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México como potencia media: perspectivas de política exterior – Erik Santiago Maldonado Rojas

INTRODUCCIÓN

El concepto de “potencia media” ha sido debatido en la academia y la práctica de las Relaciones Internacionales (RI) con especial énfasis al terminar la Segunda Guerra Mundial dado el papel de algunos países en el periodo inmediato. Luego, a partir de la década de los 70 y con el crecimiento económico de diversos países, el término se hizo más popular al punto de que varios académicos han resaltado que cualquier país puede ser una potencia media debido a la falta de consenso académico y las múltiples definiciones.

México fue uno de los países que empezó a adaptarse a esta nueva corriente en la que el crecimiento económico le permitió formular una Política Exterior (PE) que lo clasificó como potencia media en el sistema internacional. No obstante, la crisis económica de los años siguientes causó que México se anclara a la economía de Estados Unidos de América (EU) y junto con otros factores empezara a perder su papel en la región latinoamericana.

El presente ensayo busca tomar como referencia la política exterior mexicana en lo que va de administración de Andrés Manuel López Obrador (2018-presente) para determinar si México puede o no considerarse potencia media en la actualidad y cómo esta se acomoda a los diferentes paradigmas de acción. Para dicho objetivo, el texto se divide en tres partes. En la primera se hace una compilación de las características y paradigmas de acción de las potencias medias expresadas por diversos autores; posteriormente se hace un breve recorrido histórico del Estado Mexicano y su evolución como potencia media; y, por último, se analizan algunas acciones de política exterior de la administración actual para tratar de enmarcarlas en las categorías mencionadas anteriormente.

POTENCIAS MEDIAS

El debate de las potencias medias en las RI es bastante extenso y muchas veces se ve mezclado con otros términos como “potencias emergentes”, “potencias regionales” o “países recientemente industrializados”. Para algunos autores, sólo se puede considerar una única potencia emergente aquella que desafíe al poder hegemónico; en su momento lo fue EU y más recientemente lo es China. No obstante, a partir de la década de los 70, varios países experimentaron un crecimiento económico importante que les daba las capacidades materiales para tener más peso y voz en el sistema internacional; aunque bajo esta lógica bipolar, se consideró sólo a algunos países y el más relevante en ese entonces fue Arabia Saudita (Cooper y Flemes, 2013). En un tono diferente, otros autores identificaron a varios países que podrían considerarse bajo categorías similares como “potencias regionales” y ese manto lo tomaron Brasil y Sudáfrica que posteriormente formarían parte del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), considerado la expresión de aglomeración de potencias emergentes, cada uno en su región por lo que también entraron en el concepto de “potencias regionales” (Cooper y Flemes, 2013).

Por su parte, Mares (1988) propone una clasificación jerárquica del sistema internacional que clarifica todos los conceptos anteriores. En primer lugar, y en orden descendente, se encuentran las potencias hegemónicas que, de acuerdo con el autor, determinan la balanza de poder en el sistema internacional y lo configuran como unipolar o bipolar. Seguido de estas potencias se encuentran los países secundarios que como característica presentan la posibilidad de intervenir las decisiones del sistema internacional, pero si desean modificarlo deben aliarse con otros países dentro de la misma categoría. Similar a las potencias secundarias, pero en un nivel inferior, se encuentran las potencias medias que cuentan con las suficientes capacidades materiales y que, con alianzas de otras potencias medias, pueden llegar a intervenir en las decisiones internacionales. Por último, están los países pequeños que sólo pueden aliarse en grupos muy grandes si quieren intervenir en el sistema internacional, pero al ser alianzas de tal tamaño, el liderazgo resulta complicado.

En esta clasificación, las diferencias entre potencias secundarias y potencias medias quedan muy a la interpretación, por lo que Jordaan (2003) propone dividir los conceptos en potencias medias tradicionales y potencias medias emergentes. Las primeras tienen como características que de sistema político cuentan con democracias institucionalizadas, normalmente se encuentra en el centro de la economía internacional, por lo que, al estar en su mayoría en el Norte global, no tienen suficiente poder regional. De la misma manera, tienen actitudes neutrales en cuanto a la cooperación internacional y la integración y prefieren mantener el status quo; en palabras del autor,

la neutralidad de las potencias medias tradicionales se deriva de su ambivalencia regional (emanada del miedo a ser controladas por un proyecto regional en el que tengan poca influencia y control), mencionada anteriormente, pero también de su relativa insignificancia en la región, permaneciendo aliadas con el país hegemónico (Jordaan, 2003, pp. 177).

A diferencia de estos países, las potencias medias emergentes cuentan con democracias jóvenes, en el sistema económico se encuentran en lugares de semiperiferia. Sí pueden ser consideradas potencias regionales, por lo que favorecen la integración regional y el multilateralismo y a grandes rasgos pretenden reformar el sistema internacional (Jordaan, 2003).

Para concluir la parte conceptual, se pueden compilar las características generales de las potencias medias y así esbozar un marco que será de ayuda para el análisis. En primer lugar, se rescata el lugar en la jerarquía internacional por lo que deben ser países secundarios o potencias medias en la clasificación de Mares (1998); o en su defecto, potencias medias tradicionales o potencias medias emergentes en la clasificación de Jordaan (2003) [1]. En segundo lugar, Robertson (2017) explica que la posición geográfica e ideológica de una potencia media resulta fundamental ya que estos factores les permiten ser el punto medio entre el Norte y el Sur global. Por último, y como categoría más importante para las potencias medias, es su comportamiento en el sistema internacional que se caracteriza por “la búsqueda de soluciones multilaterales para problemas internacionales, su compromiso en disputas internacionales y una buena ciudadanía internacional” (Robertson, 2017, pp. 6). A esta parte de comportamiento, Jordaan (2003) añade que se mantienen neutrales y evitan conflictos, son estabilizadores en el sistema (dado que en caso de un conflicto mayor pueden salir perjudicados) y hacen uso del derecho internacional y las organizaciones intergubernamentales.

En este sentido y considerando las características anteriores, las potencias medias tienen dos paradigmas para actuar dentro de su zona de influencia: aliarse al país hegemónico regional o separarse de la potencia dominante y buscar su soberanía (Mares, 1988). Las opciones anteriores se pueden presentar en diferentes momentos de la misma potencia media, tal es el caso de México.

EVOLUCIÓN DE MÉXICO COMO POTENCIA MEDIA

México como potencia media ha sido ejemplo de las dos opciones mencionadas anteriormente. De manera cronológica el país encontró su lugar como potencia media a partir del crecimiento económico en las décadas de los sesentas y setentas, por lo que se posicionó junto con el resto de potencias medias emergentes como un actor involucrado en el sistema internacional. Es así como el Estado Mexicano presentó iniciativas de carácter internacional, jugó un papel importante en el diálogo entre el Norte y el Sur global y participó en foros multilaterales con un papel fundamental en el tema de desarme nuclear (Bernal, 2009). Al respecto de su postura separada del país hegemónico regional (EU), México tuvo acciones de política exterior como el negarse a intervenir en la administración de Fidel Castro y mantener relaciones con Cuba (Mares, 1988), o ser el país de exilio para las personas perseguidas en las dictaduras latinoamericanas apoyadas por EU (Bernal, 2009). Durante este periodo, el país también jugó un papel importante en el multilateralismo al crear propuestas para el Nuevo Orden Económico, liderar al Grupo de los 77 y participar en la creación de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) (Bernal, 2009).

En la primera etapa, México cumple con las tres características de una potencia media en el sentido que a nivel capacidades materiales y posición en el sistema jerárquico internacional se encontró en las clasificaciones pertinentes dado su crecimiento económico. Jugó un papel importante en el diálogo Norte-Sur al formar parte del Grupo de los 77 y mantenerse neutral ante conflictos entre potencias hegemónicas y países pequeños. Y su política exterior se basó en el multilateralismo (Nuevo Orden Económico, UNCTAD), así como que formó parte de la solución a problemas internacionales (desarme).

Posteriormente, en las décadas de los 80 y 90, las crisis económicas hicieron que México encontrara como solución acercarse a EU y América del Norte, no solo por la ayuda económica que este país le podía proporcionar, sino que también por el tamaño de la diáspora mexicana viviendo en el vecino del norte. Esto tuvo como punto coyuntural la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 que después se complementó con la transición democrática del 2000; estos eventos marcaron el cambio de paradigma mexicano como potencia media en el que ahora se alió a los intereses de la potencia hegemónica. Para retratar lo anterior se rescatan acciones como la toma de posturas pro-estadounidenses en foros regionales, el alejamiento económico y político de América Latina y el abandono (hasta cierto punto) del principio de no intervención. Sobre esto último, Bernal (2009) menciona que el nuevo compromiso del país con los Derechos Humanos y la democracia marcaron el cambio de su postura neutral a una más involucrada en los problemas internos de otros países; retomando el caso de Cuba ante el que México en el pasado se mostró neutral, en esta nueva etapa votó en contra del país caribeño en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Toda la política exterior de México en esta etapa, y a diferencia de la anterior, “ha concentrado su foco en las negociaciones económicas y comerciales como medio de insertar al país en un mundo crecientemente globalizado” (Bernal, 2009, pp. 267).

Retomando las características de potencia media para la segunda etapa post TLCAN, se encuentra que México mantuvo su posición en la jerarquía internacional dada la recuperación económica después de las crisis del fin del siglo XX; en cuanto a diálogo entre el Norte y el Sur, se distanció ideológicamente de la neutralidad al acercarse a paradigmas del país hegemónico lo que tuvo repercusiones en su comportamiento de política exterior – que a pesar de seguir trabajándose a través del multilateralismo –, olvidó en casos el principio de no intervención y la solidaridad con países pequeños.

 MÉXICO COMO POTENCIA MEDIA EN LA ACTUALIDAD

Anteriormente se mencionaron dos etapas en las que México ha actuado como potencia media pero su paradigma de acción ha sido diferente en cuanto a su posición respecto a la potencia hegemónica. Para continuar el análisis se eligieron diversas actividades de política exterior realizadas durante la administración de López Obrador, actual presidente de México, y para las cuales se tratan de enmarcar en las características de potencia media.

Primeramente, el Plan Nacional de Desarrollo del actual presidente explica que las prioridades de política exterior durante su administración serán cuatro: 1) Recuperar los principios de política exterior olvidados por las administraciones pasadas; 2) Recuperar lazos de amistad, cooperación y respeto con los países de América Latina y el Caribe; 3) Mantener los lazos políticos y económicos con EU y Canadá; y, 4) Trabajar para que la migración nunca sea forzada (Presidencia de la República, 2019). En este sentido se recuperan para el análisis diversas acciones comenzando por la entrada en vigor del Tratado Comercial entre México, EU y Canadá (T-MEC) del que el equipo de transición de López Obrador fue parte en su etapa de negociaciones. Este tratado sustituye al TLCAN y renueva el compromiso de México con los países de América del Norte en cuanto a temas económicos y comerciales (Forbes Staff, 1 de julio, 2020a).

En segundo lugar, se retoma el Plan Integral de Desarrollo para Centroamérica en el que México en conjunto con Honduras, Guatemala, El Salvador, EU y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), buscan reducir la migración forzada a través de los pilares de desarrollo sustentable y cooperación internacional (Bindra, 27 de septiembre, 2019). Siguiendo con la recopilación de acciones de política exterior, se recuerdan dos momentos en los que México ha respetado su principio de no intervención y la neutralidad ante temas internos de otros países en la región. Primeramente, la negativa de México a reconocer la reelección del líder de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, que se posiciona como segundo gobierno a la administración de Maduro (Forbes Staff, 6 de enero, 2020a). En este mismo sentido, el asilo político con fines humanitarios otorgado a Evo Morales después del golpe de Estado sucedido en Bolivia (Lafuente, 13 de noviembre, 2019). Por último, se hace mención de la Presidencia Pro Témpore de México en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en donde el país ha destacado por la gestión durante la pandemia de Covid-19, la cooperación educativa y espacial y las negociaciones sobre las Islas Malvinas (Pineda, 24 de septiembre de 2020).

México continúa siendo una potencia media en el sentido que mantiene su posición dentro de la jerarquía internacional y se refuerza al renovar su acuerdo comercial más importante. Al privilegiar la región de Latinoamérica en el Plan Nacional de Desarrollo se retoma el diálogo entre el Norte y el Sur y para la parte de comportamiento de política exterior el multilateralismo y el derecho internacional han sido claves en lo que va de la administración para resolver problemas internacionales como lo son la migración y la pandemia de Covid-19. En cuanto a paradigma de acción, las etapas anteriores (pre y post TLCAN) responden a dos factores de formulación de política exterior; el contexto nacional y el contexto internacional. Para el periodo analizado en este texto, se afirma que las acciones de México como potencia media se pueden catalogar en ambos paradigmas: seguimiento del país hegemónico – renovación del acuerdo comercial –, e independencia en busca de la soberanía – el resto de acciones – en un estilo de política exterior pragmático.

CONCLUSIONES

A lo largo del texto se revisaron las características y el sustento teórico de las potencias medias para poder enmarcar a México en esta categoría en sus diferentes etapas, las cuales se caracterizaron por tener diferentes paradigmas de acción con respecto al país hegemónico. De la misma manera se retomaron algunas acciones del Estado Mexicano bajo la administración de López Obrador para las que se encontraron dos resultados: México continúa siendo una potencia media bajo el marco de análisis presentado y en la actualidad el paradigma de acción es pragmático ya que combina acciones en pro de la hegemonía, pero también le da cabida al diálogo Norte-Sur. El panorama se presenta para que México continúe estas dos tendencias al ser electo como parte del Consejo de Seguridad en el periodo 2021-2022, en el que se pretende representar a América Latina y el Caribe – grupo regional que le dio visto bueno unánime – a través del multilateralismo, el derecho internacional y el rechazo al uso de la fuerza (Elías, 23 de junio de 2020). Además, México también ha sido reelecto para un segundo periodo como Presidente Pro Témpore de la CELAC en el que pretende continuar con una buena gestión.

ERIK SANTIAGO MALDONADO ROJAS
REFERENCIAS:

Bernal, Raúl, 2009, México: de la autonomista potencia media a socio subordinado de Estados Unidos. Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, ISSN 0327-4063, Vol. 18 (35-36), pp. 233-278.

Bindra, Tanya, 27 de septiembre, 2019, El Plan de Desarrollo para Centroamérica puede mostrar que la xenofobia no es la única respuesta a la migración. Noticias ONU. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2019/09/1463052

Elías, Manuel, 23 de junio, 2020, México en el Consejo de Seguridad: “Estaremos contra el uso de la fuerza”. Noticias ONU. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2020/06/1476372

Forbes Staff, 6 de enero, 2020a, Sin México ni Argentina, Grupo de Lima reconoce la reelección de Guaidó. Forbes. Recuperado de https://www.forbes.com.mx/sin-mexico-ni-argentina-grupo-de-lima-reconoce-reeleccion-de-guaido-en-venezuela/

Forbes Staff, 1 de julio, 2020b, ¿Qué es el TMEC y por qué es importante para México?. Forbes. Recuperado de https://www.forbes.com.mx/economia-que-es-el-t-mec-y-por-que-es-importante-para-mexico/

Jordaan, Eduard, 2003, The concept of a middle power in international relations: distinguishing between emerging and traditional middle powers. Politikon, 30 (1), pp. 165-181.

Lafuente, Javier, 13 de noviembre, 2019, Evo Morales llega a México como asilado político. El País. Recuperado de https://elpais.com/internacional/2019/11/12/mexico/1573532912_772851.html

Mares, David, 1988, Middle powers under regional hegemony: to challenge or to acquiesce in hegemonic enforcement. International Studies Quarterly, 32 (4), pp. 453-471.

Cooper, Andrew y Flemes, Daniel (2013) Foreign Policy Strategies of Emerging Powers in a Multipolar World: an introductory review. Third World Quarterly, 34 (6), 943-962.

Pineda, Perla, 24 de septiembre, 2020, México es reelecto para la presidencia pro témpore de la Celac. El Economista. Recuperado de https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/Mexico-es-reelecto-para-la-presidencia-pro-tempore-de-la-Celac-20200924-0061.html

Presidencia de la República, 2019, Plan Nacional de Desarrollo, 2019-2024. Recuperado de https://lopezobrador.org.mx/wp-content/uploads/2019/05/PLAN-NACIONAL-DE-DESARROLLO-2019-2024.pdf

Robertson, Jeffrey, 2017, Middle power definitions: confusion reigns supreme. Australian Journal of International Affairs, 2017, pp. 1-16.

[1] Cabe señalar que para los autores, las capacidades materiales son consideradas en esta característica.

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Last modified: 19 septiembre, 2021
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