Autoría de 2:15 pm Víctor Roura - Oficio bonito

Dime cómo hablas para saber cuánta nobleza se anida en tu corazón – Víctor Roura

1

Se habla como se es. Mientras más conocimientos, mayor será el catálogo verbal. Mientras menos cultura se posea, el lenguaje necesariamente se verá más reducido. Y no importa si uno es académico y otro autodidacta, si uno no tiene oficio o el otro proviene de Harvard, si uno tiene propiedades o el otro es nini, si uno lee libros o el otro se atiene a los nudos informativos de las redes sociales. El lenguaje hace sobresalir o hundir a las personas. Dime cómo hablas y te diré cuánta nobleza o sevicia se anida en tu corazón, no de dónde vienes ni de qué clase social procedes.

Fernando Benítez no bajaba de “pendejos” a todos aquellos que no eran de su grupo cultural. Y también a aquellos que, siendo de su secta, actuaban en contra de sus disposiciones. En lugar de decirle a Carlos Monsiváis:

—Ya me enteré de tu vesania: tirabas al cesto de la basura los textos que enviaba el poeta desde Europa para que, a su regreso, tú lo suplieras en la jefatura de redacción. ¡Qué acto tan ruin, Carlos!

No. La realidad verbal fue del siguiente modo:

—Ya me enteré, pendejo, que tiraste todos los papeles de este cabrón para que tú ocuparas su lugar. ¡Puras pendejadas, cabrón!

Y Monsiváis bajó la cabeza, sorprendido en su infamia.

2

A mediados de los setenta del siglo XX la banda roquera Náhuatl me invitó a una grabación, en la disquera Cisne Raff, que serviría para las pistas de un disco, hágame usted el favor, ¡del galán de cine Jorge Rivero, que apenas si podía actuar, cuantimenos cantar! En la cabina el que fungía de productor artístico era Enrique Guzmán, quien en lugar de decirle:

—No, compadre, entona la voz, sostén la nota, aguanta el estómago… tenemos que repetir la toma, no sale la nota. Concéntrate. Vamos. Abre bien la boca. Escucha la guitarra. No la sigas…

No. La realidad fue otra. Enrique Guzmán le gritaba, yo a su lado, escuchando tamaña alharaca:

—¡Pero qué pendejo eres, compadre! ¡No mames, tienes pito en la voz! Canta mejor un pinche chango que tú, pendejo. A ver inténtalo de nuevo, pendejo. ¡No mames!

3

El priista Roque Villanueva, en el Congreso de la Unión, luego de que el IVA fuera impuesto en el mercado, no se mostró compungido por la ciudadanía, que pagaría los platos rotos de dicha imposición, sino —en un acto inolvidable— se puso de pie, alzó los dos brazos al cielo, empuñó las manos y las fue bajando lentamente hasta que sus codos estuvieron al nivel de su cintura en un gesto que lo decía todo: ¡nos abrochamos de nuevo al pueblo, yujuuu!, en una escena memorable denominada como la roqueseñal, que simbolizó durante varios años el abuso del poder político.

Cuando Leonardo Rodríguez Alcaine, la Güera, era dirigente de la Confederación de Trabajadores de México un periodista lo cuestionó si recibía órdenes de la cúpula priista. En vez de responder:

—Yo no recibo línea de ningún partido, nadie me da órdenes sino mi propio gremio…

Contestó al reportero:

—Me dieron una hermana de usted…

4

Cuando lo señalaron como encubridor de pederastas, Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, no guardó respetuoso silencio por las víctimas de tales vejaciones en manos de gente considerada “santa” por un gran sector social. No. Sino declaró, rabioso, en su intento por defender sobre todo a Marcial Maciel:

—Hay prostitutas y prostitutos en medios de comunicación…

Luego de ser rodeado por un corrillo de periodistas al término del V Informe gubernamental de Enrique Peña Nieto en el Estado de México, el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, nervioso, con ganas de no decir nada, incómodo ante la prensa, en vez de decir que no quería oír ninguna pregunta, que no deseaba hablar, dijo para sacudirse a la gleba:

—¡No me roben la cartera, cabrones!

5

Uno es como habla, en efecto.

Por eso se recuerda la frase de Álvaro Obregón: “La vida es una pendejada, lo demás es consecuencia de la misma”, porque no importa la clase social en que uno se desenvuelva o se desarrolle: las palabras lo desenmascaran irremediablemente.

Oswaldo Sánchez, el ex portero de la selección nacional mexicana y ahora convertido en comentarista deportivo en televisión, no impulsaba a sus compañeros en la cancha con estas palabras:

—¡Vamos, ánimo, ganaremos, somos mejores, no cederemos en el campo!

No. Sino lo único que gritaba, como capitán de su oncena, era:

—¡Vamos, cabrones!, ¡a luchar, cabrones!, ¡no se dejen, cabrones!

Etcétera, y sus compañeros de equipo renovaban su ánimo ante tanto verbo grandioso y estimulante de superación personal.

Cuando Fidel Herrera Beltrán era gobernador de Veracruz no decía que había llegado por el generoso voto de su pueblo. No.

Sino:

—Estoy ahorita en plenitud del pinche poder; tengo el gobierno en la mano —con lo cual hizo lo que quiso, incluso ganar la inganable lotería.

Emilio González Márquez, siendo gobernador panista de Jalisco, delante de ciudadanos, medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos, que momentos antes lo habían criticado por las millonarias donaciones hechas por su gobierno a la iglesia católica y a las televisoras privadas, no dijo que su criterio lo obligaba a actuar así, aunque no coincidiera con la opinión de las mayorías.

No. Sino dijo:

—La gente votó por mí. Me vale madre si a algunos periódicos no les gusta. Digan lo que quieran. ¡Chinguen a su madre!

6

Bueno, el caso de ese victorioso e invicto gobernador poblano Mario Marín es inefable. Cuando hablaba con su amigo Kamel Nacif, pederasta, detenido recientemente en Líbano y liberado nuevamente al transcurrir pocas horas, no conversaban acerca de las situaciones peligrosas del tráfico de menores.

No.

Tampoco se expresaban con cautela sobre la periodista Lydia Cacho, a quien la jueza local Rosa Cecilia Pérez dictara auto de formal prisión por relacionar al empresario con la pederastia.

No.

Sino decían cosas como:

—Quiúbole, Kamel…

—Mi góber precioso…

—Mi héroe, chingao…

—No, tú eres el héroe de esta película, papá.

—Pues ya ayer le acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona…

—Ya sé, y es que estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas… Y yo en el Milenio le dije, si lo quieres leer, le dije, pus al señor gobernador no le tembló la mano.

—Ni nos tiembla ni nos temblará.

—Pinche bola de ratas. ¿Qué han hecho? Qué asquerosidad es esto, ¿eh?

Y, en agradecimiento a tan generoso apoyo a sus tropelías, que Lydia Cacho documentó en su libro Los demonios del edén, Kamel Nacif envió dos botellas de champaña a la Casa Aguayo para la degustación personal del señor gobernador.

7

La entonces líder emérita de los profesores del país entero, Elba Esther Gordillo, al reclamarle a su compañero de bancada en la Cámara, Francisco Arroyo, no le dijo que su actuación había ido en contra de su parecer y que, por lo tanto, su estrategia se arruinaría si no hacía con urgencia otra cosa. Qué lástima de desencuentro verbal.

No.

Sino le dijo:

—¡Eres un traidor! Pero el día que [Roberto] Madrazo te mande a chingar a tu madre yo te voy a dar el tiro de gracia y escupiré sobre tu tumba —y arrojó monedas a los pies del insultado.

A Félix Salgado Macedonio, otrora diputado por el PRD, no lo dejó intervenir el presidente de la Cámara de Diputados, Dionisio Pérez Jácome (luego secretario de Comunicaciones y Transportes). El entonces perredista —ahora morenista—se incomodó, por supuesto. Pero no le dijo al que le impidió hacer uso de su palabra en la tribuna que era su deber permitir el verbo colectivo. Que con la palabra el hombre podía comunicar sus ideas.

No.

Sino dijo:

—Yo no soy Irma Serrano, yo sí te voy a madrear…

The Scream
8

Javier Lozano Alarcón, ex secretario del Trabajo, no le dijo a Joaquín Vargas que hablaran sobre las pequeñas incomodidades que su personal periodístico hacía sentir con largura al señor presidente de la República (entonces Felipe Calderón). A propósito de la cancelación de la banda ancha de 2.5 gigahercios no le explicó que fue por motivos de ofensa personal. No le dijo:

—La situación se puede complicar debido a la injerencia periodística en la vida privada del mandatario en tu medio de comunicación. Eso, desde el punto de vista de la libertad de ética expresiva, no es prudente. Ojalá pudiéramos llevar a cabo una charla más profunda sobre el tema. Quizás estamos nosotros planteando mal la cuestión…

No.

Sino dijo:

—Hemos encontrado que tu proyecto de la 2.5 Ghz tiene méritos propios, pero recontratar a la periodista [Carmen Aristegui] a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno hasta su último día…

9

En un encuentro público a través de Internet como ahora se acostumbra, le preguntaron al intelectual Héctor Aguilar Camín su parecer sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador. No dijo que, desde su punto de vista, era, o es, un político errático, con proyectos equivocados, una persona —para el ensayista y viejo asesor de políticos priistas— con un rumbo indefinido. O algo parecido.

No.

Sino dijo:

—Es un pendejo.

El actor de televisión Alfredo Adame anda ahora de actor político como candidato a diputado federal en Tlalpan por el partido Redes Sociales Progresistas (RSP). Hace unas cuantas semanas, durante un recorrido de propaganda política, recibió de un automovilista el deshonroso calificativo de “naco”. El ahora político debía saber que estas situaciones, por desgracias, son comunes en la vida cotidiana de un país sojuzgado en décadas por los avatares de políticos y adinerados, de modo que, en un significativo respeto a las opiniones contrarias, en lugar de guardar un simbólico silencio a la defenestración ciudadana, respondió inmediatamente haciendo uso de su lenguaje ordinariamente vulgar:

—¡Tú también, chinga tu madre!

Acaso sin percatarse, el actor político aceptaba con el “tú también” su innegable condición de naquería.

Tras un nuevo vilipendio proveniente de otro conductor de automóvil, Adame contestó:

—¡Eres un pendejo, naco, fracasado, mediocre y chinga tu madre!

10

Javier Hernández, el Chicharito, fue invitado a moderar su lenguaje durante una transmisión web en vivo de una sesión de videojuegos, misma en la que participaba el futbolista hace un par de años. El delantero mexicano respondió a esta suplicante moderación:

—Josué, si no quieres que diga groserías… ¡te puedes ir mucho a la chingada a otro stream, si gustas!

Porque el futbolista es un asiduo contemporáneo de la lengua vernácula, cómo no.

El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, en 2015 sostuvo una reunión con varias personas de distintas comunidades indígenas, luego de lo cual fue filtrado un audio de una conversación telefónica en la que él habla con tono de mofa y un abierto racismo contra uno de los participantes indígenas de dicho acto oficial.

Lorenzo Córdova decía:

—Había uno, no te voy a mentir, te voy a decir cómo hablaba: “Yo, jefe gran nación chichimeca, vengo Guanajuato, yo decir aquí: ¡oh, diputados, para nosotros yo no permitir tus elecciones!’”

Claro, el asunto se redujo a la indignación de Córdova de ser espiado ilegalmente, no al contenido telefónico.

Hace unos dos o tres años viajaba yo en el Metro. Ya anochecía. Dos jóvenes estaban sentados enfrente de mí. La muchacha metida en su celular, al igual que el chico. Ninguno se volteaba a ver cuando, de pronto, acaso en plan romántico, ella le dijo:

—Me gustó, uei, lo que hicimos, uei, ¿a ti te gustó, uei?

El muchacho, dejando por un minuto su celular, respondió:

—Me encantó, cabrón —después de lo cual ambos se enfrascaron de nuevo en sus respectivos teléfonos.

11

Por eso, quizás, a nadie sorprenda el lenguaje abarcadoramente soez que los sindicalistas en huelga de Notimex usan, y continúan —y continuarán—, usando, porque no tienen otro. Los insultos a Sanjuana Martínez, por ejemplo, son incluso a veces inverosímiles por los grados de inverecundia depositados en ellos (el otro día, en una barbajanería sin par, leía algo así como que a la actual directora de Notimex le “ardía el cucu” vaya uno a saber por quién sabe cuánta cosa). A mí me han insultado tanto, por el solo hecho de no estar de su lado, que podría escribirme un libro lúdico sobre el mal uso de las palabrotas porque hasta para insultar hay que saber hacerlo.

12

En su disco tributo, editado en 2019, el español Joaquín Sabina dice: “Todo lo que se rompe, inventa a su enemigo”.

Y le sobra la razón.

Aunque los sindicalistas insultadores de Notimex, no acostumbrados a las arduas disquisiciones, no lo entenderían, en lo absoluto.

13

Con las palabras nos sabemos, con ellas nos entendemos o nos reprobamos, nos aceptamos o nos repelemos. Ellas nos retratan, hablan por nosotros. En 2006 el contendiente panista se sabía seguro de su triunfo electoral a pesar de la duda generalizada de la población. Pero él se sabía el ganador. No dijo:

—Al parecer, el Instituto Federal Electoral ha contado los votos con pulcritud. Todo parece indicar que aventajo en las urnas. Ya veremos qué ocurre en los próximos días, Dios mediante…

No.

Sino dijo:

—Soy presidente, haiga sido como haiga sido…

O algo así.

Y así vamos, y así hemos ido, caminando a lo largo de los años, escuchando los decires floridos de gobernantes, ídolos, artistas, intelectuales, gente común. Los hemos oído decir, incansablemente —ejem—, chingadera y media, porque, ni modo, así habla el pueblo, y con él sus habitantes, que son una y la misma cosa. Dicen.

Cuánta razón tenía Carlos Francisco, marqués de Croix y virrey de la Nueva España, cuando decía, solemne y expedito:

—De una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran monarca, que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer, y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno —diciendo esto justo en el momento en que expulsaba a los jesuitas de su territorio en el año de 1767.

A callar y obedecer.

Que los que hablan en los distintos poderes sociales y políticos, aunque no la tuvieran, siempre tendrán la razón.

Lo digan como lo digan.

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Last modified: 30 septiembre, 2021
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