Creciendo y viviendo como mujer en Latinoamérica, específicamente México, les puedo compartir desde mi experiencia personal el porqué las víctimas de abuso no hablamos sobre ello.
Después de salir de una relación donde experimenté violencia psicológica durante tres años (soy de las afortunadas que logran salir a tiempo), ahora consigo plasmar estas palabras sin miedo ni culpa. En México estamos acostumbras a ver que los abusadores, ya sean violadores, manipuladores, acosadores e incluso feminicidas, no afronten las consecuencias de sus actos. La impunidad es cosa de todos los días en las calles y en los hogares mexicanos.
Como sobreviviente de violencia psicológica, hoy puedo ahondar en mi experiencia y compartirles que las víctimas de abuso no hablamos principalmente por la revictimización. Esta palabra que en últimos años ha adquirido fuerza, es la raíz de miedos, inseguridades, dudas y culpabilidad que muchas de las personas que sufren algún tipo de violencia, cargan consigo cada día hasta que encuentran la fuerza en sí mismas para liberarse de tales cadenas. Pero, tristemente, hay quienes jamás encuentran dicha fortaleza.
Además de cargar con un gran peso emocional y psicológico, las víctimas somos juzgadas sin oportunidad de contar nuestra historia y conociendo el patrón de conducta de nuestra sociedad, la pregunta debería ser: ¿Por qué les sorprende que no hablemos? O mejor aún, ¿por qué cuando recabamos el valor para hacerlo nos juzgan?
La revictimización, es un mal que permea en diversos aspectos sociales; desde el padre de familia que culpa a su hija al ser golpeada por su pareja, hasta las instituciones gubernamentales que, en lugar de guiar y buscar justicia para la víctima, encajan el cuchillo en la herida con cuestionamientos como: ¿Por qué iba vestida así?¿Por qué seguía ahí si la maltrataba?
Querido lector, si usted realmente quiere entender a las víctimas de abuso, analice su nivel de empatía. Aplique el tratar de conectarse con un sentimiento desgarrador, identifique un dolor muy profundo dentro de su ser; porque ser víctima de abuso es como si algo por dentro se rompiera sin poder ni siquiera recoger los pedazos y es entonces, cuando quizá pueda dejar de lado sus prejuicios y perspectivas de vida, para comprender el dolor, vergüenza y enojo, que las víctimas experimentan en carne propia.
Es el momento de acabar con la ecpatía hacia las víctimas de violencia si realmente queremos cambiar estos patrones de nuestra sociedad.
