1
Los alebrestados sindicalistas, siempre escudados en el anonimato que los hace crecer en su timorata animosidad, aseguran que sólo llegué a Notimex —en julio de 2019— para arruinar su ejemplar sección de espectáculos escribiendo, yo, puros “pergaminos” que ni una sola persona leía. Pero, para desgracia suya, no fue exactamente a esa zona periodística a la que llegué para frustrar sus acabados proyectos sino a las páginas culturales, que es muy otra cosa, porque por si no estaban enterados son dos ámbitos tan opuestos a veces que incluso pueden confrontarse entre sí ya que mientras uno, el cultural, aspira a la multiplicación de conocimientos el otro, el de los espectáculos, respira el caudal de sustancias económicas.
Dicen, en su inocencia ignara, que me dedico a escribir únicamente puros “pergaminos”; pero, otra vez para desgracia suya, han dado —evidentemente sin querer— con una idónea adjetivación literaria pues no hay, que yo sepa, escritor que no haya querido escribir un pergamino, lo lean sus lectores o no, y a tal grado es su valía que el diccionario apunta un ejemplo para resaltar su trascendencia: «La biblioteca del monasterio de San Millán de Yuso posee valiosos manuscritos e incunables, con más de cuatrocientos pergaminos y códices con miniaturas”.
Insultan estos majaderos anónimos sin saber lo que dicen porque, enfadados como están, articulan locuciones creyendo decir una cosa sin tener idea que están expresando otra por su desconocimiento espontáneo de la palabra.
Y son, o se dicen, periodistas.
2
Entre tanto anonimato insultante contra mi persona por el solo hecho de haber querido construir una sección cultural en Notimex, me he hallado con uno —verdaderamente hilarante— que dice que yo hago “maromas” con tal de proseguir siendo un “becario” en esta agencia noticiosa del Estado en huelga desde febrero de 2020, tratando de decir, o afirmando, que mi objetivo es la búsqueda del privilegio monetario, tal vez sabedores de lo que ansían expresar pues justamente son ellos los que desean proseguir con las prerrogativas a las que han tenido gozoso acceso durante tantos felices años priistas y panistas.
Tal vez. No lo sé. Porque esta obsesión suya por insultarme e injuriarme me causa inquietud no por mis objetivos, que muy claros los tengo, sino por los de ellos, que hallan, o creen (o quieren) hallar, moros con tranchetes en cualquier sitio.
Y no dudo que estos profesionales de la difamación me hayan saludado, o yo los haya saludado, con hipócrita amabilidad porque la condición humana, como bien nos relatara Balzac, a veces es inexpresable expresándose, paradójicamente, con simulacros estudiados o azarosamente interesados.
Si supieran estos gratuitos ofensores que no hay mejor beca que la que uno se entrega a sí mismo cuando trabaja en lo que le gusta, quizás no se alterarían drásticamente pensando que todo el mundo desea lo que acaso ellos anhelan con denuedo para satisfacer sus ambiciones personales, no lo sé.
3
No se detienen ahí en su regodeo insultante. Una Mariana dice que en mi anterior colaboración cantinfleo. Y, con solemnidad desparpajada, apunta que el tal Víctor Roura “debe ser un pésimo periodista (contrario a Kapuscinski) pues en más de un año de conflicto no sólo no se ha parado en los campamentos a conocer las historias de las y los huelguistas… sino que, teniéndolo en sus narices e incluso aludiendo a la necesidad de consultar a los empleados que todavía laboran en esta agencia, tampoco se ha enterado de que las y los trabajadores contratados por la misma administración de Sanjuana hemos sido igualmente maltratados, acosados y violentados en nuestros derechos (trabajadores porque el despido en huelga es ilegal, aunque su discurso para desacreditar las denuncias sea recurrir al prefijo extrabajadores)”.
Mariana tendría que estar enterada de que ya escribí algo al respecto, pero entiendo que la iracundia sólo quiere atender lo que salta a su conveniencia, ya que es curioso cómo el malestar se afinca en las personas cuando el salario ha dejado de caer en la cuenta bancaria, no antes. Mariana no debe saber que los huelguistas están justamente en paro porque consideran enemigos a los que han sido empleados para sustituir a los que permanecieron durante el mandato peñanietista, que los consintieron con mimos y gratas compensaciones. Mariana no ha de saber que cuando se escribe una historia sindical es cuando se debe rondar no sólo en los campamentos sino también en las oficinas que administran tal o cual empresa para conocer las razones de esa descomposición, no únicamente registrar las voces opositoras porque el periodismo es, o debiera ser, imparcial. ¿Sabrá Mariana que mucha gente en paro es la que me insulta, como ella misma (“más allá del cantinfleo”), por el solo hecho de no estar yo de su parte? Mariana me dice “pésimo periodista” porque se cree maltratada, acosada y violentada por Notimex, no por Víctor Roura, pero —en una normativa diseñada por la deturpación irrazonada— como Víctor Roura dirigía la sección cultural en el momento en que estalla la huelga es, por lo tanto y sin discusión alguna, un adversario latente de los huelguistas, porque en una práctica no teorizada toda huelga es merecedora de solidaridad y objeto de atenciones piadosas.
Por lo mismo, prosiguiendo esta lógica de las denostaciones coyunturales, otro periodista, Trinidad González, se afilia con prontitud a la caterva adjetivaria para amontonar su rencor contra Víctor Roura exhibiendo con prestancia, y presteza, su solidario respaldo a quienes se niegan a abandonar Notimex diciendo que mi discurso “es igualito al de Hugo López Gatell”. Y es ovacionado con premura por los huelguistas, que cualquier arbitrio contra los que consideran sus ofensores es celebrado con arrogancia. Y confieso que no sé qué quiere decir Trinidad: su insulto, o lo que suena a insulto, me parece (me padece) metafísico porque quisiera encontrar una, aunque leve, asociación del periodismo con la ciencia.
Y no les importa infringir indelicadezas contra el lenguaje con tal de acometer sus operaciones ofensivas.
4
Y el buen Rivelino Rueda no cede en su caprichosa consecución periodística. Habiendo ya cometido dislates apuntando una cosa por otra, ahora quiere hacer las cosas al revés: buscar a quienes debió de haber buscado en un principio para conseguir vaya uno a saber qué fines aviesos (pues ha hecho notoria su parcialidad finalidad). Y, en una triste tramoya periodística, ha puesto a la luz las peticiones de entrevistas a los que les ha faltado al respeto… que, por supuesto, están en su derecho a negársela después de haberse percatado de tan desaseado periodismo.
Y a ver con qué nueva calumnia nos amanece el día.
5
Los huelguistas no quieren entender, o se niegan a entender, que esta vez ellos, no yo, son los que han levantado, valga la redundancia, la huelga. Estoy cierto de que cada quien su huelga, hay unas poderosamente razonables, hay otras menos comprensibles, las hay caprichosas, las hay ciertamente sociales que apuntalan inequidades de justicia. Me temo que estos huelguistas jamás se hubieran solidarizado con la huelga que llevó a cabo Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo. Porque hay de huelgas a huelgas.
Yo no me he levantado esta vez en huelga, como ellos tampoco se solidarizaron cuando me vi en la necesidad de vender cuatro mil libros de mi preciada biblioteca por un adeudamiento periodístico del que yo no fui responsable… mas me vi obligado éticamente a dar la cara.
Y en lugar de concentrarse, digo, estos huelguistas en su huelga buscan a quién insultar o disminuir por el solo hecho de que tal o cual personaje no coincide con sus objetivos laborales.
Eso, me parece, jamás lo van a entender. O querer entender. Como cuando la UNAM se va a paro por un descontento laboral, seguramente estos huelguistas de Notimex estuvieran rabiosos de que la institución académica continuara pagando los salarios del magisterio. Porque no les quedaría claro que los profesores no son los que se pusieron en huelga. Finalmente, todos estos huelguistas van a recibir su salario caído a la hora de la resolución última. Porque la meta es económica.
El pasado 30 de marzo un abogado periodista de respeto como lo es Ernesto Villanueva apuntó en un tuit a propósito de aquella acusación estadounidense acerca de la supuesta coaccionada libertad de expresión en México: “Deploro las imputaciones de hechos posiblemente constitutivos de delitos en agravio de Sanjuana Martínez sin evidencias jurídicas para hacerlas valer en un tribunal de derecho, violenta la presunción de inocencia y le habilita para reivindicar sus derechos lesionados”.
Y con toda seguridad, al no estar Ernesto Villanueva con ellos, lo miraron con ojos denostados.
6
Un periodista se desenmascara consigo mismo cuando se altera, sin argumentaciones, con otro periodista. Y eso, que no solía ocurrir, está pasando ahora con atónita frecuencia.
—Y todo ello por asuntos materiales —me dice un consagrado periodista—. Porque el enardecido supone, o en muchos casos con una seguridad muy suya, que las cosas ahora están siendo revestidas en su contra para favorecer a los antiguamente desprotegidos. Que ahora los beneficiados son otros, no los acostumbrados a estas canonjías, porque su razonamiento está sujeto a esta maquinaria. No la concibe de otra forma.
De ahí que estos periodistas al borde de un ataque de nervios tengan la peculiar certeza de que todos los periodistas que no son ellos sean también como ellos. Por eso, en su enfado, creen, o quieren creer, que soy similar a ellos, razón por la cual, sin argumentos de por medio, me llaman becario, rata, bandido, aviador y maromero, entre otras lindas adjetivaciones, para remarcar lo que ellos suponen que soy siendo ellos como son.
Y yo sigo, nada más, a la espera de una pronta resolución a este conflicto sin fin para poder redefinir mi vida periodística respecto a este empleo informativo.