El papel de la República Popular de China en el escenario global es el de una potencia en franco ascenso. Su poderío económico no se discute y su creciente influencia política a nivel global se consolida cada día de manera más firme. Si algo podría señalarse como un punto de su debilidad sería el llamado poder blando, el soft power que los Estados Unidos y Europa tienen a nivel mundial. Sin embargo, lo anterior podría ya estar cambiando.
En el 2013, el gobierno chino anunció la iniciativa One belt, one road (OBOR), la cual instrumentaba dos rutas comerciales, una terrestre y otra marítima. La narrativa se inspiraba a la histórica Ruta de la Seda que por varios siglos permitió el intercambio comercial entre Asia y Europa. Para el respaldo financiero del proyecto se conjuntó un fondo en el Banco Asiático de Infraestructura e Inversiones, cuyo monto respaldado por China ascendía a poco más de 110 mil millones de dólares en 2015.
En el 2016 el nombre de OBOR fue sustituido por la Belt and Road Initiative (BRI), la cual se refiere tanto al cinturón económico de la Ruta de la Seda (Silk Road Economic Belt), como a la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI (21st Century Maritime Silk Road). El gobierno chino presentaba al BRI como una estrategia de cooperación internacional, aunque era clara su importancia geopolítica (Zhang 2018: 331).
Para marzo de 2018, 71 economías se localizaban a lo largo de los corredores que contempla la BRI. De tal suerte, los países involucrados significaban alrededor del 60% de la producción mundial (BM 2018). Un año después, marzo de 2019, Italia se convertía en el estado 130 en firmar la iniciativa. De esta forma, un miembro del denominado Grupo de los 7 (G7) se adhería a la BRI, lo que ponía en la discusión la viabilidad de las tradicionales alianzas políticas, económicas y hasta militares desde el fin de la segunda guerra mundial.
Si bien se ha ralentizado el avance de la BRI, a inicios del 2021 se observa un fortalecimiento del poder blando chino que tiene en dicha iniciativa a una de sus principales plataformas de proyección. Igualmente, el contexto de emergencia sanitaria global posicionó favorablemente al gobierno chino, pues dentro de las denominadas diplomacias de las mascarillas y de las vacunas, el estado asiático ha podido revertir no solamente una imagen negativa propiciada por ser el país en donde se presentaron los primeros casos de Covid-19. Ya se habla de una “Ruta de la Seda Sanitaria”, lógicamente liderada por China. Aunado a lo anterior, una “Ruta de la Seda Digital” está en vías de expansión. La tecnología china disputa mercados con sus competidores asiáticos, norteamericanos y europeos y dentro del contexto de la BRI, las empresas chinas tienen una ventaja significativa para posicionarse de mejor forma frente a sus competidores.
Varias “Rutas de la Seda” están desarrollándose y parecería que occidente no tiene una respuesta unificada a los desafíos que en diversos ámbitos China plantea. América Latina y México en especial están en un momento de tomar decisiones destinadas a establecer alianzas estratégicas. Habrá que observar el comportamiento tanto de sus dirigentes como de la población en general.
JOEL ANGEL BRAVO ANDUAGA
PROFESOR DE LA ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY CAMPUS QUERÉTARO
JABRAVOA@TEC.MX
REFERENCIAS
2018. Belt and Road Initiative. Banco Mundial, The World Bank, March 29, 2018. Disponible en https://www.worldbank.org/en/topic/regional-integration/brief/belt-and-road-initiative [7 de marzo de 2021].
Zhang, Z. 2018. The Belt and Road Initiative China’s New Geopolitical Strategy?. China Quarterly of International Strategic Studies. 4 (3), 327–343. World Century Publishing Corporation and Shanghai Institutes for International Studies. https://doi.org/10.1142/S2377740018500240