REPORTAJE Y FOTOS: ALEJANDRO RUIZ/LALUPA.MX
Tamasopo, SLP.- Pedro y René, de no más de 15 años, afinan sus instrumentos dentro de la iglesia, al centro, y vestido de verde y amarillo se encuentra San José Obrero, el patrono de la capilla, quien inmóvil escucha como el violín va soltando bellas melodías en la capilla de piedra.
Son las tres y media de la tarde, en media hora comienza la fiesta patronal de la cabecera municipal de Tamasopo, un pueblo conformado por ejidos diversos del estado de San Luis Potosí y que en la lengua tének significa “lugar donde gotea.”
“A diferencia de lo que muchas personas creen, Tamasopo no se puede considerar huasteca, es un error impuesto por el turismo” señala Hugo Castillo, un joven músico tamasopense que durante los últimos años ha impulsado un activismo cultural dentro de su pueblo para no dejar que las tradiciones se pierdan.
“Aquí somos xi’ iuys, xi’ois, téneks, tenemos otra cultura, otras tradiciones, inclusive otra música” reafirma Hugo, mientras la neblina de la sierra madre oriental se disipa a la par de que llegamos a los 36 grados centígrados.
Avanza el tiempo, y la quinta huapanguera reposa sobre el piso, mientras que las manos inquietas de René dejan sonar tres acordes de su jarana.
“Buenas tardes tengan todos ustedes” dice al micrófono Hugo, mientras postra el violín sobre su hombro izquierdo “el trío de la escuela de música de vara hemos preparado unos bonitos sones para festejar a San José Obrero, patrono de nuestra capilla, así que esperemos los disfruten.”
Comienza a sonar un minuete, mientras que los feligreses poco a poco se acercan a la capilla. La sonrisa entre los niños apenas y deja ver sus nervios, uno que otro huapango escapa en el amplio repertorio de los músicos, mientras que las madres, orgullosas, se sientan en la banca detrás del escenario improvisado a ras de piso.
“¿Mañana va a haber clases?” Pregunta René a su maestro, después de la misa, mientras esperan fuera de la capilla a que la imagen de San José Obrero salga.
“Sí, pero nomás de violín” responde Hugo “pero igual vente”
“No puedo, estoy castigado por no hacer mi tarea” dice el joven jaranero.
“Pues debes de hacer tus deberes para cumplir con tus compromisos” repara Hugo, mientras una sonrisa se deja entrever en su rostro.
“Pero tú si vente Pedro” dice el joven maestro mientras le dirige la mirada al otro muchacho.
“Ta bueno” dice Pedro, mientras suelta una risa junto a su compañero.
RESISTIR DESDE LA CULTURA
“La iniciativa nació en septiembre de 2016” relata Hugo Castillo, refiriéndose a la escuela de música de vara en Tamasopo.
Desde 2016, un grupo de habitantes de Tamasopo y otros municipios del estado de San Luis Potosí comenzaron a organizar los sábados de huapango, donde músicos de vara provenientes de distas zonas de la región empezaron a tocar en plazas públicas de la capital potosina y otros municipios.
“El Comité Cultural nació en febrero de 2016. Se desmembró de Huapango por Todos, colectivo de San Luis, cuando se estaba organizando el Encuentro de Música de vara.” Continúa el joven músico.
“En Tamasopo se formó un grupo de varias personas, pero se llamaba Comité Organizador – Música de Vara. Cómo después nos diversificamos, creo que en 2018 cambiamos el nombre a Comité Cultural Comunitario, hicimos una jornada Biocultural de pláticas en noviembre, sobre el tema de la identidad y unos sobre las aves como loros y cotorras y su protección.”
“La escuela se fundó el 24 de junio de 2017, el día de San Juan Bautista, día que se celebra a una Virgen de San Juan que custodia una familia aparecida en una piedra.” Agrega.
Desde su fundación, a la escuela de Música de Vara se han inscrito más de 22 niños y jóvenes provenientes de distintas comunidades de la región, aunque con la pandemia, las dificultades económicas y la falta de recursos humanos, los grupos han oscilado durante estos años, manteniéndose constantes entre 8 y 10 alumnos.
“En total entre niños y jóvenes eran 22, incluyendo a 7 de una comunidad de Providencia. Regulares son como 8 o 10. Los de la Providencia metieron su propio proyecto y compraron instrumentos; igual acaban de contactarme unos de Rayón que también metieron proyecto y compraron instrumentos y en Agua Puerca acaban de aprobarles también un proyecto.” Relata Hugo.
“El problema son los recursos humanos” asegura “antes me echaban la mano primero don Pablo Landaverde, músico de Cabezas, Agustín Romero de Valles, luego Francisco Solís, un chavo de Las Abras de aquí del municipio, luego estuvieron dos albañiles de Tamazunchale trabajando aquí como un año que me apoyaron a enseñar.”
“Ahorita el que me contactó para enseñar es un señor que se llama Pedro Cruz, de La Tigra aquí en el municipio.” Agrega.
Para Hugo factores como el trabajo de los docentes, el tiempo y la falta de un método de enseñanza han dificultado que el proyecto se expanda como él deseara, sin embargo, asegura, “los mismos niños avanzados empiezan a ayudarme o han jalado a otros ya recientemente.”
REVIVIR, RESCATAR Y PRESERVAR: LA LUCHA POR LA IDENTIDAD CULTURAL
“A mi me pone muy contento que los niños se enseñen a tocar” dice don Antioco, quien desde los 60’s migró de Peñamiller a Tamasopo en búsqueda de mejores oportunidades.
“Siempre quise aprender a tocar, pero nunca pude, siempre me la pasé trabajando en la caña, y luego sembrando mi parcela, pero claro que me gusta el huapango” asegura.
Pese a que la región de la Pameria tiene un fuerte arraigo a sus tradiciones y cultura, fenómenos como la migración y el desplazamiento han hecho que los conocimientos de los viejos se haya perdido en las juventudes del pueblo.
“En la zona aún hay músicos de velación, o se traen de otros lados como Río Verde o Lagunillas.” Explica Hugo Castillo
“Los de la cabecera ya se murieron” lamenta “y también los de Agua Buena, casi cada comunidad tenía músicos de velación, pero aun entre los de los ranchos suman unos 30 o 40 vigentes. De huapango huasteco sólo quedan vigentes 3 en Cabezas y uno en la Tigra, y yo en la cabecera. De las danzas el que tocaba murió hace como 20 años, don Baldomero Méndez pero quedó su música en cassettes y de ahí las sacamos para enseñarla a los niños.”
“De huasteco pa fiestas y mañanitas el trío Huasteco que aún ejecuta por excelencia es el Renovación Potosina de don Pablo Landaverde, de Cabezas; el Trío Invasión Huasteca de don Pedro Cruz, de la Tigra, y el mío. Hay otro Trío Corazón Huasteco que quedó desacompletado y a veces tocó con ellos o a veces jalan a uno de Valles.” Señala el maestro de música.
Ante esta situación, la escuela de Música de Vara de Tamasopo surge como un espacio en donde se forman músicos originarios de las comunidades para que puedan continuar la tradición de los sones y minuetes en la fiestas del pueblo, tareas que las y los niños de la escuela comienzan a asumir.
Pedro y René son parte del resultado de la escuela, quienes ya consiguen sus propias tocadas e invitan a músicos del pueblo a que los acompañen en las velaciones, fiestas y danzas, con ellos hay dos niñas que son de las alumnas más avanzadas en violín que también comienzan a tocar en las fiestas del pueblo.
“Hace como dos años tocamos, a veces ya ellos me jalan o a veces los jalo, pocas horas, a lo mucho dos o tres” relata Hugo Castillo.
“Pero en el caso de velaciones, hasta 8 horas ya, se turnan, o a veces se duermen y se van turnando” dice entre risas.
“Es decir, tocamos así para mañanitas, velaciones de santos, difuntos, para la danza. A veces participan dos niñas, las más avanzadas” agrega.
“La verdad es que aunque muchos músicos se han ido muriendo, la música de vara comenzó a interesar poco, pero nunca se acabó como tal, pues de 2016 pa acá el gusto se reavivó, ya estaban las brazas, nomás había que atizarle.” Dice firme el sonero tamasopense.
“En los ranchos también ha crecido el interés, al menos lo veo en qué por su cuenta meten sus propios proyectos. Pero el detalle es el método de enseñanza, cómo somos líricos no todos saben enseñar, de hecho estoy por sacar también un método para establecerlo en la enseñanza.” Puntualiza Hugo Castillo.
El método que propone se basa en la recuperación de la música tradicional de la región, que sería el son huasteco y arribeño, sones de velación, minuetes, danzas, canciones y sones de costumbre.
“Lo recuperamos de cassetes y lo pasamos a tablaturas, y a partir de estas tablaturas yo voy enseñando los sones, así es como vamos aprendiendo no sólo lo comercial, sino también lo que es tradición.” Agrega.
Para Hugo Castillo, y los demás integrantes del Comité Cultural de Tamasopo, la enseñanza de la música de vara es fundamental para la sobrevivencia de su cultura y tradiciones frente al turismo arrollador que ha detonado un crecimiento irracional del municipio en los últimos años.
“Como dijo don Eusebio Vaca, poeta de Lagunillas: el pueblo vive también de sus costumbres y tradiciones, si no no es pueblo y no se mantiene vivo. Y la urgencia en nuestra tierra es formar más músicos que atiendan las necesidades culturales, porque la música es uno de los elementos más importantes de nuestra identidad.”
Avanza la caravana entre habitantes de Tamasopo con la imagen de San José Obrero al frente. Don Chayo truena cohetes anunciando el paso de la peregrinación, mientras don Juan maneja la camioneta lentamente entre las calles de la cabecera municipal. Pedro, Hugo y René no dejan de tocar ni un solo instante, mientras grupos de turistas, sorprendidos, toman fotografías y videos a los peregrinos.
“Tamasopo vive en sus tradiciones” grita uno, mientras lejano, entre la gente se escucha retumbar como un trueno un gutural y poderoso “ájaa”.