Yo no sé de qué estaba herido el Levante, pero jugaba como si lo estuviera y como si, sin importarle su herida, lo único que lo motivara fuera alcanzar la gloria. ¿Cuál? La que da obtener un punto ante uno de los mejores equipos del mundo.
Empate a tres en el marcador y aún así… Ganó el Levante y perdió el Barcelona.
¿Qué perdieron los catalanes? La Liga, aunque vienen perdiéndola, esta y otros campeonatos, desde hace tiempo.
¿Desde que se marchó Neymar? ¿Desde que contrataron a Quique Setién? ¿O desde que comenzaron a pagarle a Suárez para que vistiera la camiseta del Atlético?
Todas estas son gestiones de escritorio, dirá alguien, son los jugadores los que juegan y los que deben ganar los partidos. Sí, pero, ¿no está el futbol moderno plagado de escritorios? No los vemos, pero están ahí, en el campo: en el número de veces que se lesiona un jugador, en los minutos que juegan los canteranos y en los fichajes que cobran, juegan y no aportan. Las personas que trabajan para el club y no visten pantaloncillo corto también juegan su partido entre las dos áreas.
Por ejemplo, ¿cuántos de los 36 goles en contra del Barcelona son culpa de la gente que trabaja en las oficinas? Un dato: de los cuatro equipos que están arriba en la tabla, el Barcelona es el que más goles recibe: Sevilla, 29; el Real Madrid, 26; y el Atlético, cholismo puro, 22. ¿Y cuántos de los goles recibidos se los atribuimos a Ronald Koeman? Técnico cuya mejor virtud, pareciera, no es la táctica sino el saber mantener el temple y el rostro duro, solidario e inexpresivo.
¿Y el Levante qué ganó con el empate? Con este resultado se ubica a cuatro puestos del descenso y a seis de la Europa League. Es decir, nada. Pero como los animales heridos que sobreviven, ganó lo más valioso que se puede ganar jugando al futbol: fuerza, alegría y un gran recuerdo.
Porque el futbol no es un balón, ni veintidós jugadores o cientos de escritorios (invisibles) sobre un campo de juego; el futbol es la memoria en la que atesoramos marcadores, entre ellos, los empates que nos dieron la victoria o la derrota.
Tiempo extra: Quizá para finalmente perder a Messi, el Barcelona no necesitaba caer en la Champions contra la Roma, el Bayern o contra el Liverpool, sino empatar a tres contra el Levante a dos jornadas de acabar la Liga.
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