Hablar de cambios físicos en la ciudad es algo que parece común. Al parecer siempre esperamos cambios grandes, que beneficien a mucha gente, por lo que pensamos en infraestructura, algún nuevo equipamiento o vivienda nueva. Pocas veces pensamos en cómo la planeación y el diseño de la ciudad tienen un impacto en nosotros, especialmente en nuestro bienestar físico, mental y social.
La OMS desde hace mas de 30 años, ha propuesto un enfoque para la planeación de ciudades, al que llama CIUDAD SALUDABLE [1]. Esta tiene como propósito crear y mejorar continuamente los entornos físicos y sociales, aprovechando los recursos de la comunidad, donde las personas se apoyan mutuamente para realizar sus actividades (escuela, hogar, trabajo, recreación y cuidado) y desarrollan su máximo potencial, siendo las opciones más fáciles sean las más saludables.
Usando indicadores de bienestar físico, mental y social de la población es posible entender y visualizar cómo las decisiones tomadas en sectores como la vivienda, el transporte, la energía, la planificación del uso del suelo y la gestión de residuos podrían tener un impacto significativo en nuestra salud, al igual que las políticas relacionadas con educación y servicios.
Al adoptar una visión de ciudad saludable también lograríamos reducir las brechas de las desigualdades sociales también se fortalecería la gobernanza, a partir de: la posibilidad de escuchar las voces de los diferentes actores de la ciudad; tomar decisiones conjuntas inter y multisectoriales, a partir de una comunicación efectiva y clara de los beneficios y consecuencias de las acciones; promover un progreso económico ad-hoc y el cuidado del medio ambiente.
Como se puede imaginar, el cambio de enfoque del diseño y planeación de las ciudades no es fácil, especialmente en nuestras ciudades. El primer gran reto es entender cuáles son los determinantes urbanos clave que afectan nuestra salud y por lo tanto, mejorarla. Es así que se deberá contar con la colaboración de todos los actores para: producir información que impacta a los habitantes de la ciudad, habilitando nuevas formas de colaboración; documentar especificidades de las ciudades en el contexto de su economía con vistas a su transformación deseable; desarrollar instrumentos que contribuyan a la gestión, diseño y evolución de ciudades saludables.
Si pienso en cómo la ciudad en la que vivo y quiero vivir me ayuda a mantener mi salud física y mental no es difícil entonces, pensar en que mi involucramiento en los procesos de decisión es indispensable. Es así que les propongo que seamos ciudadanos proactivos, informados, preocupados por nuestra ciudad, porque nosotros hacemos el futuro y tenemos el poder de hacer de este un futuro mejor.
DR. RUBÉN GARNICA MONROY
PROFESOR ASISTENTE ESCUELA DE ARQUITECTURA ARTE Y DISEÑO TECNOLÓGICO DE MONTERREY CAMPUS QUERÉTARO
RUMONROY@TEC.MX
[1] WHO. (2020). WHO | Healthy Cities. Health promotion; World Health Organization. http://www.who.int/healthpromotion/healthy-cities/en/