La educación ambiental en México hace ya muchos años que dejado de contar con el apoyo de las autoridades.
Una vez que quedó atrás el boom de la preocupación por las consecuencias del Calentamiento Global Antropogénico (CGA) —cuando el Programa de las Naciones Unidas por en Medio Ambiente (PNUMA) financió programas mundiales como la Agenda XXI o los Consejos Consultivos ciudadanos de los diversos organismos abocados a la defensa del medio ambiente de los diferentes gobiernos— el gobierno mexicano ha ido restado, poco a poco, recursos a los organismos comprometidos con el cuidado del ambiente.
Todo parece indicar que al gobierno de México el problema del CGA cada día le importa menos. Pocas personas hablan de ello y las mayorías simplemente son incapaces de conectar eventos como el que narro a continuación: el jueves pasado, la NASA informó que su satélite Landsat 8 detectó una grave sequía en el 85% del territorio nacional, la cual amenaza con agravarse pues aún faltan varias semanas para que inicie la temporada de lluvias. Las presas del norte y centro de México se encuentran un 25% por debajo de su capacidad y en niveles mucho más bajos que años anteriores. Este fenómeno, que muchos simplemente catalogan entre las catástrofes “naturales” que año con año azotan al país, fue, desde hace años, pronosticado por los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), los cuales, desde hace ya una década, habían calificado a México como muy vulnerable a los efectos del cambio climático y, en consecuencia, cuando el fenómeno avanzase, se incrementaría la frecuencia e intensidad de los fenómenos hidrometeorológicos (huracanes, sequías, incendios forestales, ondas de calor).
En resumen, la sequía que, en nuestros días, ocasiona un stress hídrico a la mayoría de la nación mexicana no es un fenómeno natural, es antropogénico, es decir, deriva directamente de la ingente cantidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que la humanidad arroja, desde hace décadas, a la atmósfera. La sequía y los incendios forestales que sufrimos actualmente, lo reitero, derivan de nuestro modelo civilizatorio: extractivista, consumista y antropocéntrico.
La educación ambiental verdadera, lo sabemos bien, no es sólo teórica. Y con esto no quiero decir que no sea importante saber cómo funcionan los ecosistemas, los ciclos del agua, el carbono, el nitrógeno y el fósforo, la tasa de extinción de las especies o la manera cómo se están contaminando los acuíferos, el aire y los suelos. Todo eso es muy importante y debe saberse. Pero ese conocimiento puede quedarse meramente como “cultura general”.
La verdadera educación ambiental pasa por la práctica: por el cuidado de los recursos de la tierra(agua, aire, suelos), el fomento de las energías renovables, la movilidad sostenible, la agroecología y la lucha por la defensa de las especies y los ecosistemas. Estas tareas, en general, se encuentran olvidadas en la mayoría de las escuelas mexicanas. El tema ambiental ha desaparecido de las agendas políticas y ya no preocupa ni ocupa a casi nadie.
En nuestros días hay, incluso, funcionarios de instituciones educativas que consideran que realizar la transición energética en sus escuelas hacia las energías renovables (lo cual mostraría, con datos duros, a sus estudiantes los ahorros efectivos que permite la instalación de las ecotecnologías) constituye un error; que adquirir, por ejemplo, un Sistema fotovoltáico es “una compra inútil” y, por ende, son capaces de perseguir, incluso penalmente (acusándolos de “abuso de la función pública” o “daño al patrimonio institucional o social”) a los funcionarios que hubiesen cometido la falta de adquirir sistemas de energía renovable para la institución a su cargo.
En un país con altos niveles de asoleamiento como lo es México, la instalación de sistemas fotovoltáicos es muy rentable. La inversión se recupera muy rápido —entre 3 y 7 años, dependiendo del consumo energético— y como los equipos tienen garantías muy extendidas —25 años— y muy escaso mantenimiento, se pueden obtener dos décadas de energía eléctrica prácticamente gratuita (Cfr. Tamayo & Sarmiento, 2017).
En nuestros días, hacer educación ambiental efectiva en México es un asunto peligroso que puede llevar a sus promotores no sólo a la pérdida del empleo sino a la de la libertad.
BIBLIOGRAFÍA
Nasa Ciencia (2021). Sequía generalizada en México, USA: NASA. Recuperado 7.05.2021: https://ciencia.nasa.gov/sequia-generalizada-en-mexico
Tamayo & Sarmiento (2017). “Modelo de vivienda sustentable y resiliente para el trópico del altiplano mexicano”, en Tamayo (2017). Aprender a decrecer 2.0 (Anexo 1),México: ULSAC/ColMor.