Tan rápido pasa el tiempo que ya estamos por terminar el mes de enero del 2021 y febrero ya está aquí, ahora mismo toca la puerta. Y ese sujeto, sigo hablando del tiempo, es de esos que si no les abren la puerta, de todos modos pasan. Me gusta la película de «Alicia a través del espejo», en donde se ve al tiempo como uno de los protagonistas, se aprecia su palacio, sus engranajes trabajando sin descanso, sus guardianes cuidando cada segundo, y se revela su importancia y por qué de su existencia. Se habla de pasado, presente y futuro. Y el mismo tiempo advierte, que no es conveniente tenerlo como enemigo.
En la poesía, el tiempo también es protagonista, aquí brevísimos ejemplos:
“Hemos dejado atrás/ los espejos donde duermes/bajo tumbas ausente,/las estatuas caídas/sobrenombres borrados/por el tiempo”, versos de “Destrucción de la noche”, de Max Rojas.
“Tiempo de crecida. La corriente arrastra cuerpos que anoche todavía aullaban hasta que el agua entorpeció sus cascos. Salido de madre, el río se llenó de racimos, troncos de framboyanes, verdes islas de jacintos”, versos de “Diluvio”, de José Manuel Pintado.
“No oyes la constante victoria/en la carrera de los seres/ del tiempo, lento como el fuego,/seguro y espeso y hercúleo,/acumulado su volumen/y añadiendo su triste hebra?”, es Pablo Neruda, con unos fragmentos de “Trabajo frío”, publicado en Residencia en la tierra, y en este mismo libro está “El reloj caído en el mar”, aquí unos de sus versos: “Los pétalos del tiempo caen inmensamente/como vagos paraguas parecidos al cielo,/creciendo en torno, es apenas/una campana nunca vista,/ una rosa inundada, una medusa, un largo/latido quebrantado”.
Sergio Monsalvo escribió: “No te fíes”.
No te fíes
al filo de los besos
los años pasan
muy de prisa.
Y de Federico Urtaza:
hay noches
que se van
como agua.
El tiempo, implacable pero justo, igual pasa para todos.