Dado que la emergencia desatada por la Covid-19 es una situación sin precedentes, el confinamiento y aislamiento social que conlleva han ocasionado efectos inesperados en la salud mental de la población. Particularmente, las privaciones sociales generan estrés, soledad y frustración, que repercuten notablemente en el estado emocional y en la calidad de vida de las personas, generando un campo fértil para el desarrollo de la depresión.
La depresión es un trastorno caracterizado por tristeza, pérdida de interés o placer por cosas que solían disfrutarse, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración, que pueden persistir por semanas o meses e incluso años.
Esta enfermedad ha tomado gran importancia en las últimas décadas, ya que tan solo a principios de 2020 se estimó que la depresión aqueja a más de 300 millones de personas en el mundo; siendo la principal causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en la población de 15 a 29 años. Lamentablemente, cerca de 800 mil personas comenten suicidio como consecuencia de esta afección.
Ahora, cabe preguntarse: ¿cualquiera puede ser víctima de la depresión al enfrentar las consecuencias adversas de la epidemia global?
Parte de la respuesta nos la brinda el conocimiento médico. La depresión es un trastorno extremadamente complejo, ya que es el resultado de una matriz de factores hereditarios, neuroquímicos, biológicos yambientales, altamente interrelacionados, que están involucrados en la aparición de un trastorno depresivo y su persistencia.
Aunque la neurobiología de la depresión nos señala que ciertas alteraciones anatómicas en estructuras como el hipocampo, la amígdala y algunas regiones de la corteza cerebral, pueden predisponer al individuo a desarrollar esta enfermedad, no son las únicas causas.
La investigación en este campo ha alcanzado gran comprensión de los mecanismos finos del desarrollo de la enfermedad, entre ellos: alteraciones en las conexiones neuronales y la plasticidad cerebral, y desregulación en la síntesis o secreción de neurotransmisores.
Los neurotransmisores son sustancias que se generan en el sistema nervioso y que ayudan a las neuronas a comunicarse entre sí. Probablemente has escuchado que la serotonina, la dopamina, y la noradrenalina, pueden estar detrás de un problema de depresión.
Por otra parte, se ha atribuido un papel relevante a los factores ambientales. En este sentido, el ritmo acelerado de vida, la respuesta al estrés persistente día con día, los cambios en las pautas de convivencia social, y el incremento en el uso de las redes sociales contribuyen al desarrollo de la enfermedad.
De hecho, la depresión forma parte de un grupo de enfermedades que, se considera, están íntimamente relacionadas con el estrés. Otros ejemplos son la ansiedad y el trastorno de estrés post-traumático.
Esto adquiere gran importancia en el contexto de la actual pandemia. Por ejemplo, el temor y la preocupación son reacciones naturales frente a la posibilidad de contagiarse y enfermar gravemente, o de vernos en la necesidad de contender con la enfermedad o la muerte de algún ser querido. Todos nos encontramos también con cierto grado de intranquilidad, que se desprende de la incertidumbre acrecentada en ámbitos como el laboral y el económico.
Por lo tanto, ¡no podemos permitir que todos estos factores de estrés nos dominen!, de lo contrario, nuestra salud mental podría verse amenazada por la depresión. Si tú detectas que estás presentando algunos de los síntomas que enlistamos anteriormente, por favor, ¡toma acción! Tener sentimientos de tristeza o culpa excesivos, trastornos del sueño y el apetito y falta de concentración ¡no es normal! La adopción de pequeños cambios en nuestra rutina puede hacer una gran diferencia a la hora de mitigar el estrés.
Te damos a continuación, algunas medidas que podrían apoyarte para lograrlo:
Combate la tensión y la intranquilidad con ejercicio todos los días. Dedica al menos 30 minutos para realizar cualquier tipo de ejercicio que sea de tu agrado. Las técnicas de respiración o meditación son efectivas también para este propósito.
Si sientes fatiga, ¡ayúdale a tu cuerpo a reponerse! Duerme alrededor de ocho horas por la noche, lleva una dieta balanceada e hidrátate bien. ¡No hay mejor estrategia contra la fatiga!
Entendemos que este prolongado aislamiento social podría originar agudos sentimientos de soledad en algunas personas, por eso te sugerimos que intentes mantenerte en comunicación con las personas que son significativas en tu vida. Podrías hacer uso de las herramientas virtuales que están al alcance de todos, incluso para participar en grupos de apoyo y ayudar a otras personas que tienen depresión.
Si te sientes desmotivado, te recomendamos que te acerques a alguna práctica creativa, o que tomes un curso. Aprende algo nuevo, como una habilidad o un idioma, ¡sí que es un antídoto contra el aburrimiento!
Finalmente, si llegas a sentirte desbordado y notas que la desesperanza te oprime, desde el punto de vista de la ciencia, te aseguramos que hay solución para ti: tanto la terapia psicológica como la farmacológica facilitadas por profesionales de la salud, tienen eficaces resultados. ¡Busca ayuda en instituciones de Salud Mental! (En línea, por supuesto).
¡Hola qué tal a todos ustedes!,
Estupenda nota informativa, invitarnos a TODOS, a que tomemos acción contra cualquier situación asociada a esta pandemia 😷 es de GRAN interés.
Por favor en la próxima, den referencias de lugares de salud pública a los cuales acudir.
Sigan adelante y saludos 🖖