Durante esta semana, para ser preciso, el 27 de enero, el pasado miércoles, la UNESCO rindió tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y ratificó su compromiso de luchar contra el racismo, pero también contra cualquier forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos.
Ya han pasado más de siete décadas y aún el Holocausto continúa siendo una fecha significativa que bien vale la pena recordar para analizar, no sólo desde el punto histórico, o desde para las afectaciones para las naciones que enfrentaron este hecho, sino por la urgencia de fomentar, hoy más que nunca, acciones concretas desde nuestro ámbito de influencia para eliminar las ideologías de odio.
Después de más de 70 años seguimos siendo testigos de crímenes atroces motivados por la discriminación, el racismo y la intolerancia, muchos de estos tienen su origen en la generación de discursos de odio, no sólo de líderes políticos del mundo, sino incluso a través del internet que hoy se ha convertido en el principal canal de comunicación en tiempos de pandemia.
El discurso de odio es uno de los temas que mayor debate genera en las audiencias no sólo cibernéticas, sino en los congresos locales y en el mundo entero.
Resulta relevante que para abordar el tema conceptualicemos cuáles son características de un discurso de odio, y los motivos por lo que debemos rechazarlo, incluso legislar porque se sancione a quien haga uso de él como un derecho amparado de forma equivocada en su la libertad de expresión.
Recordemos que el discurso de odio fomenta, promociona o instiga al odio, la humillación o el menosprecio de una persona o grupo, así como el acoso, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza a una persona o a un grupo con la justificación de que esas manifestaciones son por razones de raza, color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, discapacidad, lengua, religión o creencias, sexo, género, identidad de género, orientación sexual y otras características o condición personales.
Una de las características de este tipo de discurso es que contribuye a crear un clima de intolerancia que genera consecuencias muy concretas para los grupos afectados y para la sociedad en general, que nos recuerda las terribles consecuencias que puede generar este tipo de mensajes, es justamente el Holocausto.
Los objetivos principales del discurso de odio son difamar a personas que forman parte de grupos vulnerables o minoritarios, a través de la difusión de estereotipos y rumores, lo que significa que se afecte la percepción que la población general tiene sobre los mismos.
Este tipo de discurso genera actitudes discriminatorias tanto de individuos, como de los representantes de las instituciones públicas, lo que a menudo les significa negar acceso a bienes públicos como el empleo, la vivienda, la sanidad o la educación, lo que contribuye a su exclusión, discriminación y marginación.
A menudo se ampara bajo el derecho de la libertad de expresión, pero hay que decir que esa libertad no es absoluta y está limitada cuando transgrede otros derechos como la igualdad y la dignidad de las personas, tal y como lo expresa nuestra propia ley.
Hace unos meses en mi calidad de presidenta de la Comisión de Desarrollo Social, Grupos Vulnerables, y Vivienda de la Legislatura local tuve la oportunidad de escuchar el llamado de organizaciones civiles para que se tipifiquen los discursos de odio, y a propósito de esta inquietud formulé una propuesta de iniciativa de ley que busca reformar del Código Penal del Estado y sancionar los discursos de odio que inciten a la discriminación y la violencia, pero no sólo de la sociedad en general, sino también a los funcionarios públicos que cometan el delito.
Para lograr una sociedad más justa es preciso un esfuerzo conjunto por parte de actores políticos y sociales, de la administración pública, de los medios de comunicación, de la academia, de las empresas, de las entidades, así como de la ciudadanía en general. Este es un compromiso de todos y te invito a que participes y fomentemos una cultura de la paz, de la tolerancia y de la inclusión, y eliminemos la discriminación en todas sus expresiones.