REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Querétaro perdió el 72% de la población de abejas en los últimos años y en algunos periodos, los apicultores locales reportan la pérdida de hasta el 82% de la población de estos insectos. Ante la falta de alimento, los herbicidas y las enfermedades, grupos de especialistas realizan rescates de enjambres y de colmenas para evitar que la gente recurra a métodos que pueden dañar a las abejas.
El apicultor y rescatista Guillermo Rosales, integrante de la Asociación Ganadera Local de Apicultores de Querétaro, así como el activista Joel Rayas, subrayaron que la entidad está en un momento decisivo para salvar a esta población y por eso es urgente que se rescaten cuando se les encuentra en casas o en sitios que se consideran riesgosos.
Ante el inicio de la temporada de “enjambrazón”, ambos expertos le piden a la población no matar a las abejas cuando las vean en sus casas, cables o muros, sino que recurran a los grupos de rescate especializados, que si bien cobran cuotas de recuperación, siempre será menos caro que la desaparición de esta especie.
“Dicen que Albert Einstein dijo que sin abejas la humanidad viviría solamente de 4 a 6 años y es lógico, si son las responsables del 90% de la polinización de las plantas, pues es importante que nos ocupemos de rescatarlas. Según las cifras de la Asociación Ganadera Local de Apicultores de Querétaro en 2019, hemos perdido el 72% de las abejas en Querétaro y los apicultores están en proceso de extinción, promedian 60 años de edad, no hay jóvenes a los que les quiera interesar esta labor”, advirtió Rayas.
LOS RETOS PARA LA APICULTURA
Guillermo Rosales es integrante de la Asociación Ganadera Local de Apicultores de Querétaro, que tiene más de 30 integrantes y él se dedica al rescate de los enjambres. La preocupación sobre la desaparición de las abejas es tan grande que en algunas ocasiones los apicultores reportan la pérdida de hasta el 82% de su población.
“En mi caso he logrado mantener mis poblaciones estables, pero prácticamente por la recuperación, yo he perdido poblaciones pero con la recuperación y reubicación de colmenas he podido mantener mis apiarios en los números que hemos manejo, si no, también tendría bastantes camas de cría vacías”, admitió.
Hace 3 años, Joel Guadalupe Rayas Correa junto con otros especialistas como Víctor López, formó la asociación Desafío Integral de Ecosistemas Ambientales (Diecosia), al advertir que “hemos destruido mucho y de todo”, sobre todo en el temas de las abejas, que “las hemos desaparecido casi al 90%, según las cifras de 2019, a los animales silvestres ya los desaparecimos casi en 60% hasta 2018, los insectos los hemos desaparecido en 40% y se nota cuando viajamos en carretera, el parabrisas ya no llega manchado como antes”.
Ante la urgencia de crear conciencia sobre lo que algunos llaman la “sexta extinción masiva de vida en el planeta” y la desaparición de los cinturones verdes de Querétaro, los integrantes de Diecosia iniciaron una serie de pláticas en escuelas e instituciones, para advertir sobre el cambio climático, impulsar el cuidado ambiental y preservar hasta las especies más pequeñas como las abejas, porque sin ellas no hay polinización, ni reproducción de plantas, ni alimentos, ni oxígeno.
Al respecto, Guillermo Rosales precisó que no se trata sólo de retirar a las abejas, sin dañarlas, del lugar donde representan un riesgo, sino también de sanearlas para eliminar cualquier parásito o enfermedad y ese proceso implica tiempo, además de una inversión importante que permita reubicarlas y crecer los apiarios.
LAS AMENAZAS PARA LAS ABEJAS Y LAS HIERBAS QUE LES AYUDAN
Con frecuencia se advierte que herbicidas como el glifosato son los responsables de la muerte de las abejas, así como el moho y la humedad. Uno de los factores más importantes de sus pérdidas son las enfermedades, porque “al igual que el ser humano, necesitamos nutrirnos bien y ahorita las abejas tienen escasez de alimento”.
Guillermo Rosales advirtió que el cambio climático, “las mata hierbas como los herbicidas y los pesticidas” afectan la salud y fortaleza de las abejas. “Hemos hecho pruebas con varias reinas de diferentes zonas, fuertes, incluso nativas y nos damos cuenta que su proceso de adaptación al medio ambiente es muy poco estable, debido a que solemos alimentar, en temporadas de escasez, como apicultores me refiero, se suele alimentar con jarabes”, explicó.
Como le sucede al ser humano, el consumo de mucho dulce “baja el sistema inmunológico de las abejas” y las hace menos resistentes a los ataques de parásitos o de diferentes enfermedades. A eso se suma la escasez de la lluvia y la “ingeniería climática” que le pega al sector, al igual que los desarrollos inmobiliarios que reducen los espacios en los que pueden estar las abejas.
El apicultor y rescatista reconoció que hay ciertas plantas que ayudan a las abejas, como la lavanda, la menta, el tomillo, el romero, la albahaca o el orégano, por mencionar algunas, que son generadoras de polen y atraen a estos “insectos himenópteros”. Sin embargo, “lo que deberíamos estar haciendo es respetar las zonas naturales”.
“No es lo mismo sembrar plantas que uno no conoce, sí ayuda, pero respetar las zonas naturales es una mayor aportación, porque no nos va a dar el mismo rendimiento un palo bobo maduro, que varias plantas de lo que le guste a la gente, tomillo, lavanda, de este tipo de plantas que producen néctar o producen polen, es mejor dejar que la naturaleza siga su paso, su desarrollo. Sí ayuda pero lo mejor sería respetar las zonas y contribuir a que haya mayor humedad en los suelos”, declaró Guillermo.
EL RESCATE DE ENJAMBRES
Joel y Guillermo reconocieron que mucha gente considera que tener un enjambre o una colonia de abejas cerca es un riesgo, “como si fueran los enemigos”, pero no todas las abejas son agresivas. Aunque lo mejor es no tenerlas cerca de las casas, lo ideal es promover su reubicación y no exterminarlas.
“Todas las abejas se pueden reubicar. Es muy difícil que una colonia de abejas, esté entre muros, en cables, donde sea, es muy difícil que no se puedan reubicar. Hemos extraído colonias completas de donde no se imagina uno que se puedan reubicar y esto nos ayuda a frenar la devastación que estamos haciendo, porque al final es devastarnos a nosotros mismos”, subrayó.
El proceso de reubicación no termina con llevarse la colonia. Se debe verificar el estado de salud de las abejas, eliminar los parásitos que puedan tener y todo eso implica tiempo e inversión.
Joel Rayas precisó que hay dos formas en la que las abejas están en las casas: en enjambres o en panales. Un enjambre es una familia de abejas que salió de un panal para buscar un nuevo espacio y construir su hogar, “es una reina que sale con un séquito de obreras y zánganos, normalmente cuando vemos las bolas de abejas posadas en algún árbol, algún cable o algún mueble, están en reposo. Las abejas salen de sus panales con sus buches llenos de miel, están pesadas y como no tienen panal que defender son más inofensivas de lo que en realidad son, las abejas son insectos muy gentiles, no atacan”.
En febrero de 2019, Joel Rayas y sus compañeros iniciaron una campaña sin costo para recuperar enjambres, por lo que buscaron el apoyo de los apicultores, porque un enjambre se rescata en alrededor de dos horas, pero un panal puede tardar hasta 40 días, requiere un cajón trampa en el que las abejas entran, pero ya no salen y requieren comida, así como abejas señuelo.
Se trata de un proceso complicado que requiere inversión y tiempo, así que llegó un momento en que se hizo necesario pedir una cuota de recuperación, pero mucha gente se niega a pagar por el costo de salvar a las abejas.
“Pedimos una cuota de recuperación y mucha gente acepta, muchos no, pero por ley está prohibido matar a las abejas. En el caso de los enjambres hay una cuota de entre 400 y mil 300 pesos, en el caso de los panales se tiene que valorar en dónde está. Está empezando la temporada de enjambrazón, así le dicen los apicultores y recibimos alrededor de 10 llamadas diarias, de esas 10 llamadas, tal vez uno están dispuesto a apoyar al rescate y los demás terminan matándola”, reconoció Rayas.
Los rescates quedan en manos de los apicultores, que deben sanear a las abejas y no siempre se tiene éxito, porque a veces no les gustan los apiarios y se van. Lo importante, señaló, es que la población entienda la importancia de hacer todo lo posible por mantenerlas, porque su extinción acabaría con la vida misma.