Trabajo en la escritura de un poemario. Otro más. Y de golpe me llega la duda, ¿es necesario otro libro más? ¿El mundo necesita otro libro más?
He escuchado de dos músicos una idea que se resume en la siguiente interrogante: ¿para qué más?
El pianista, compositor y productor italiano Federico Foglia, tiene su estudio de grabación en Querétaro, ahí recibe a músicos y cantantes con varios años de experiencia en la escena, y otros más jóvenes con deseos de hacer su primera grabación.
Federico me platicó, en medio de una entrevista que le realicé años atrás, que cuando esos jóvenes llegan a su estudio les cuestiona: ¿es necesario un disco más en el mundo? Curioso que lo haga, porque la finalidad de su estudio es grabar. Pero entiendo que su interrogante va más allá de la pretensión del negocio.
¿Cuál será el destino de ese disco? ¿Cuántos lo van a escuchar? ¿En verdad el mundo necesita de ese disco? ¿A quién le cambiará la vida con esa grabación?
Y pueden salir más interrogantes al respecto.
No sé si los editores de reconocidos sellos, o los independientes, intimiden a los escritores con esta misma pregunta: ¿es necesario un libro más en el mundo? Porque no hay duda, hay libros de todo tipo, y aunque los e-book llegaron para quedarse y facilitar el acceso a la lectura, así como su resguardo, los libros siguen teniendo seguidores fieles. Y esto no es sólo una cuestión de edad ni romanticismo. A los jóvenes y niños les gustan los libros.
En su documental “Quien me tañe, escucha mis voces”, el clavecinista chileno Gastón Lafourcade dice casi al final: “Suelen preguntarme si yo compongo música. Respondo: existe una cantidad tan grande de música hermosa que muchas veces nadie conoce, y yo pienso: ¿para qué, para qué más?”.
El maestro Lafourcade vive en Querétaro y en efecto, para el registro, una pregunta obligada es saber sobre su trabajo como compositor. Y aunque tampoco lo pregona, es un poeta. Además de ser un gran lector, su poeta favorito es Pablo Neruda.
Existe en el mundo una cantidad hermosa de poesía y novelas en el mundo. Y aún seguimos aquí, intentando escribir, como los músicos siguen haciendo su música, y los cineastas cine, y los dramaturgos nuevas obras. Entiendo que esto es parte del registro de lo que cada creador vive en su momento y desde su perspectiva.
Lo entiendo, me repito, tratando de convencerme. El mismo intento que hago al ver la cantidad de libros que se me acumulan sin poder leer, entonces me vuelvo a preguntar: ¿Cuánto más es suficiente? ¿Cuánto más es demasiado?
Enero ha sido un mes de muchas dudas. De hecho me pregunto si debo extender un poco más este escrito. O aquí es cuando digo: gracias por leer. Fin.
