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“Tatik” Samuel, 10 años después

REPORTAJE: NITZIA PICHARDO, SILVIA TOVAR, KATIA SANTOYO Y CARLO AGUILAR / CENTRO UNIVERSITARIO DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN (CUPI)

Las palabras y el ejemplo en vida de Samuel Ruiz García, obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas —Chiapas—, aún resuenan a 10 años de su muerte, fecha que se cumple hoy domingo 24 de enero de 2021.

Sus palabras, homilías y reflexiones pasaron a ser tinta indeleble, sobre todo entre quienes lo trataron, convivieron con él durante décadas, vieron el diálogo y los puentes de comunicación que estableció con las comunidades indígenas de Chiapas, los catequistas, diáconos y laicos que fueron parte de una “misión evangelizadora que trascendió fronteras” en la segunda mitad del siglo XX.

Sus palabras, homilías y reflexiones pasaron a ser tinta indeleble

Su gusto por la naturaleza, las películas de Bruce Lee, aprender las lenguas de los grupos indígenas para entender su cosmovisión, tomar café de los altos de Chiapas, y más particularidades de su vida, son recordadas por cuatro amigos y personas que lo conocieron y disfrutaron el trato del “Tatik” con más detalle.

Don Samuel Ruiz, “Tatik” como con respeto y cariño se le llamaba, vivió sus últimos 7 años en Querétaro, antes de trasladarse a la Ciudad de México por complicaciones de salud a inicios de 2011.

Oficiaba misa cada domingo en la parroquia de la Sagrada Familia, en Jardines de la Hacienda. Fue parte de un diplomado sobre derechos humanos en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), uno de los lugares que visitó con frecuencia y en el que dirigió palabras a cientos de personas, inclusive en el Auditorio Fernando Díaz Ramírez —explanada de Rectoría—, que lo ha convertido en uno de los pocos clérigos en lograrlo.

Los aprendizajes junto a él son “haber luchado, sin miedo, por la justicia social”, darme cuenta que “la verdad se descubre”, “la esperanza es una inspiración” e identificar los “saberes profundos” de comunidades y pueblos indígenas, destaca Javier Vargas Mendoza, que conoció a Samuel Ruiz en 1962 en la Diócesis de San Cristóbal, entabló una amistad por casi 50 años y fue parte del proceso de catequesis en Chiapas.

Don Samuel Ruiz, “Tatik” como con respeto y cariño se le llamaba, vivió sus últimos 7 años en Querétaro

Por su parte, César Pérez Guzmán, pastor metodista que conoció al “Tatik” en 1972, viajó con él y Adolfo Pérez Esquivel —Premio Nobel de la Paz— a Guatemala en defensa de los indígenas, enfatizó que Samuel Ruiz fue un lector e intérprete de la “realidad nacional”, para traducir esa realidad a habitantes de las comunidades indígenas.

Además, Pérez Guzmán señaló que dos características de don Samuel fueron la defensa de la dignidad de la persona y la búsqueda de la libertad, entendida como un “acto de respeto, igualdad y expresión en todos sentidos”.

“Era de una espiritualidad muy honda y de raíz muy arraigada en la comunidad”, manifestó Juan Luis Negrete, ex administrador de la Diócesis de San Cristóbal y quien manejó el vehículo donde viajaron juntos Manuel Camacho Solís, secretario de Gobernación, el “subcomandante Marcos” y el obispo Samuel Ruiz (mediador) para el primer diálogo por la paz entre el gobierno y el EZLN, en febrero de 1994.

Samuel Ruiz fue mediador durante el primer diálogo por la paz entre el gobierno y el EZLN, en febrero de 1994

“Era muy querido por la gente, muy sencillo, trabajador”, consideró Antonio Flores González, sociólogo y catedrático de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) que conoció al obispo emérito en septiembre de 1992, cuando mientras esperaba entregarle unos documentos en la oficina de la Diócesis, lo escuchó —para su sorpresa— hablar en lengua indígena con dos habitantes que platicaban con él.

“IBA CON UN GUSTO, ENTUSIASMO, FUERZA Y VITALIDAD IMPRESIONANTE”

Hablar de y recordar al “Tatik” producen emociones en su manera de expresión y rostro. Vienen a su mente momentos “históricos”, “paradigmáticos”, “muy importantes” que presenció a su lado, con el hombre que cultivó una amistad de casi 50 años y más de mil 100 kilómetros, distancia entre San Cristóbal de las Casas y Querétaro.

Javier Vargas Mendoza, “hermano marista” que llegó a Chiapas en 1962 con el objetivo de sumarse al proceso de catequesis en la Diócesis de San Cristóbal, hace un viaje al pasado y ubica dos fechas trascendentales para el proceso de evangelización: el 12 de octubre de 1968 y el Primer Congreso Indígena, en 1974.

En cuanto a la primera fecha, 10 días después de lo ocurrido en Tlatelolco, se reúnen aproximadamente 300 personas en la calle de 16 de septiembre #30, en San Cristóbal, para realizar una “evaluación” de los trabajos de la Diócesis.

Tras elegir a “un grupo de indígenas cuyo perfil era que tuvieran sabiduría según el entendimiento de la comunidad”, y ante la presencia del obispo, grupos de religiosos y otras personas, las palabras de los indígenas en la evaluación hicieron “llorar” a don Samuel Ruiz, hermanos de la congregación marista y catequistas.

Una fecha trascendental para el proceso de evangelización fue el Primer Congreso Indígena, en 1974

“Fue un evento histórico” que reflejó parte de la conversión, de la “semilla” que habla el Evangelio, pero sobre todo, de la capacidad de los habitantes indígenas y la organización que mostraron. Don Samuel estuvo “mirando al infinito”.

Seis años después, organizaron el Primer Congreso Indígena, con trascendencia internacional, presencia de autoridades (gobernador de Chiapas), bajo cuatro principales temas: tierra, comercio, educación y salud. Se trató de un hecho “paradigmático”, de “fuerza histórica”, “impresionante” al que acudieron más de 300 mil indígenas, mil 200 líderes elegidos por las comunidades y 4 grupos (tojolabal, chol, tzotzil y tzetzal).

Vargas Mendoza, quien estudió Sociología de la Religión en Bélgica entre 1967 y conoció al cardenal Suenens —artífice del Concilio Vaticano II—, precisó parte del legado que dejó el trabajo de la Diócesis de San Cristóbal: el colectivo Enlace, Comunicación y Capacitación, que tuvo “resonancia”; el organismo “Grupo Regional de Apoyo”, la Red de Organizaciones de Organismos Civiles, más otro en defensa de la democracia.

Don Samuel “escuchaba lo que le decía la gente, siguiendo la agenda de la gente, observando lo que decía, eso sería una observación atenta, escucha al oído (…) él era en eso como muy tranquilo, obediente, pasivo para entender el tiempo”, destaca.

Don Samuel seguía la agenda de la gente, observando lo que decía

Además, en su misión de catequizar, viajaron juntos por días e incluso semanas en mulas o “bestias” por los altos de Chiapas para llegar a las comunidades y poblados, en la década de los 60. “iba con un gusto, un entusiasmo, una fuerza, una vitalidad impresionante”. Los resultados de la catequesis en el obispado de don Samuel fueron visibles: de 600 que formaron en los primeros “8-10 años”, pasaron a casi 10 mil.

Después de la llegada de don Samuel Ruiz a Querétaro, Javier Vargas asistió a su casa, invitado por él. Disfrutaron momentos de conversación y café, al tiempo que concretaban una amistad y trabajos “sin enemigos”.

“HOMBRE DIFERENTE (…) SUS HOMILÍAS SIEMPRE FUERON EN LENGUAJE MUY SENCILLO”

“Fue un hombre diferente, con una actitud muy directa y honesta para cualquier tiempo”, describe Juan Luis Negrete, ex administrador general de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en alusión al obispo emérito Samuel Ruiz García, a quien tuvo la oportunidad de conocer y tratar durante 20 años.

Juan Luis Negrete trabajó dos años en el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, recién llegó a Chiapas. En los últimos tres años del periodo del obispado de Samuel Ruiz, le fue asignada la administración general de la diócesis, pero “en cuanto don Samuel presentó su renuncia a los 75 años, y que de inmediato se la tomaron, decidí también que ya era (el final) de mi tiempo de colaboración”, relata.

Don Samuel era de una personalidad muy especial, a la vez cálida pero también muy fuerte. Foto cortesía de Juan Luis Negrete

La primera vez que tuvo un acercamiento con Ruiz García fue en el año de 1991, lo considera un momento “inolvidable”, porque fue cuando ofició misa ante la detención de uno de los curas de la parroquia de Simojovel, fue “muy impresionante, era de una personalidad muy especial, a la vez cálida pero también muy fuerte”, recuerda.

Después, la convivencia fue más cercana al realizar diversos viajes, uno de ellos fue a Guatemala, iba el obispo emérito, Luis y dos integrantes de la diócesis; la intención era realizar acuerdos sobre el tema de los refugiados en una reunión con los obispos de Amatenango, Quiché y de Alta Verapaz, en la que se percibía un trato especial a Ruiz García, “como de un hombre sabio”.

En el año de 1993, le tocó ser el conductor rumbo a Mérida, para asistir a la visita del Papa Juan Pablo II, ahí se llevó a cabo una fiesta organizada en Izamal, que fue “muy especial” y aprovecharon la reunión para con otros obispos de la región, Campeche y Quintana Roo, hablaran del tema de los refugiados.

El obispo emérito era de una espiritualidad muy honda y muy de raíz, arraigada en la comunidad”, así que se creaba un ambiente de generosidad recíproca.

En cuanto al trato con los habitantes de Chiapas, Luis Negrete percibía que el obispo emérito era “cercano, muy cálido, sus homilías siempre fueron en un lenguaje muy sencillo, muy fácil de comprender para todo mundo”, sumado a que “era de una espiritualidad muy honda y muy de raíz, arraigada en la comunidad”, así que se creaba un ambiente de generosidad recíproca.

“BATITELÉFONO” DE LA DIÓCESIS A LOS PINOS; CONTESTABA EBRARD A VECES

Cuando se iniciaron los diálogos por la paz entre el EZLN y el gobierno, a mediados de febrero de 1994, fue requerido “para ser parte del equipo que estuvo en la zona de la curia y la catedral, donde se dio el primer diálogo con Manuel Camacho Solís y la intermediación de don Samuel como personalidad”.

Tiempo después, encuentra especial el evento en el que les tocó viajar con integrantes del EZLN. Fue asignado un vehículo de la diócesis porque la “Cruz Roja por estatuto no puede cargar armas”. Como acuerdo para realizar el diálogo, integrantes del EZLN pidieron ir armados.

Marcos y don Samuel, en 1994

Sobre el acomodo dentro de la camioneta que él conducía, en la primera fila de tres asientos plegables, iba Ruiz García y en la siguiente fila iba Manuel Camacho; al recoger a integrantes del EZLN, la colocación de “Marcos” fue hasta atrás a la esquina y junto a él un capitán con las mochilas, mientras que la teniente “Ana María” se sentó junto a Samuel.

“La plática fue bastante cursi porque Camacho agarró el micrófono, y una de las primeras reacciones que hubo aquí en San Cristóbal y en todos lados, es que los chamulas que trabajan con estambres e hilos, empezaron a hacer muñequitos zapatistas y plumas bordadas que decían EZLN, entonces dice: Ay sí, ya me regalaron una pluma que dice comanche Camacho”.

El obispo emérito iba como mediador, pasaron a recoger a “los guerrilleros” en comunidades cerca de San Juan Cancuc, de ahí recorrieron un camino de unos 35 minutos, “el punto álgido estuvo en el entronque con el desvío a San Juan Chamula precisamente, porque quién sabe cómo, ya estaban todos los reporteros esperando”.

Rememora que a través del retrovisor lograba ver un camión, que iba repleto de periodistas que intentaban captar principalmente a “Marcos”, debido a que era el personaje a seguir. Además, fue testigo de la “fundación del vedettismo de Marcos”, porque en el momento en que se bajó de la Ichi van “y que ve todo el templete de periodistas por allá, les hace señas, así como de vedette enseñando pierna, y se mete”.

El subcomandante Marcos

Para comunicar detalles del proceso o acontecimientos, destaca que Manuel Camacho tenía adentro de la diócesis una línea telefónica para su uso exclusivo.

Juan Luis lo llamaba “el bati teléfono”, ya que servía para hablar directo a Los Pinos y si no estaba “Carlitos” (Salinas de Gortari), el que contestaba “el teléfono rojo” era Marcelo Ebrard (actual secretario de Relaciones Exteriores), quien se encargaba de hacer llegar el comunicado.

«Si no estaba Carlos Salinas de Gortari, el que contestaba ‘el teléfono rojo’ era Marcelo Ebrard»

En los Acuerdos de San Andrés, en los que Negrete participó en la mesa de justicia y derechos humanos, la presencia de otra figura quedó presente en su memoria: Herberto Castillo, quien fungió como miembro de la Comisión de Concordia y Pacificación, “tenía una charla muy agradable, muy sencilla, buena vibra digamos”.

La cercanía de Juan Luis con el obispo Ruiz García permitió identificar sus pasatiempos preferentes, entre ellos puntualiza que le gustaba mucho la naturaleza, entre sus pasiones estaba el ir a tomar contacto; antes de que estallara el conflicto, “normalmente lo llevábamos a las cascadas o a las lagunas, a algún balneario pequeño de aguas termales o este tipo de cosas”, relata.

Don Samuel siempre mostró entusiasmo, fuerza, una vitalidad impresionante

También recuerda que llegó a saber del gusto que tenía por ver las películas de Bruce Lee durante una tarde “tranquila”, sin compromisos.

CÉSAR PÉREZ: EL VIAJE A GUATEMALA CON PÉREZ ESQUIVEL, PREMIO NOBEL DE LA PAZ

El trato de cercanía y el diálogo que distinguió a don Samuel Ruiz no excluyó a líderes e integrantes de otras religiones. César Pérez Guzmán, pastor metodista y quien en su momento fue candidato a presidir la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) en Querétaro, vivió una amistad con el “Tatik” de casi 40 años.

“Tuvimos un diálogo muy bonito y relación de año con año de tiempo en tiempo donde nos invitó e invitamos a hacer un trabajo ecuménico entre ambos, superando barreras, prejuicios (…) fue una relación larga, pero muy provechosa”, asegura.

Vivió momentos y anécdotas que nunca olvidará: como cuando se subió a una avioneta con don Samuel y Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, para llegar a Guatemala con el propósito de defender a indígenas de la persecución del gobierno.

Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú

La adrenalina durante el vuelo por las condiciones de la aeronave, permaneció ya en tierra porque el obispo emérito se les “perdió” en medio de la selva.

“Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, anunció que venía a ver a los indígenas de Guatemala, a los refugiados. Le recibimos don Samuel y yo ahí en Cristóbal, y de San Cristóbal fuimos a Comitán. Desde Comitán nos trasladamos a los campamentos. Viajamos en una avioneta que sólo Dios sabía cómo se mantenía en el aire.

“Cuando nos sentamos en la avioneta traía un solo asiento con el piloto, entonces le dijimos a Don Samuel váyase ahí en el asiento. Adolfo y yo nos fuimos sentados en el suelo del piso. Y antes de cerrar la puerta de la avioneta el ayudante dijo: ‘no se preocupe. Nada más se ha caído tres veces, pero va a salir todo bien’.

“También me pasó un hecho curioso: Don Samuel se bajó de la avioneta y comenzó a caminar. Se nos perdió ahí en medio de la selva”, recuerda con risa en el rostro.

Después, fueron detenidos por elementos de Migración en la frontera de Guatemala con México. Estuvieron encerrados en un cuarto, momentos de tensión e incertidumbre que lograron superar gracias a una credencial o tarjeta de Pérez Esquivel, donde señalaba que era Premio Nobel de la Paz.

“Nos detuvieron, nos encerraron en un cuartito y empezaron a interrogarnos. Les dijimos que tenía que dejar pasar a esa gente, que su obligación era protegerlas y dejarlos pasar.

“No querían. Nos peguntaban ¿quiénes son ustedes? Entonces con mucha inteligencia Adolfo de repente sacó la charola que decía “Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz”. Se quedaron callados, voltean y se me quedan viendo. Digo “yo vengo con él, soy pastor metodista y vengo con él”. Cuando vieron eso, nos soltaron”.

Otra anécdota que recuerda César Pérez Guzmán fue una misa que ofició don Samuel Ruiz en la zona de Tacubaya (CDMX). Durante la liturgia el obispo pidió a la esposa del pastor hablar en la homilía, porque era significativo dar voz a las mujeres en la temática.

“Su mentalidad estaba todavía ecuménica ya en ese tiempo. Nos invitó a mi esposa y a mí. Subimos a presbiterio los dos. En un momento dado él me dejó la palabra y luego se la dejó a mi esposa para que diera la voz de la mujer, en esas condiciones que se estaban viviendo, era tan abierto, muy estricto en la liturgia de la Iglesia, pero en ese momento la situación ameritaba una presencia ecuménica sólida y amplia (…) Esa celebración se nos quedó muy fija en la memoria por el calor y la participación”.

Los indígenas fueron quienes convirtieron al Evangelio al “Tatik»

También señaló que durante su estancia en Querétaro, hubo un encuentro de indígenas en el municipio de Tolimán, en el que participó don Samuel Ruiz.

“Un evento que organizamos aquí fue un encuentro indígena en Tolimán. Reunió muchísima gente en el auditorio. Él presentó sus palabras de exhortación y de promoción de la dignidad del indígena y de la organización.

“Conmigo estuvo en un diplomado en el primer diplomado sobre derechos humanos que organizamos (Facultades de Filosofía con Ciencias Políticas y Sociales). Él estuvo compartiendo su experiencia.

“Nunca decía que no y siempre iba al lugar que se le invitaba, en la misma Universidad estuvo en algunas ocasiones en el auditorio Fernando Díaz Ramírez compartiendo su propia presencia y su mensaje, es de los pocos clérigos que han participado (hablado) en ese auditorio”.

Resaltó la labor de don Samuel y su relación con las comunidades indígenas de Chiapas. “Va descubriendo las injusticias y tomando sus propias decisiones. Luego entonces ellos descubrieron la vida de injusticia y de explotación que viven (…)”. Asimismo, apreció “la reflexión, la inteligencia y la decisión que toman los indígenas”.

MANTUVO COMUNICACIÓN HORIZONTAL Y DE DIÁLOGO CON INDÍGENAS: ANTONIO FLORES

A 10 años del fallecimiento del “Tatik” (24 de enero de 2011), Antonio Flores González, sociólogo y exsecretario académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, destaca que Samuel Ruiz mantuvo una “comunicación horizontal” con la comunidad indígena para aprender de ellos; “escucho a la colectividad y después la voz de mi ojo es la voz que resume el sentir y buscar acuerdos”.

Conforme al reconocimiento que obtuvo don Samuel y quienes lo acompañaban en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, comenzó a reproducir la comunicación horizontal en el cual escucha al otro y se aprende de él; “algo que aprendió, que transmitió y pudo transmitirlo siempre es abandonar esa pretensión de conocer por uno mismo para buscar el entendimiento colectivo, de todos”.

Don Samuel comenzó a reproducir la comunicación horizontal en el cual escucha al otro y se aprende de él

“Al ser un religioso formado intelectualmente, pues tiene esa orientación intelectual, ‘quiero conocer, quiero comprender todo como teólogo’”, el maestro de la UAQ consideró que los indígenas fueron quienes convirtieron al Evangelio al “Tatik”, ya que ellos les enseñaba y aprendía de manera colectiva.

Por lo tanto, se logra comprender la gente del pueblo, además de mantener una “fuerte” relación horizontal.

Antonio Flores, excoordinador de la Licenciatura en Desarrollo Local en el campus Amealco, enfatizó la importancia que tuvo la formación y la labor de los diáconos en los trabajos de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

La metodología que impartía la diócesis era: “leía la liturgia de la palabra; entonces los catequistas y el diácono elegían una lectura que fuera acorde con alguna problemática que estuviera viviendo la comunidad”.

Los catequistas y el diácono elegían una lectura que fuera acorde con alguna problemática que estuviera viviendo la comunidad Foto: cortesía Antonio Flores González

Flores González viajó dos veces en Chiapas. La primera ocasión llegó en 1992, recién terminó el bachillerato con los maristas en Querétaro. Después, volvió a estar un año en Chiapas, entre 1998 y 1999.

Al llegar en agosto de 1992, un mes después, le solicitan que lleve unos documentos a San Cristóbal de las Casas para Don Samuel. “Me recibió él directamente, pensé ‘a lo mejor me va a pasar a alguien para darle el mensaje y ya’”, describe.

Don Samuel le solicitó que esperara, ya que platicaba con una pareja indígena “en ese momento me enteré que no sólo era occidental, también hablaba otras lenguas, incluso el náhuatl lo hablaba más o menos”. El sociólogo explicó que cuando don Samuel aprende la lengua, puede ver la cosmovisión del mundo de quienes se relacionó.

Antonio Flores recuerda que, cuando era la hora de la comida, don Samuel dormía cinco a diez minutos para descansar y recuperar energías

Sin embargo, el trabajo que realizó don Samuel Ruíz en la diócesis se consideró “poco ortodoxo” debido a que las misas se escuchaban con marimba o mariachi; también se abría al diálogo en forma de asambleas en las cuales participaba la gente para llegar a una reflexión.

Este trabajo tenía como fin compartir el “pedacito de verdad” que don Samuel tenía a partir de lo que él sabía, también le interesaba aprender del otro, ya que no enseñaba el Evangelio en las comunidades indígenas, sino que descubría las manifestaciones del mismo en la comunidad local.

Antonio Flores recuerda que, cuando era la hora de la comida, don Samuel dormía cinco a diez minutos para descansar y recuperar energías, ya que era un hombre disciplinado que constantemente se encontraba trabajando de manera intensa.

Al enterarse del fallecimiento del obispo emérito, viajó a San Cristóbal de las Casas a la brevedad junto con Juan Fernando Rocha Mier. Estuvieron en el funeral que se le dio a don Samuel en la catedral, llena en su totalidad y con cientos de personas afuera.

Imágenes del funeral de don Samuel, con una catedral de San Cristóbal totalmente llena. Fotos: cortesía de Antonio Flores González

Semanas después, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales rindió homenaje al “Tatik” gracias a la iniciativa de consejeros académicos docentes y la apertura de la comunidad. Hubo mesas de reflexión y uno de los salones del edificio “D” lleva su nombre.

Foto: Carlo Aguilar

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Last modified: 9 octubre, 2021
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