Autoría de 3:50 pm Vox Populi

¿Son justificables las intervenciones de Estados Unidos de América hacia Medio Oriente? – Ivana Rivera Paque

INTRODUCCIÓN

El terrorismo toma un particular interés en la agenda internacional a partir del 11 de septiembre de 2001 tras el atentado terrorista hacia las Torres Gemelas. Fue cuando se atacó una potencia mundial que este tema se volvió relevante para la agenda de seguridad internacional.

El terrorismo, como una de las principales redes de crimen transnacional (Barras R, 2014) es una constante amenaza para la seguridad de los Estados, de modo que varias estrategias se han empleado en contra de esta acción. Una de las más practicadas es la “guerra contra el terror”, liderada por Estados Unidos de América contra el Estado Islámico (EI) y otros grupos terroristas dentro de Medio Oriente. Esta guerra no solamente es de origen bélico, sino que también ideológico, ya que el poder blando se ha intensificado durante los años. A lo largo del ensayo se revisará esta construcción social que actualmente va más allá de simples conceptos ideológicos.

Durante las siguientes páginas se realizará una crítica reflexiva, en la que se profundiza sobre el terrorismo como actor internacional, que participa y lidera guerras sin ser un Estado. También se plantea la siguiente pregunta: ¿Las intervenciones militares de Estados Unidos hacia Medio Oriente son justificables por su carácter político y su posición dentro de la jerarquía del sistema internacional?, que se buscará resolver a lo largo del ensayo y, si bien no se llegase a una respuesta final, se pretende que el análisis parta de la misma.

DESARROLLO

A pesar del desarrollo pronunciado de los estudios de terrorismo, no existe un consenso en su definición. Sin embargo, Jean-Marie Balencie lo define como:

“Una secuencia de actos de violencia, debidamente planificada y altamente mediatizada, que toma deliberadamente como blanco a objetivos no militares a fin de crear un clima de miedo e inseguridad, impresionar a la población e influir en los políticos con la intención de modificar los procesos de decisión (ceder, negociar, pagar, reprimir) y satisfacer unos objetivos (políticos, económicos o criminales) previamente definidos” (Citado en Rodriguez, 2010: 77).

Si bien, hay una importante presencia de redes transnacionales de terrorismo provenientes de Medio Oriente, el fenómeno no es exclusivo del mundo árabe ni del islam, sin embargo, relacionar el profesar una religión con el uso de bombas, atentados y muertes es algo común dentro del mundo occidental, pues existe una tendencia hacia el orientalismo cuando se trata de explicar al mundo Oriental, es decir, se construye una serie de ideas a partir de una perspectiva totalmente occidental.

Edward W. Said explica en su obra de orientalismo que esto no es una fantasía que creó Europa acerca de Oriente, sino un cuerpo de teoría y práctica en el que, durante muchas generaciones, se ha realizado una inversión considerable (de ideas y propaganda). Said apunta que “El orientalismo ha llegado a ser un sistema para conocer Oriente, un filtro aceptado que Oriente atraviesa para penetrar en la conciencia occidental” (1999, N/D).

Estas ideas creadas y construidas en el mundo occidental son perpetuadas por un discurso proveniente de Estados Unidos y de algunos importantes países en Europa a través de estrategias políticas como la “guerra contra el terrorismo” y acciones que cada vez refuerzan más la seguridad nacional. Por otra parte, también hay estrategias acompañadas de un poder blando que se refuerzan a través de medios culturales e ideológicos, lo cual ha provocado xenofobia y discriminación propiciada a la par por medios de comunicación que actúan como un aparato de control ideológico para la sociedad. Toda esta serie de constructos sociales llegan incluso a otorgar legitimación a guerras e intervenciones militares.

Estas ideas y constructos se entienden mejor si se visualizan desde un panorama constructivista. La teoría constructivista dentro de las relaciones internacionales comprende que las estructuras centrales del sistema internacional son sociales y las identidades e intereses de los actores son construidos por medio de esas estructuras (Tah Ayala, 2018). Las sociedades crean elementos centrales para las interacciones entre los diferentes entes, como son la identidad y los intereses de los actores mismos. Así, los actores plantean sus intereses y sus identidades, que son los que guían su comportamiento social. (Weldes J, 1996.)

Existen dos postulados clave del constructivismo: por un lado, que las asociaciones humanas están determinadas por las ideas compartidas y no necesariamente por las fuerzas materiales y, por el otro, que la identidad y el interés de los actores están construidos a partir de esas ideas compartidas y no por una designación natural (Tah Ayala, 2018). Las ideas que se crean dentro del filtro occidental son a partir de eventos importantes para la sociedad, en casos concretos se puede hablar del 11-S y el constructo social sobre Medio Oriente que se fue creando a partir de la imagen de las Torres Gemelas siendo atacadas por un avión.

Schiavon (2016) expone sobre las estructuras sociales dentro del constructivismo: Los entendimientos intersubjetivos son las ideas socialmente compartidas, el conocimiento que un conjunto de individuos tienen en común para darle sentido a su mundo, cuando los entendimientos intersubjetivos se vuelven estables crean órdenes sociales e instituciones cuyas normas determinarán cómo funciona una sociedad, de la misma manera que dichas estructuras normativas existirán y se mantendrán sólo si los Estados las reproducen.

Esto se puede ver reflejado en la estructura internacional, en la división jerarquizada que coloca a algunos países con el título de “hegemonía” mientras muchos otros se quedan como “países en desarrollo”. Esto, además, es propiciado por la construcción de identidades y los discursos que se perpetúan a partir de un hecho. De esa manera, se puede entender que la construcción de la identidad de Medio Oriente ha sido en beneficio y en torno a los intereses particulares de la hegemonía estadounidense.

Los ataques bélicos no son una actividad exclusiva de los grupos terroristas, sin embargo, dentro del sistema político internacional, estos grupos, a diferencia de un Estado, no actúan en representatividad de los intereses de una región o en protección de su seguridad, es decir, no tienen esa justificación que los países hegemónicos como Estados reconocidos sí tienen dentro de la esfera internacional al realizar ataques de tipo bélico, por lo que los atentados se clasifican como inhumanos e inaceptables y de esa misma manera se perciben socialmente.

A los enemigos de guerra (terroristas) se les deshumaniza al punto de convertirles en objetos, en blancos de guerra, en esa imagen del “enemigo” que carece de un mínimo carácter humano. Carl Schmitt (2006) menciona que los grupos terroristas se rebajan más allá del plano moral, convirtiéndose en unidades apolíticas y deshumanizadoras. No cabe duda en que el quitarles el carácter humano es una ventaja para una posible aniquilación del enemigo, pues no se busca derrocar a una población, sino a un grupo que simplemente representa la cara del terror.

A estos grupos terroristas no se les toma como agentes políticos dentro del mundo diplomático, ya que el adjudicarles carácter de tipo político significaría reconocerles como agentes participantes de las estructuras y relaciones de poder dentro de la esfera internacional. Significaría también que dichas estructuras pueden ser movilizadas. Como se puede observar, es muy compleja la interacción con los actores no-estatales en las relaciones internacionales.

La estrategia de seguridad que emprendió Estados Unidos se resume en una guerra contra el terrorismo. A partir de esta estrategia ha habido múltiples intervenciones en otros países y ataques que se justifican detrás de esa “protección estatal”. Se puede notar que la guerra, se define en contra de una cosa y no de una persona, un grupo, o ideología y adquiere un carácter mundial, no sólo regional.

Al llamarla “guerra contra el terror” se elimina el carácter político, pues todas las acciones emprendidas para evitar ataques de grupos terroristas, se consideran válidas y legítimas dentro de la estructura internacional, de manera que la moral en el plano mundial se ve borrosa cuando se trata de la población civil de Medio Oriente. Su seguridad, sus Derechos Humanos e incluso sus vidas pasan a un segundo plano y muchas veces son sólo un efecto colateral en esta guerra patrocinada por Estados Unidos, ya que la primicia es acabar con el terrorismo. Así, los ataques que se realicen por parte del EI siempre van a estar deslegitimados política y socialmente, de manera contraria a los actos igualmente violentos que comete un Estado. La diferencia clara está en que estos ataques no tienen la cobertura mediática que un ataque terrorista sí tiene, además de que llevan consigo una justificación político-histórica y una nación que comparte una cultura que los identifica y legitima colectivamente, así como un sentimiento de nacionalismo que respalda al ejército.

Retomando la teoría constructivista, las intervenciones y ocupaciones militares de Estados Unidos en países como Afganistán, Siria, Yemen, Irak, e incluso en regiones de África como Somalia y Libia, son justificadas partiendo de todo el constructo que se explicó anteriormente, pues si se construye la identidad de Oriente a través de ideas y pensamientos occidentales, pareciera algo racional el tratar de defenderse de esas características muchas veces mal atribuidas al Oriente.

De esta manera es que se ve a ejércitos completamente instalados en Somalia haciendo una ocupación territorial detrás del nombre de “operación antiterrorista”. Esto para los habitantes de la región significa vivir en desasosiego constantemente, porque estas tropas militares no llegan precisamente en son de paz hacia la población civil. Tan sólo entre 2011 y 2012 se vieron drones bombardeando Yemen, Somalia y Pakistán sin necesidad de que exista una intervención física por parte de los militares. A pesar de que se pretendía que los ataques fuesen más directos y sin tantos efectos colaterales, las “bajas colaterales”, traducidas en muertes de gente inocente, siguieron vigentes durante la guerra (casi secreta) antiterrorista de Barack Obama. Sólo en Pakistán, los drones habrían matado a unas 3 mil personas, de las cuales un tercio eran (claramente) civiles (Valenzuela, 2020).

La guerra ideológica que se ha impuesto no es solamente en contra del EI y grupos terroristas, sino que aqueja a todo medio oriente, a los países que ya se mencionó, donde albergan personas al igual que del lado occidental, pues no sólo son los terroristas quienes están en estos países. Además, muchas de las redes terroristas son transnacionales y se han internacionalizado, de manera que al igual que muchas otras redes de crimen, tienen presencia en más de un país, incluso dentro de occidente.

Los efectos colaterales para una población que no cuenta siquiera con la protección de su propio Estado se ven reflejados en cifras espeluznantes. Simplemente en la organización Irak Body Count (IBC) registró entre 97 mil 461 y 106 mil 348 muertes de civiles hasta julio de 2010. El período más sangriento para los civiles fue el mes de la invasión de marzo de 2003, en el que -dice IBC- 3 mil 977 iraquíes perdieron la vida. Otros 3 mil 437 murieron en abril de ese año (BBC News Mundo, 2011).

Esto da como resultado 106 mil 348 muertes invisibilizadas por la estructura internacional, sin embargo, año con año se conmemora a las 2 mil 983 víctimas del atentado a las torres gemelas (El País, 2019). Dicho esto, busco resaltar la falta de concientización que hay sobre las miles de víctimas que han dejado tanto el EI como los Estados Unidos en esta guerra contra el terror, puesto que ninguna vida significa más o menos que otra y mucho menos cuando se pierden ante algo ajeno como lo es un conflicto político.

Asimismo, son cuestionables los métodos que ha aplicado el gobierno estadounidense contra los detenidos por delitos relacionados al terrorismo, ya que se les cataloga como «combatientes enemigos ilegales». Patricia Stottlemyer, abogada de Human Rights First, explica en una entrevista con la BBC (BBC News Mundo, 2020, N/D):

«Esto implica que no son considerados prisioneros de guerra, por lo que EE.UU. entiende que no tiene que aplicarles las convenciones internacionales y, por tanto, puede retenerlos indefinidamente sin juicio y sin derecho a una representación legal».

La cárcel de Guantánamo, considerada una de las más caras del mundo, aunque actualmente sólo albergue 45 reos, representa un gasto realmente grande para el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, se estima – según reportajes y organizaciones internacionales – que los presos que albergan en Guantánamo están ahí debido a que fueron torturados en centros de detención de la CIA. Esto es un ejemplo de cómo este país líder en intervenciones militares, puede moldear las estructuras a su favor, pues su influencia y poder dentro del plano internacional va más allá de sus fronteras territoriales, ya que a Estados Unidos, en este caso, le conviene tener a presos fuera del territorio nacional, donde sus propias leyes y derechos pueden ser maleables.

CONCLUSIÓN

La guerra contra el terror, desafortunadamente, ha dejado un sinfín de víctimas dentro de Medio Oriente y también en algunos Estados occidentales, sin embargo, ha existido una gran diferenciación entre quienes viven en Medio Oriente y quienes viven en Occidente. Actualmente los documentales acerca de las miles de víctimas en Irak son prácticamente inexistentes, no hay películas de cómo fue el día que un padre de familia iraquí salió a trabajar y murió en medio de un bombardeo. Tampoco hay monumentos que honren la memoria de los pakistaníes que murieron en medio de un combate aéreo, mucho menos se conmemora la cifra exacta año con año.

Al realizar el ensayo pude notar que buscar información concreta sobre las ocupaciones militares de Estados Unidos es complicado y las fuentes son limitadas. En caso contrario, los resultados que se obtienen al investigar sobre los atentados terroristas dentro de Estados Unidos y Europa son variados, pues la cobertura de los medios masivos de comunicación es mucho mayor. Realmente se sabe poco a cerca de la guerra contra el terror durante el mandato de Barack Obama, aunque los efectos colaterales que tuvo fueron devastadores al punto de crear fosas comunes porque los cuerpos de las víctimas quedaban destrozados. La cifra de miles de millones de dólares que invierte Estados Unidos año con año en equipamiento de armas y bases militares es enorme. Hay un sinfín de información que desconocemos sobre las estrategias que implementan los gobiernos en la lucha por preservar su seguridad a cualquier coste.

En conclusión, y retomando la pregunta que planteé al inicio del ensayo, podría decir que sí, de alguna manera las intervenciones militares de Estados Unidos son justificadas por su carácter político dentro de la esfera internacional. Más allá de que se pretenda realizar atentados y ocupaciones militares como una forma de hacer política, es el conjunto de ideas compartidas lo que hace que socialmente, en un plano occidental, estas prácticas se normalicen y se acepten al grado de legitimarse detrás de un discurso que promete salvaguardar la paz y que coloca no sólo al enemigo de guerra como algo inhumano, sino a todo lo que en algún momento pudiese relacionarse con esa forma de vida oriental que prácticamente se desconoce estando del otro lado del mapa.

Me parece importante repensar lo que sabemos sobre Oriente y, en general, repensar las ideas que tenemos sobre el mundo en general, deconstruir las ideas occidentales que hemos edificado a través del tiempo e incluso aquellas que ya nos son dadas mucho antes de poder cuestionarlas, de modo que nos sea posible preguntarnos: ¿qué es lo que realmente sabemos sobre otros países? Y de esa manera ir abandonando ideas que creíamos correctas, pero que se nos fueron impuestas desde un modelo Occidental.

IVANA RIVERA PAQUE
REFERENCIAS

Barras, R. 2014. «El crimen organizado transnacional: Mecanismos de lucha previstos en la estrategia de Seguridad Nacional 2013.» Revista UNISCI, Vol. , núm.35, pp.279-301 Avaible at:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=767/76731410015 [Accesed 16 Feb. 2021].

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Rodriguez, T., 2010. El terrorismo y nuevas formas de terrorismo. Redalyc, [online] Available at: <https://www.redalyc.org/pdf/676/67622579005.pdf> [Accessed 10 December 2020].

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Schiavon, J., 2016. Teorias De Relaciones Internacionales En El Siglo XXI Interpretaciones Criticas Desde México. pp.404-420.

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Valenzuela, J., 2012. Reportaje | La Guerra De Los Drones. [online] EL PAÍS. Available at: <https://elpais.com/internacional/2012/06/01/actualidad/1338579313_738829.html> [Accessed 8 December 2020].

Weldes, J. 1996. Constructing National Interests. European Journal of International Relations, pp. 275–318. [online]           Avaible at: https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1354066196002003001 [Accesed 16 Feb. 2021]

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Last modified: 19 septiembre, 2021
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