REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
La pandemia cambió los rituales acostumbrados para despedir a los muertos. Los velorios, rosarios y otras costumbres que permitían despedir a los seres queridos no pueden hacerse como antes y para muchas personas eso puede complicar el duelo, coinciden expertos en psicología y tanatología.
El presidente del Colegio de Psicólogos del Estado de Querétaro, Juan Carlos García Ramos, y la psicóloga tanatóloga María Nieto resaltaron que la pandemia demostró la importancia de los ritos mortuorios y que a casi un año de que inició la contingencia, hay muchas personas que ya muestran desagrado, irritabilidad, descontento e inconformidad por la forma en la que cambió la vida.
Para García Ramos, las restricciones para reunirse entre amigos, la falta de velorios y rosarios, entre muchas otras medidas para reducir el riesgo de contagio, también implican pasar por una etapa de duelo distinta, que deja atrás la incertidumbre y el miedo al contagio que “nos contuvo al principio”.
El mejor ejemplo: los adolescentes y los adultos que suben sus fotos a redes sociales en reuniones, fiestas o de vacaciones que pueden responder a mecanismos de defensa, al egoísmo, a la falta de responsabilidad social e incluso a que experimentaron pérdidas “y tiran la toalla y dicen: si va a pasar, que pase, mientras me voy a divertir”.
EL DUELO NO SE DA SÓLO EN LA MUERTE
La tanatóloga María Nieto subrayó que la pandemia nos hace enfrentarnos a muchas pérdidas, “no sólo de salud, de la vida, de dinero, sino de muchas cosas” y para todas ellas es necesario cumplir el ciclo del duelo, que pasa por las etapas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
“Muchas veces hay personas que se niegan a aceptar que una persona haya fallecido o a una pérdida, después están muy enojados, después empiezan a buscar lo que necesitan con la negociación, luego caen en depresión y al final, cuando sienten que ya están tocando fondo, hay un impulso que hace que salgan de ese hoyo y lleguen a la aceptación, pero este proceso no es simple, lo que es más importante es reconocerse a uno mismo, el tipo de personalidad y temperamento”, detalló.
Nieto abundó que las pérdidas no son lo mismo para una persona muy racional que para una persona muy emocional. “Hay quienes tuvieron una infancia con padres ausentes, disfuncionales y tuvieron que ser valientes y salir adelante con sus propios miedos y desarrollan sus talentos. Es muy diferente a quien crece en un seno familiar acogedor con padres muy presentes y funcionales, para este niño una pérdida significa un proceso diferente”.
La tanatodinamia, agregó, muestra que el duelo no se da sólo por la ausencia física, sino por lo que dejamos de ser ante la ausencia de la otra persona o de algún objeto, ya que cada ser humano tiene necesidades diferentes y eso se nota con las personas a las que les cuesta mucho llorar o a quienes lloran demasiado.
“Estamos en constante movimiento, tenemos que adueñarnos, despedirnos, lograr el perdón y no siempre es sincrónico, dependerá de la situación: fue una muerte súbita, una muerte esperada para la que nos preparamos, todo cambia y es multifactorial y es importante saber qué personalidad tiene cada quien, el autoconocimiento nos da una herramienta para saber en donde estamos, porque las pérdidas nos van a doler y vamos a pasar por estas etapas, pero si carecemos de la experiencia de conocernos a nosotros mismos, se complica”, dijo la especialista.
A su vez, Juan Carlos García añadió que normalmente no hay despedidas cuando una persona fallece, porque “generalmente nos enteramos de manera sorpresiva de su fallecimiento o esperamos el desenlace a partir de la atención médica que puede estar recibiendo por alguna enfermedad crónica o complicada”.
“Las personas que se despiden parecen tener mayor conciencia sobre esta situación de la muerte y se despiden en términos de generarle buenos deseos a la persona que va a morir, el agradecerle el tiempo de vida, lo que hizo por la persona y algunos asuntos pendientes que por ahí se tengan, en ocasiones uno declara a la persona moribunda algunos secretos o situaciones que ocurrieron en la vida que está por terminar”, añadió el psicólogo.
Sin embargo, García Ramos reconoció que la pandemia generó dos situaciones: la sorpresa por la muerte de los familiares o amigos y la imposibilidad de despedirlos en función de los rituales culturales que acostumbra la población, como los velorios o las ceremonias religiosas colectivas, como las misas y los rosarios.
Ahora la despedida es simbólica, mediante actos de reflexión, de comunicación de ideas, de afectos, de agradecimientos, de perdón, de disculpas y la gente pasa por el mismo proceso de duelo por la pérdida de un ser querido. “Es normal y natural que uno se sienta triste, enojado y desconcertado, requiere un tiempo de duelo para que el proceso se resuelva de forma natural”, agregó el presidente del Colegio de Psicólogos.
CUANDO EL DOLOR NOS SUPERA
Juan Carlos García reconoció que a veces los conflictos familiares, las condiciones de los fallecimientos y el vínculo con la persona fallecida pueden hacer que los duelos sean difíciles y se prolonguen durante mucho tiempo. En ese momento es cuando se requiere un profesional de salud mental “y hoy sabemos que los tanatólogos, los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, los sacerdotes, con esta experiencia de trabajo de duelo pues pueden hacer ese tipo de intervención”.
Al respecto, María Nieto abundó que los mexicanos tenemos muchos rituales con la muerte porque son una manera de hacer contacto con la pérdida de un ser querido y no poder cumplirlo, como sucede, por ejemplo, con las desapariciones, genera problemas para despedirse del familiar.
“Es un paso muy importante el que podamos ver, que podamos despedirnos, pero no necesariamente tenemos que pasar por este ritual para poder estar en paz, la recomendación es que estemos acompañados de especialistas, es bien importante tener nuestras redes de apoyo, amistades que sepas que le tienes toda la confianza para llorarle, para gritarle, porque tenemos este derecho de sentir y de poderlo expresar con el cuerpo”, declaró la tanatóloga.
Coincidieron que el acompañamiento de las personas queridas es muy importante, porque tener la cercanía de amigos y familiares permite generar esa red de apoyo que permite superar el duelo frente al dolor por las pérdidas y a la incertidumbre por la enfermedad por Covid-19.
“Todos estos movimientos están llenos de incertidumbre, de tristeza y tenemos que guardar la calma, aunque se escuche muy complicado, incluso cuando hay cuidadores de la persona con enfermedad, por eso es importante seguir cuidándonos, cuidando a nuestros enfermos, de una manera no fatalista y siempre de la mano con más personas”, insistió Nieto.
Juan Carlos García agregó que la misma pandemia tiene un proceso con una serie de etapas y de momentos que se viven de manera social y de manera individual, ya que “las reacciones iniciales que conocíamos como el temor, la ansiedad, la angustia a ser contagiado o que a algún familiar cercano pudiera contagiarse y fallecer es algo que se mantiene pero ha evolucionado. Todas las reacciones psicológicas, no sólo lo que implica biológicamente la enfermedad, tiene que ver con un estado de ansiedad que no se ha manejado adecuadamente”.
Esa ansiedad, continuó, se juntó con elementos de depresión en muchos sectores de la población, que pueden manifestarse en una forma irritable y conforme a una etapa agresiva emocionalmente, “muy parecido a lo que se vive en un duelo” y a su vez hace que muchas personas no tengan conciencia de la situación que vivimos, así que actúan de manera irresponsable, poco tolerante y sin darle importancia a la responsabilidad social, porque responden de manera agresiva con ellos mismos y con los demás.
LOS ADOLESCENTES Y LOS ADULTOS JÓVENES, EN LA MIRA
García y Nieto subrayaron que los jóvenes son de los más afectados y más inconformes emocionalmente por el encierro de la pandemia. Por un lado, puntualizó García Ramos, los jóvenes tienen necesidad de independencia y de libertad; por el otro, están todas las advertencias de las autoridades y de los padres de los propios jóvenes frente a los riesgos de contagio.
“En un principio la incertidumbre, el temor familiar nos contuvo, pero ahora es el momento de la disrupción de las formas desafiantes de los jóvenes con la autoridad y con los padres, lo que están haciendo contraviene disposiciones de una autoridad de gobierno y de salud”, declaró Ramos, para quienes muchos adultos no escapan de ese mismo comportamiento porque están en una etapa de “madurez adolescente e infantil” que los hace actuar de manera irresponsable.
Eso los hace actuar de manera irresponsable y basta con revisar las encuestas que se realizaron en España y en Argentina, presentadas ante el Instituto Nacional de Psiquiatría, donde se advierte que entre el 20 y 25% de la población mundial está en contra de las medidas de confinamiento por el virus.
María Nieto profundizó que hay personas que no tienen complicación en salir del estado, del país para irse de vacaciones y todavía lo comparten en sus redes sociales, pero puede ser por diversos motivos, “un mecanismo de defensa, porque no quieren ver lo que está sucediendo o puede ser que no hayan tenido la experiencia de acompañar a un familiar o a alguien muy cercano ni han tenido decesos y hay quienes sí han experimentado estas pérdidas y tiran la toalla y dicen: si va a pasar, que pase, mientras me voy a divertir”.
Lo importante, reiteró Nieto, es continuar con los cuidados, sin miedo y sin pesimismos ni fatalismos, pero con la conciencia y los valores sociales para ser responsables frente a la pandemia.