar.

NO VEREMOS UNA ESTRELLA, SINO A DOS PLANETAS ALINEADOS

El evento astronómico que será visible la noche de este 21 de diciembre de 2020 ¡no es una estrella! Son dos planetas que estarán alineados, “casi” de manera perfecta respecto de sus observadores terrestres. El movimiento propio y aparente de los planetas alrededor del sol permite que cada determinado número de años vuelvan a coincidir y se conjunten si son observados desde nuestro planeta. Es cierto que desde 1226 no se daba tal conjunción, y que hace 800 años se presentó este fenómeno, pero la luz que se observe en el cielo no será producto de una estrella, sino de dos planetas que estando superpuestos o sobre posicionados sobre una misma línea, emitirán un destello luminoso mayor, al ser un doble planeta, dando la sensación de ser una sola luz y más grande en nuestro cielo.

La realidad es que los planetas no tienen luz propia, por lo que la luz que proyectarán ambos será la que refleja el sol, nuestra estrella, la cual nos permite ver brillar a Júpiter y a Saturno por las noches.

No existe en el catálogo de estrellas y en la astronomía una estrella denominada como “Estrella de Belén”. Tampoco que esta conjunción sea el producto de lo que en los textos bíblicos se afirma era una estrella mayúscula en su brillo y que sirvió de guía a los religiosos de la época. Se ha llegado más bien a inferir, que de haber existido tal luminosidad en el cielo hace 2 mil 20 años, aproximadamente, no fue una sola estrella, y menos la alineación de Júpiter y Saturno, sino la explosión de una estrella supernova, que brilló miles de veces más que el sol a pesar de su distancia, durante incluso semanas, de día y de noche, y por la potencia luminosa de una explosión de este tipo es recordada en la historia de la humanidad. Si hubiere sido la llamada «Estrella de Belén» una supernova, esa estrella ya no existe. De ser así, volveremos a ver otra luminosidad igual hasta que otra estrella explote.

Lo anterior no hace menos espectacular ni menos gratificante la conjunción de Júpiter y Saturno, evento astronómico que hoy, 21 de diciembre de 2020, podremos disfrutar después del atardecer, y que coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte y con el comienzo del verano en el hemisferio sur.

LAS SIGUIENTES ASTROFOTOGRAFÍAS LAS TOMÉ PARA EFECTOS DE ESTE ARTÍCULO CON UN TELESCOPIO CELESTRON NEXTAR EVOLUTION 8” Y LA CÁMARA NEXT IMAGE 5, DESDE LA CIUDAD DE QUERÉTARO, MÉXICO. DICHAS TOMAS CORRESPONDEN, EN EL ORDEN ACOSTUMBRADO, A LA ESTRELLA SIRIUS, Y A LOS PLANETAS SATURNO Y JÚPITER:
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Last modified: 15 septiembre, 2021
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