REPORTAJE: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
Hace varios meses, Maricela Campos Hurtado hizo cambios a sus rutinas para tener una salud óptima. Se prepara de manera estricta para donarle un riñón a Jesús Ángel, su niño de 12 años que vive con insuficiencia renal y que tiene 2 años en espera del trasplante que salvará su vida. Ella no ve riesgos, ni le importa otra cosa que salvar a su pequeño, pero les falta dinero.
El 16 de mayo fue cumpleaños de su hijo y le urge el trasplante porque sus riñones se dañaron por completo. Ya era candidato a cirugía hace un año cuando apareció el Covid-19 y retrasó el proceso, ahora necesita juntar dinero para sostener su tratamiento; por ello, se organiza una rifa el 31 de mayo, con un costo de 250 pesos para dar 8 mil pesos al primer lugar, 4 mil al segundo lugar y 2 mil al tercer lugar.
Cuando les dieron el diagnóstico de la salud de Jesús Ángel, confiesa Maricela, no entendíamos la enfermedad, pensamos que a los pobres nunca nos pasaba eso, cuando me dijeron que sus riñones no funcionaban fue muy triste, no lo podíamos creer, él era muy sano, ni siquiera se enfermaba de una gripa, pasamos mucho tiempo para entender, no nos queda más que echarle ganas, pelear para no se nos vaya para abajo.
Jesús Ángel es uno de los 52 niños que atiende la Fundación Soffy “Una mano amiga” (https://fundacionsoffy.org/), a quienes apoya con medicamentos y atención por padecer insuficiencia renal crónica. El 95% de la población infantil que solicita la ayuda es de Querétaro y el resto de Guanajuato, todos de muy escasos recursos y sin seguridad social.
Sara Meza Maldonado, presidenta fundadora de esta organización queretana, resaltó que desde hace 8 años se hace un gran esfuerzo para atender a los menores que sufren por esta enfermedad y que requieren ayuda para su tratamiento, su protocolo de trasplante y el trasplante.
LA FUNDACIÓN QUE SURGIÓ DEL DOLOR
Soffy, la hija de Sara, tenía 13 años cuando soñó con ayudar a las niñas y niños enfermos de insuficiencia renal. “Ella tuvo leucemia, fue una guerrera y en el hospital se dio cuenta de que los niños padecían por la enfermedad y por la pobreza, los papás no podían comprar medicamento y venían al Hospital del Niño y la Mujer, sin tener dónde dormir ni ropa consigo”, recuerda Sara.
“Ella era muy sociable, se olvidaba de sí misma, de su enfermedad, por ayudar a los demás, era muy altruista, la más altruista de la familia, muy generosa, muy empática, siempre se ponía en el lugar de las demás personas, de los más vulnerables, esa fue la característica de su niñez”, rememora.
Su hija no ganó la batalla contra su enfermedad, “pero nos dejó un gran ejemplo, el legado de que para ayudar no necesitas más que una excelente voluntad, claridad de pensamiento para trabajar y atender a toda la familia, porque aquí se enferma toda la familia, la mamá, la papá y los hermanitos, porque todo el dolor desequilibra la actividad de la familia, los hermanitos dejan de ir a la escuela, no hay quién los atienda o nos dé de comer, el papá pierde el trabajo, porque pasan largos periodos en el hospital”.
En ese momento es cuando entra Fundación Soffy, que apoya con medicamentos, estudios y hasta en conseguir seguridad social cuando es necesario y el protocolo de trasplante. El acompañamiento es integral, no se trata nada más de dar cajas de diálisis o promover trasplantes, sino ayudarlos a salir adelante, “es acompañarlos en un duelo, en sus pérdidas”.
Una cirugía a través de la fundación puede costar 200 mil pesos, contra los 350 mil o 400 mil que cuesta en un hospital privado, sin contar con el acompañamiento que se debe realizar después del trasplante, así que es importante brindarles toda la ayuda posible a las familias para que no sientan solos en este proceso.
EL DIAGNÓSTICO DE JESÚS ÁNGEL
Maricela recuerda a Jesús Ángel, “mi bebé, el más pequeño”, como un niño muy feliz, juguetón, siempre contento, “no se estaba un rato tranquilo, hasta que llegó la enfermedad, su carácter se ha hecho triste, un poco duro, pero no se da por vencido y tiene mucha fe en Dios”.
Hace dos años, de pronto, Jesús Ángel dejó de comer, se sentía cansado, le salía mucha sangre de la nariz, “su pancita y sus piecitos se hincharon. Lo llevé al doctor y dijo que rea salmonela y anemia, le dieron medicamento para eso, pero empeoró, hasta que los estudios y un ultrasonido y ahí dijeron que sus riñones estaban muy dañados”.
Los médicos lo remitieron el Hospital del Niño y la Mujer donde le confirmaron que sus riñones no funcionaban. Todo fue muy rápido. Inició sus síntomas en marzo, recuerda Maricela, en dos meses tenía los riñones muy dañados. También tiene una hernia “por lo mismo de que su pancita siempre está llena de agua por la diálisis que se está haciendo, pero el 31 de mayo le van a operar la hernia”.
“La rifa que hace la Fundación es para el medicamento para el trasplante, que esperemos que muy pronto se haga, nos han estado apoyando con dinero, porque es lo que más se necesita, porque gastas para llevarlos al hospital, el medicamento, que es el más caro y sí tenemos que pagarlo nosotros. Le damos gracias a Dios porque hay mucha gente de buen corazón que nos ha apoyado muchísimo”, dice Maricela.
“ME DA EMOCIÓN DONARLE UN RIÑÓN A MI HIJO”
Jesús Ángel tiene 2 años en la fundación. Es originario de Taxhido, en Cadereyta y su trasplante sería en mayo del año pasado, cuando la pandemia obligó a suspender las cirugías y ahora retoma todo su proceso, pero no cuenta con los recursos necesarios.
Hace unos meses, su papá consiguió trabajo en Estados Unidos, pero cuando al pequeño le dio peritonitis y después convulsionó, decidió quedarse en Querétaro, aunque no puede conseguir un empleo fijo por las citas en el Hospital para salvar la vida de su hijo.
La Fundación Soffy consiguió que le dieran seguridad social al papá y así el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) le entrega las cajas de diálisis. Cuando los pequeños no tienen una máquina de diálisis, cada 4 horas deben realizar este procedimiento de manera manual para desintoxicar la sangre.
Cuando Maricela descubrió que es compatible con Jesús Ángel, no dudó en donarle un riñón. “No me da miedo, me da mucha emoción pensar que me digan: tal día ya se va a hacer el trasplante, sí me dicen que puede haber riesgos, pero dios está primero y es mi hijo. Hice varios cambios, dieta, trato de cuidarme lo más que se pueda porque primero dios sí se va a hacer el trasplante y mi hijo va a estar bien”, sentencia.
Actualmente hay 4 niños en protocolo de trasplante dentro de la Fundación Soffy y hay otros que su salud les impide recibir un órgano, otros que carecen de donantes vivos y algunos más con síndrome nefrótico, porque tienen el 5% de funcionamiento renal y pueden continuar uno o dos años más con tratamiento con medicamento.
Con el fin de ayudar, Fundación Soffy promueve donativos deducibles de impuestos, donaciones en especie o voluntariado, para integrar una atención integral para quienes requieren la ayuda.