En los últimos días la empresa Telegram se convirtió en una alternativa a WhatsApp (WA) en lo referente a la mensajería instantánea en línea. Esto debido al cambio de las políticas de privacidad anunciadas por WA, absorbida por Facebook en 2014. Sin embargo, el objetivo del presente planteamiento es señalar que –más allá de las funciones de las respectivas aplicaciones– se disputa en estos momentos el control de la información, producida durante el ciclo del dato.
La batalla mundial por los datos y el control de su ciclo tiende a recrudecerse con el tiempo. En los últimos días, lo que parecería ser un error de estrategia de la empresa de Mark Zuckerberg es posible leerlo en el contexto de la búsqueda de información útil a los conglomerados que desean expandir sus nichos de mercado por vías más certeras; es decir, para llegar al cliente específico en el momento indicado. Y este cliente es de lo más variado, abarcan desde empresas intermediarias como Amazon, hasta políticos que buscan establecerse en las esferas del poder, entre otros.
¿En qué consiste ese ciclo del dato? Un dato que genera más datos (metadatos) y estos últimos a su vez dan información del primero, para reiniciar el proceso y en su momento convertirse en conocimiento susceptible a aplicarse en un contexto determinado. Eso en específico es lo que está en juego. Ejemplo de esto son las políticas instrumentadas por las empresas mencionadas en torno a la apropiación y dominio de dicho ciclo.
Al ver al dato como mercancía, comienza a distinguirse su carácter estratégico, más si consideramos que por cada segundo una sola persona produce cerca de 2 MB de estos. Se trata entonces no de un dato aislado, sino de su articulación en un conjunto de estos. Los dueños de las redes sociales son conscientes de ello, cada mensaje, reacción, clic en páginas específicas, búsquedas, etcétera, generan a lo largo, paquetes de información que se venden a las grandes corporaciones, que pagan por saber el movimiento de las tendencias.
Se comienza a dilucidar el ciclo del dato; después de su producción pasa por diferentes tratamientos que van desde su procesamiento, descripción, análisis, selección, preservación, en unos casos custodia, publicación, reutilización, entre otros, hasta su consumo, el cual da como resultado la creación de más datos. Vale decir que en todo momento del ciclo no existe desperdicio alguno; cada ramificación posible da como resultado información.
Si bien se debe prestar atención en cada uno de los elementos de este ciclo, es necesario destacar que es en el procesamiento y análisis donde la parte estratégica se evidencia; es crucial este momento, debido a que la masividad de datos (big data) se transforma a información o en dato inteligente (smart data), que bajo un tratamiento especial se pasa a ser un perfil o una tendencia que se reproduce de manera abundante, se viraliza: la información llega de manera masiva a la población gracias a los servicios de mensajería instantánea.
Esto último es de suma importancia porque, pese a lo que pareciera, el ser humano no vive en el dato; es decir, el espacio digital sirve para representar lo concreto o lo material. Aquello sobre lo que se desea inferir, manipular, actuar, prevenir, vivir. Por medio de este espacio de desujetización (sin sujetos concretos) e inmediatez, las relaciones de producción cambian y con ello las diferentes formas de socialidad.
Ejemplo de lo mencionado es el incremento de discursos inspiracionales con fines de manipular acciones basadas en la búsqueda del éxito, sustentadas en una ética de la individualidad asociada a la desujetización mencionada. Pero no sólo es el actor, sino la velocidad con la que este actúa. El tiempo como constructo social se disputa en este contexto, las historias no son Historia aún, pero se jactan de serlo, a partir de ellas se comienza a entretejer casi de manera instantánea una serie de perfiles que se traducen en recomendaciones, en su mayoría orientadas a la adquisición de un producto específico.
Es así como el ciclo del dato debe entenderse en un contexto de disputa tripartita representado por el tiempo, el espacio y la información-conocimiento que orientan a los sujetos en muchas ocasiones, a actuar bajo sesgos intencionados (Rahul Agarwal, 2020) que, entre otras cosas, buscan crear rutinas a partir de la información procesada.
No hay que olvidar que la capacidad productiva derivada del uso y tratamiento del dato es proporcional a la capacidad destructiva del mismo, salvo que esta última es más aparatosa y dentro de su esfera de exterminio hay más que perder como humanidad, por ello en el marco del capitalismo informacional, la disputa interempresarial por el control del ciclo de producción del dato se torna más agresiva, los grandes conglomerados como Facebook o Google no permitirán competidores de ningún orden. Tienden a la monopolización de la información, ven inadmisible que otras empresas les disputen este espacio, o que sus empleados se organicen en sindicatos, situaciones a las que se enfrentan –justo en estas fechas ambas corporaciones [1].
EL DOCTOR ABDIEL HERNÁNDEZ MENDOZA ES PROFESOR DE LA ESCUELA NACIONAL DE ESTUDIOS SUPERIORES, UNIDAD JURIQUILLA, UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
[1] «Este trabajo se realizó en el marco del proyecto PAPIME PE301321 “La enseñanza de los negocios internacionales en el marco del capitalismo informacional”, de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGPA) de la Universidad Nacional Autónoma de México».